En su ensayo sobre el extendido mal del “neoliberalismo”, George Monbiot muestra una confusión similar a la de Philip Mirowski en su libro More Heat than Light: Economics as Social Physics, Physics as Nature’s Economics.
En una larga reseña del libro de Mirowski , Philipp Bagus señala que este critica correctamente muchos aspectos de la economía neoclásica, incluyendo a la Escuela de Chicago. Pero Mirowski entra en problemas cuando debe mostrar una mayor comprensión de las escuelas de pensamiento económico. Por desidia o ignorancia, Mirowski es incapaz de distinguir entre la Escuela de Chicago y la Escuela Austriaca, por poner un ejemplo. Además, como señala Bagus, las diferencias entre la Escuela de Chicago y los austriacos son notables en asuntos como orden espontáneo, emprendimiento, planificación pública, “eficiencia” de los ciclos económicos y muchos otros temas. Estas diferencias producen notables desacuerdos en términos de políticas propugnadas y visiones generales del mundo.
No sabríais nada de esto leyendo a Mirowski , ni leyendo a Monbiot en este sentido, que simplemente clasifica como “neoliberalismo” a todo lo que no sea socialismo democrático al estilo de Eduard Berstein.
Esto resulta inmediatamente evidente cuando Monbiot habla de Ludwig von Mises y Milton Friedman como más o menos indistinguibles ideológicamente. Monbiot también insinúa que la Sociedad Mont Pelerin es esencialmente misesiana en su perspectiva, ya que Monbiot empieza con una explicación de la Sociedad señalando que Mises fue uno de los fundadores.
Facciones en la Sociedad Mont Pelerin
Por supuesto, en la vida real, Mises pronto se encontró incómodo con la SMP debido a diferencias ideológicas importantes entre los liberales de laissez faire (sobre todo, Mises) y neoliberales como Ludwig Ehrhard. Jorg Guido Hulsmann señala en su ensayo “Contra los neoliberales”:
La coexistencia dentro de la Sociedad Mont Pèlerin de grupos con orientaciones tan distintas era conocida por sus miembros. También era bastante evidente incluso para incorporaciones. Un buen ejemplo fue Jean-Pierre Hamilius, un joven catedrático de empresa y economía en Luxemburgo, a quien Mises conocía por correspondencia. Hamilius acababa de descubrir la literatura del liberalismo clásico, que devoró y tradujo al francés y el alemán. Mises le había invitado a la reunión de 1953 de la Sociedad Mont Pèlerin en Seelisberg. Hamilius advirtió inmediatamente que la sociedad estaba dividida siguiendo líneas de orientación ideológica e idioma en “distintos grupos o clanes”. Él mismo sentía afinidades más cercanas con el grupo estadounidense de Mises, Hayek, Hazlitt, Morley, Fertig, y Miller. De los demás participantes, que no sabían que había conseguir su invitación a través de Mises, escuchó reservas sobre “la vieja guardia (Mises, Hayek…)”, a quienes se les llamaba a veces los “viejos conservadores”. El joven catedrático de Luxemburgo estuvo tomando notas y discutiendo ansiosamente los planes intervencionistas de diversos miembros que no eran todavía parte de la vieja guardia. Así, John van Sickle proponía gravar a los herederos ricos, Wilhelm Röpke estaba a favor de subsidios a los propietarios de viviendas y Otto Veit argumentaba que unos impuestos duros no impedirían que los empresarios trabajaran.
Monbiot ignora todo esto y no hace distinciones en absoluto entre los intervencionistas de la tercera vía (a los que, según Hulsmann, Mises consideraba como “poco mejores que los socialistas contra los que había luchado toda su vía”) y los libertarios de laissez faire.
Un periodista como Monbiot posiblemente suponga que estas diferencias sean conflictos personales, pero cualquiera con una formación real en economía sabe que es absurdo clasificar a las personas que apoyan la banca centralizada y personas que se oponen a la banca centralizada en una sola categoría.
Naturalmente una de las mayores y más evidentes líneas de separación entre neoliberales y liberales reales son las opiniones divergentes sobre banca centralizada. Estas diferencias también causan una importante divergencia de opiniones sobre ciclos económicos y monopolios.
