Por mucho que pase en Pekín, Moscú o Estambul, lo que se está viendo en los mercados no es ajeno al bolsillo de los hogares españoles. Parece lejano, pero puede afectar a toda nuestra vida
La tentación de pensar que esos acontecimientos ocurren muy lejos siempre existe. Y hasta puede ser comprensible que sea así. ¿Pero pensaría lo mismo si supiera que lo que ocurre en China, Turquía o Brasil le puede costar su puesto de trabajo? Pues justamente eso, su empleo, la recuperación económica y otros muchos asuntos que afectan directamente a su bolsillo están en juego si la tormenta que se está viendo en los mercados emergentes, con epicentro en el gigante asiático, no es solo un nubarrón de verano y ha venido para quedarse.
¿Exagerado? Cuando empezaron a caer las hipotecas basura o de alto riesgo (subprime) en Estados Unidos en 2007 también se pensaba que era algo alejado y los hechos posteriores se encargaron de demostrar que en la economía actual, globalizada e interconectada a través de los conductos financieros y comerciales, todo está vinculado. Y también constataron que lo que ocurre en el ámbito financiero acaba teniendo su correspondiente traslación a la economía. A la gran economía -la macro- y a la de cada hogar y cada persona -la micro-. Por eso conviene seguir de cerca la caída de la bolsa china, la depreciación de la lira turca o la crisis brasileña. Porque hay mucho -malo y bueno- en juego.
1. ¿Por qué me puede costar el empleo?
Aunque la respuesta tiene varias aristas, la principal es muy directa: porque su empresa se expone a ganar menos dinero e incluso a perder dinero. ¿La causa? Todo lo que está ocurriendo amenaza la recuperación económica española y mundial e incrementa la competencia tanto para exportar como para vender dentro del país ante la llegada de productos más baratos del exterior.2. ¿Por qué se exponen las empresas a perder dinero?
Por varios motivos. El primero, la fortaleza del euro, que encarecerá las exportaciones españolas. No hay que olvidar que 49 de cada 100 euros que exporta España se dirigen fuera de la Eurozona y que en torno a 25 euros tienen como destino a países como Turquía, China, Brasil, Rusia o la región de Asia-Pacífico. Es decir, los países cuyas divisas más están cayendo contra el euro.El segundo, que a cambio vendrán más productos a precios más baratos del exterior que obligarán a las empresas españolas a ajustar, a su vez, los precios de sus productos. Y aunque significará que el dinero de los consumidores cundirá más, también provocará que las compañías -incluso las grandes del Ibex 35- ganen menos, con lo que vuelve a ser una amenaza para el empleo.
El tercero, que el retorno de la incertidumbre paralizará los planes de inversión de las empresas y volverá a congelar el crédito a la espera de ver cómo evolucionan los acontecimientos, dos consecuencias que retroalimentarán el bucle negativo. Y el cuarto, que lo que está pasando enfría la recuperación mundial y el comercio internacional, con lo que desentierra un clima de desconfianza que perjudica a la actividad económica.
Como contrapunto, a las empresas se les abaratarán algunos costes de producción. Principalmente, los que tengan que ver con el combustible. La clave será si ese ahorro de costes suple la pérdida de ingresos.
3. ¿Por qué es posible que se frene de nuevo el crédito?
En una sacudida como la que se está viendo en los mercados el mayor temor no es solo lo que se ve, sino lo que puede acabar viéndose. En la crisis rusa de 1998, el hito que puso en guardia a Occidente fue el contagio al fondo de inversión libre -hedge fund- LTCM, que tuvo que ser rescatado para evitar males mayores en Wall Street.Con este precedente, los bancos extremarán la cautela. Guardarán cada euro para reforzar su solvencia y evitar sustos como los que se han visto durante esta crisis. Y con el crédito en cuarentena, la recuperación perderá impulso. Si, como se teme, una entidad o un gran fondo se ven atrapados en lo que está ocurriendo, el impacto será mayor en la actividad crediticia y la economía real porque multiplicará la desconfianza.
4. Golpe al 'efecto riqueza'
Muchos ahorradores, inducidos por los bajos tipos de interés, han migrado en los últimos meses de los depósitos bancarios, que con suerte rinden un 0,5% a 12 meses, hacia activos más arriesgados, como la renta fija o incluso la bolsa. Y estarán penando por ello, porque tanto los bonos como muchas de las acciones pierden valor en lo que va de año tras la última oleada de ventas.Por el momento, el Ibex 35 acumula una caída próxima al 13% en agosto, con lo que camina hacia su peor mes desde 2012. En dinero, el valor del índice de referencia de la bolsa española ha menguado en 50.000 millones de euros este mes, es decir, una cifra equivalente a cerca del 5% del Producto Interior Bruto (PIB) de España. Lo que está pasando merma -o, directamente, anula, en caso de haber vendido con pérdidas- el efecto riqueza derivado de la revalorización de los activos, con el consiguiente impacto potencial negativo sobre el consumo. Teniendo en cuenta que la subida del precio de los activos financieros ha sido una meta perseguida explícitamente por los bancos centrales para estimular la recuperación, cualquier revés -y más aún uno serio- desinflará la reactivación de la economía.
Además, un vaparalo así suele mantener a los inversores particulares alejados de los activos con riesgo durante una temporada, con lo que se expondrán de nuevo a llegar tarde -cuando los precios ya han subido- en el futuro y a sufrir las correcciones posteriores -las bajadas tras esas subidas-.
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