Buscar este blog

miércoles, 19 de agosto de 2015

¡Sorpresa! El 'Financial Times' es... japonés



La operación era esperada. Pearson ya había admitido que en estos momentos no era el mejor propietario del mítico 'FT'. Pero la venta al grupo japonés Nikkei ha sido una sorpresa mayúscula
Foto: ¡Sorpresa! El 'Financial Times' es... japonés
 

La compra del Financial Times, una de las grandes instituciones periodísticas británicas y mundiales, por el grupo japonés Nikkei ha sorprendido a todos. No por esperada –hacía tiempo, sobre todo desde que Marjorie Scardino dejó Pearson, que se hablaba de que el grupo editorial acabaría vendiendo el diario económico–, la operación no deja de ser llamativa, se mire por donde se mire. Y aunque en general las valoraciones de los expertos en estos últimos días han sido positivas, sobre todo pensando en el futuro del diario salmón, habrá que esperar algún tiempo para valorar sus consecuencias.

Motivos para la sorpresa

Bloomberg, Thompson-Reuters y Axel Springer, todos ellos razonables propietarios para un diario como el Financial Times, habían sonado los últimos días como probables compradores. Todos satisfacían los dos deseos principales de Pearson: conseguir un alto precio para FT Group, lo que permitiría al grupo editorial contar con recursos suficientes para sus planes de crecimiento en su negocio central, los libros; y dejar al Financial Times en manos de una empresa de medios respetable, capaz de invertir en sus proyectos digitales y de garantizar la independencia editorial del periódico.
De hecho, sólo unas horas antes de conocerse la operación, el propio diario británico daba la noticia de que las negociaciones estaban muy avanzadas con Springer, y que en cualquier momento se cerraría el acuerdo. Para sorpresa de todos –incluidos los alemanes–, el grupo Nikkei se hizo con el diario, con una oferta de 1.300 millones de dólares en efectivo.
Sorprendente ha sido también el precio. Los japoneses han pagado 35 veces los beneficios de FT Group, en un mercado, el de los medios, en el que los activos y sus perspectivas futuras están muy devaluados, y son raras operaciones por encima de 10 veces los beneficios. No hay que olvidar que Jeff Bezos se hizo con el Washington Post hace casi dos años por 250 millones de dólares (también es verdad que Murdoch pagó 5.000 millones de dólares por Dow Jones, pero eran otros tiempos, antes de la crisis de 2008).
Es más, teniendo en cuenta que en la compra de FT Group no se incluye su 50% de The Economist –durante el fin de semana, Pearson ha reconocido que también está en conversaciones para vender su participación en el semanario británico–, esa cifra de 35 es engañosa, y el ratio es muy superior. No cabe duda de que el prestigio mundial del FT y su ejemplar adaptación al mundo digital (con una base de suscriptores muy valiosa) son activos muy importantes, pero harían falta varias décadas para recuperar una inversión como la realizada por Nikkei.
Y sorprende, finalmente, el aspecto cultural. Muchos periodistas del Financial Times, al conocer la noticia, lo primero que hicieron fueron algunas bromas sobre esa “distancia” cultural. Japón, sobre todo por su idiosincrasia y su idioma, es un mercado muy autorreferencial, que además no tiene hoy el protagonismo global del que pudo gozar hace veinte o treinta años.
Se entiende que el grupo Nikkei, que edita el periódico económico más grande del mundo, con 3,1 millones de ejemplares –aunque casi desconocido fuera del país–, desee crecer en otros mercados y para ello necesite una marca como el Financial Times. Se entiende menos, sin embargo, que en su estrategia de profundizar en su papel de marca global –en competencia con el Wall Street Journal, Bloomberg, Reuters, etc.–, el diario hasta ahora británico pueda hacerlo mejor con su nueva nacionalidad japonesa. Es obvio que su presencia en Asia se podrá reforzar, pero a medio y largo plazo surgen dudas sobre el impacto de esta decisión en su identidad global.

Razones para la esperanza

Pearson ha reconocido que ya no era el mejor propietario para el FT. Hacía tiempo que no era capaz de financiar su desarrollo futuro –aunque FT Group sólo significara un 3% de sus beneficios y un 7% de sus ingresos–, ya que sus recursos tenían que centrarse en un negocio editorial cada vez más complejo.
En un mercado de información económica muy globalizado y concentrado, en el que marcas como el Wall Street Journal o Bloomberg cuentan con empresas muy comprometidas con su crecimiento y en el que surgen nuevos competidores digitales bien financiados, la decisión de buscar una alternativa de propiedad parece razonable, y no demasiado complicada. Más difícil, sin duda, era encontrar una empresa que, como Pearson durante casi 60 años, garantizara la independencia periodística y la identidad editorial de una publicación como el Financial Times.
Felix Salmon, en el New York Times, defiende que Nikkei puede ser esa empresa. Por un lado, señala, es un grupo periodístico centenario (el diario Nihon Keizai Shimbun (Nikkei) nació antes que el Financial Times, en 1876) que sabe lo que es el respecto de la identidad y la independencia editorial (Tsuneo Kita, máximo directivo de la compañía, ha resaltado que Nikkei comparte los mismos valores periodísticos que el Financial Times); por otro lado, es una empresa que tiene una comprobada reputación de gestión a largo plazo de sus negocios, al margen de las presiones de las empresas cotizadas (no en vano, Nikkei es propiedad de sus trabajadores pasados y presentes); finalmente, es una organización cuyos únicos negocios son periodísticos, y en la que el Financial Times puede llegar a ser una de sus cabezas de ratón, en lugar de la cola de león que era en Pearson, y podía serlo también en otros grupos mediáticos mucho mayores.
Además, cabría añadir, la opción japonesa tiene una gran ventaja respecto a las otras que se han barajado: la preservación de la identidad de la marca. Junto a marcas tan fuertes como Bloomberg o Reuters, o en un grupo alemán –quizá no el mejor país para acoger una institución británica– con marcas como Bild o Die Welt, no está claro que el Financial Times pudiera mantener su personalidad, tan única y especial. En el caso de Nikkei, sólo en Japón la colisión entre las dos marcas puede causar algún problema; en el resto del mundo, el Financial Times, como marca, seguirá teniendo un protagonismo casi total.

¿Alguna duda?

La gran duda de la operación puede ser la colisión de culturas periodísticas, en la medida en que los nuevos propietarios quieran hacer valer su modo de entender el papel de los medios en la sociedad. El “respetuoso” estilo periodístico de los medios japoneses –alguna vez se ha comentado que Nikkei es la voz de Japan Inc.– y su forma de entender la relación excesivamente reglada y amigable entre periodistas, políticos y empresarios no es probable que encajen bien con el espíritu crítico e independiente, y con la actuación como “perros guardianes” de los periódicos anglosajones.
Seguramente será interesante seguir a medio plazo el modo en el que la cobertura del Financial Times sigue o no la línea mantenida en los últimos años sobre temas como la Abenomics, los asuntos relacionados con China, o con las grandes corporaciones japonesas. Por supuesto, también tendrá interés ver cómo el diario de las élites europeas –pero cuya voz llegaba desde la City– modifica o no su manera de entender el Viejo Continente –ahora que la City y Tokio tendrán un contacto más estrecho–.

No hay comentarios:

Publicar un comentario