Monbiot parece desconocer alegremente todo esto. En su ensayo, Monbiot señal (correctamente) que el neoliberalismo desempeño un papel importante en el descalabro financiero de 2008, pero luego califica a Ludwig von Mises como neoliberal, lo que indica que no sabe que Mises y sus herederos intelectuales se oponen completamente a las opiniones neoliberales sobre ciclos económicos y recesiones y al papel de los bancos centrales en dichas crisis. ¿Sabe por ejemplo Monbiot que los neoliberales rechazan la opinión de Mises y los austriacos sobre las causas de la Gran Depresión? No son desacuerdos personales menores, ya que el cómo se vea la Gran Depresión tiene implicaciones inmensas para quien observe las crisis económicas hoy.
Estos descuidos ayudar a explicar por qué, para Monbiot, neoliberalismo es simplemente una forma de decir “capitalista de libre mercado” a pesar del hechio de que los neoliberales, de Ehrhard a Friedman (como señalaba Mises) apoyan un amplio rango de intervenciones bastante considerables en los mercados.
Sin embargo, al oír decirlo a Monbiot se pensaría que la opiniones de Mises triunfan hoy en día y que por todas partes los regímenes se están volviendo menos intervencionistas, están rebajando impuestos y en general están siendo dominados por los radicales del libre mercado. Monbiot afirma que el Partido Laborista y el Partod Demócrata fueron “en un tiempo parte de la izquierda”, pero hoy han sido cooptados por los fanáticos de la derecha, el mercado libre y el laissez faire.
Tal vez Monbiot sencillamente no haya advertido que lo que en un tiempo se consideraba de “izquierdas”, como la sanidad pública, las pensiones públicas y la regulación extendida de los negocios a todos los niveles, ahora es dominante y no un sueño lejano de los utópicos de la izquierda.
O tal vez Monbiot imagine que Estados Unidos es algún tipo de libertino mercado libre darwinista en lo social, cuando en realidad, EEUU tiene un enorme estado de bienestar y gasta más dinero público en sanidad que todos los países excepto tres.
El pesimismo nostálgico de Monbiot
Monbiot tiene una lista de males sociales que ha causado el triunfo del no intervencionismo radical de laissez faire:
[El neoliberalismo] ha desempeñado un papel importante en una notable variedad de crisis: el descalabro financiero de 2007-8, la extraterritorialización de la riqueza y el poder, de la cual los papeles de Panamá nos ofrecen solo un vistazo, el lento colapso de la sanidad y la educación públicas, la reaparición de la pobreza infantil, la epidemia de soledad, el colapso de los ecosistemas, el auge de Donald Trump. Pero respondemos a las crisis como si aparecieran aisladas, aparentemente inconscientes de que todas han sido catalizadas o exacerbadas por la misma filosofía coherente, una filosofía que tiene (o tenía) un nombre. ¿Qué mayor poder puede haber que el de funcionar anónimamente?
Salvo “la epidemia de soledad”, de la que aparentemente hay que culpar a que los tipos fiscales sean demasiado bajos, Monbiot no ofrece enlaces o documentación a la “reaparición” de la pobreza infantil, “el colapso de los ecosistemas” o los demás males listados. ¿La pobreza infantil reaparece comparada con cuándo exactamente? ¿Comparada con el siglo XIX? Es una afirmación risible, como la idea de que la pobreza es más aplastante hoy que hace 50 años, antes de que los librecambistas supuestamente establecieran su abrazo mortal en todo el mundo. ¿Los ecosistemas están colapsando debido a un triunfo neoliberal en décadas recientes? Monbiot evidentemente desconoce cómo estaba hace 50 años el río Cuyahoga.
