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domingo, 24 de abril de 2016

Dinero de helicóptero al rescate





Siguiendo la no convencional política monetaria de los tipos negativos de interés, los bancos centrales están ahora considerando una medida aún más desesperada: “dinero de helicóptero”. Se atribuye esta idea a Milton Friedman:
Supongamos ahora que un día un helicóptero vuela sobre esta comunidad y arroja 1.000$ adicionales en billetes desde el cielo, que son, por supuesto recogidos apresuradamente por miembros de la comunidad. Supongamos además que todos están convencidos de que es un acontecimiento único que nunca se repetirá.
El objetivo de una política así es poner dinero directamente en los bolsillos de la gente para estimular la demanda agregada. La política de QE post-2008 tenía objetivos similares. La rebaja de tipos de interés pretendía estimular el préstamo bancario e indirectamente el gasto de consumo. Por el contrario, el resultado fue un auge en los precios de los activos y un aumento en las reservas extraordinarias. La idea del dinero de helicóptero (por el contrario) es eludir al intermediario, los bancos, y proporcionar fondos directamente a los consumidores.

¿Cómo se implantaría esa política? Una idea es una devolución fiscal financiado con más bonos públicos comprados por el banco central. Los recortes fiscales se financiarían imprimiendo dinero. La única diferencia real entre el dinero de helicóptero y la QE implantada desde 2008 es que el sector privado estaría gastando el dinero en lugar del sector público. Una buena parte de la deuda emitida desde 2008 para financiar el gasto público ha sido adquirida por el banco central. Ahora tiene 2,5 billones de dólares de los 19 billones de deuda de EEUU, monetizando en la práctica mucho de lo prestado adicionalmente desde 2008. El efecto sobre la demanda agregada sería sencillamente que el sector privado gastaría el dinero en lugar del sector público. Sería una continuación de la política actual de financiar gastos creando pedazos de papel sin valor intrínseco.

Nunca hay escasez de demanda

Por supuesto, esta es una perspectiva muy keynesiana de que el problema económico es una falta de demanda agregada. La realidad es que nunca hay una escasez de demanda. La razón por la que trabajamos y producimos es para consumir: nunca hay escasez de demanda. La función primordial de los precios es racionar la producción contra un deseo insaciable de consumir o demandar. Como decía Ricardo en 1820: “Los hombres yerran en su producción: no hay deficiencias de demanda”.
El problema nunca es de demanda insuficiente, sino de oferta desalineada con demanda. Este adoctrinamiento educativo extendido defectuoso sobre la demanda agregada es el veneno comiendo en el corazón de la macroeconomía y similar a pasadas creencias universales en perogrulladas que nunca fueron ciertas, como el sol girando en torno a la tierra.

La literatura económica se ha centrado en la permanencia de ese lanzamiento desde el helicóptero. Una política así se ve por parte de economistas contemporáneos como más efectiva si fuera permanente. Si fuera así, la gente esperaría inflación y adelantaría sus compras para aprovechar los precios actuales más bajos. En un marco keynesiano, esto se ve como beneficioso, ya que impulsaría la demanda. Se ha planteado un argumento similar pero opuesto para demonizar la deflación (ver aquí y aquí). Por supuesto, la gente no son ratones de laboratorio y formulan sus expectativas sobre multitud de factores diferentes. Pueden incluso pagar precios más altos si las compras actuales se alinean mejor con sus plazos de necesidades. Por eso pocos compran regalos de navidad durante las rebajas de enero.

Otras excusa para el dinero de helicóptero es permitir al banco central alcanzar su objetivo del 2% de inflación. Como si el 2% fuera algún número mágico que permitiera a la economía alcanzar su punto dulce económico.

Problemas con la creación de dinero

Por supuesto, un crecimiento del 2% a lo largo de 35 años recorta a la mitad el poder adquisitivo del dinero. Es una transferencia de riqueza desde los últimos receptores del dinero, los asalariados y los pobres, a los primeros receptores de este, el gobierno y el sector bancario, con el banco central actuando como un Robin Hood inverso. Esos chanchullos monetarios también sencillamente interfieren con la función de los precios para asignar recursos donde la sociedad considera más urgente (ver aquí). La realidad es que no hay justificación empírica ni teórica para apoyar un objetivo del 2%. El periodo de mayor crecimiento en EEUU durante el siglo XIX, de 1820 a 1850 y de1865 a 1900, estuvo asociado a una importante deflación. En esos dos casos, los precios se recortaron a la mitad.

El sentido común dice que no se puede derogar la ley de la escasez imprimiendo piezas de papel intrínsecamente sin valor para financiar gasto privado o público. Si eso fuera cierto, la falsificación sería legal y Zimbabue sería como el cielo. El efecto inicial de esa impresión es una ilusión temporal de prosperidad que genera más impresión, lo que lleva a cantidades crecientes de distorsión de precios.

Los comentarios de Friedman sobre el dinero de Helicóptero incluían una advertencia importante: es improbable que los helicópteros vuelen solo una vez.

Publicado originalmente el 18 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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