De hecho, leyendo el ensayo de Monbiot tuve la sensación de que había encontrado lo mismo en algún otro lugar. Y entones me di cuenta: Monbiot tiene la misma visión del mundo e ideología que el papa Francisco. La visión de Francisco es inexorablemente pesimista y sigue la idea de que todo está empeorando constantemente en todas partes. Monbiot también comparte aparentemente la versión injustificada de Francisco de que la economía mundial está dominada principalmente por mercados esencialmente no regulados. Como señalé acerca de las opiniones de Francisco en 2015:
Según Francisco, el mundo está a punto de derrumbarse a nuestro alrededor. Los pobres se están haciendo más pobres, afirma. Las desigualdades entre ricos y pobres son peores que nunca, dice. La contaminación nos hace más enfermos que nunca, deduce. Y los requisitos básicos para sostener la vida humana se están haciendo más inaccesibles que nunca. Estas afirmaciones sirven a un fin: ilustrar que el auge de la industrialización y las economías de mercado (un fenómeno moderno) son la cusa de estos males sociales y medioambientales. (…)Al pintar una imagen del mundo del que Francisco dice que parece “un inmenso depósito de porquería”, Francisco está ignorando un montón de datos empíricos con los que puede demostrarse que sus afirmaciones son erróneas simple y factualmente.
Bajo el neoliberalismo, los mercados libres obtuvieron una victoria parcial
Al contrario que los marxistas, los liberales de laissez faire no tienen que afirmar que su ideología, solo aplicada parcialmente, empeore las cosas. Por ejemplo, cuando se aplica el marxismo, se observa normalmente un declive en el nivel de vida. Esto ocurrió bajo Lenin, que (para evitar muertes masivas por hambruna) tuvo que retractarse rápidamente e implantar la Nueva Política Económica, permitiendo cierta actividad de mercado dentro de la economía soviética. Para los puristas marxistas, el fracaso de la economía marxista “pura” no puede atribuirse al hecho de que el marxismo no se aplicó lo suficiente. Es decir, si se permitía que persistieran algunos restos de la vieja sociedad burguesa, el marxismo no funcionaría. Solo el marxismo total y puro haría realmente mejorar al pueblo.
Los liberales de laissez faire nunca han tenido que afirmar esto, ya que solo con un movimiento parcial hacia los mercados libres puede verse que se aumentan los niveles de vida, en igualdad de condiciones. Fue sin duda el caso en China después de Mao y de Europa Oriental después de la URSS. En ninguno de ambos lugares se aplicó “totalmente” el liberalismo, ya que ambos están hoy dominados por diversos grados de intervencionismo público y monopolios de patrocinio público. También podríamos ver esto en Latinoamérica, en comparaciones entre Chile y Venezuela. Ni Chile ni Venezuela son regímenes de “libre mercado” por muchos que estiremos nuestra imaginación. Sin embargo, la diferencia en libertad económica relativa entre los dos países es importante.
Los muchos defectos del neoliberalismo
El apoyo del neoliberalismo a la banca centralizada, los rescates a las grandes empresas y el estado regulatorio son realmente dañinos y fuente de mucha pobreza. Estas políticas neoliberales contribuyen a los ciclos económicos al tiempo que recompensan a las empresas y sectores favorecidos políticamente a costa de los contribuyentes ordinarios.
Sin embargo expertos como Monbiot ven esto al contrario. El problema del neoliberalismo no es el apoyo al movimiento de los enormes monopolistas como los bancos y su grupo favorecido de bancos comerciales rescatados. Para los Monbiot del mundo, el problema es el excesivo espacio económico concedido por los gobiernos para ser emprendedor, ser innovador o ejercitar la libertad.
Por desgracia, el neoliberalismo, siendo una ideología de tercera vía, es una mezcla de intervención pública y laissez faire limitado. Quien no tenga una base sólida en teoría económica, podría por tanto ver que los neoliberales son realmente influyentes en muchas áreas y luego llegar a cualquier conclusión que resulte apoyar las inclinaciones propias existentes.
En otras palabras, si se trata de buscar una correlación entre la existencia de pobreza en algunas zonas y la existencia de neoliberalismo, eso no será difícil. Si se quiere encontrar una correlación entre la existencia de neoliberalismo y un aumento en el nivel de vida, también podría hacerse.
El problema es que la correlación no demuestra causación y la única salida de esto es volver a examinar los principios económicos nucleares.
Monbiot no hace esto, por supuesto. Creó una teoría histórica y sociológica interesante (sin ningún argumento económico) en la que el auge del neoliberalismo ha creado muchos males sociales. Sin embargo, si confiamos en el análisis de Monbiot, cualquier puede adivinar qué aspectos del neoliberalismo han causado los supuesto problemas.
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