David Muñoz: "Muchos piensan solo en quien recibe la subvención pero no en quienes la pagan."
El Ministerio de Agricultura anunció el pasado sábado un nuevo plan de ayudas para tratar de aliviar la “difícil situación” que atraviesan muchos productores del sector lácteo. Tras rechazar la petición de los sindicatos de fijar un precio mínimo de venta para la leche en origen, lanzará una nueva subvención directa: 300 euros por vaca a las explotaciones que no logren rentabilidad. Para que algunos sigan diciendo eso de “el Gobierno liberal” y demás sinsentidos que se escuchan a diario por los diferentes medios de comunicación.
Una vez más, el Gobierno pretende “salvar” a una industria que por sí sola no parece funcionar. Y lo hace con subvenciones, como no, como muchos deben pensar, la cura para cualquier mal.
El dinero que el Gobierno da en subvenciones surge de los contribuyentes y sus impuestos, es decir, las subvenciones son un mecanismo por el cual el Gobierno quita dinero a unos ciudadanos y se lo da a otros.
Es algo que muy bien explica Henry Hazlitt en su libro La Economía en una lección:
- Cualquier intento de salvar cualquier sector o industria mediante una directa subvención procedente del erario público equivaldría sencillamente a desplazar riqueza o renta a dicho sector. Los contribuyentes perderían exactamente lo que ganasen los interesados de tal sector.
- En el caso de la subvención, es obvio que los contribuyentes han de perder precisamente la misma cantidad que gane el sector subvencionado. Es igualmente evidente, en su consecuencia, que otros sectores económicos perderán lo que el sector al que se subvenciona gane. Habrán de satisfacer parte de los impuestos necesarios para ayudar a dicho sector. Y los consumidores, a causa de los impuestos que tienen que soportar, dispondrán de una suma menor para adquirir otros artículos. E1 resultado será que otras industrias habrán de restringir su producción a fin de facilitar la expansión del sector subvencionado. Ahora bien, el subsidio no sólo provoca un desplazamiento de riqueza o de ingresos y disminuye el volumen de las demás industrias en proporción al desarrollo del sector. E1 resultado es también -y aquí es donde la Nación, considerada como una unidad, sufre una pérdida neta- que el capital y el trabajo son desviados hacia sectores e industrias en las que su empleo es menos eficaz. Se crea, por consiguiente, menos riqueza. E1 término medio de nivel de vida es más bajo, comparado con lo que podría haber sido.
Algo que ocurre con las subvenciones es lo que se conoce como el sistema de la “patada para adelante”. Si las subvenciones otorgadas no solucionan el problema del sector o la industria subvencionada, se suele argüir que el problema es que no se le ha otorgado suficiente dinero, por lo que se incrementa la cantidad de la subvención, y así sucesivamente. Es lo que explica Jorge Valín en su libro El Gobierno es el problema: si cualquier programa del Gobierno no funciona, se le asigna más dinero sin estudiar realmente los problemas o deficiencias que pueda tener. Si el Gobierno crea más paro, distribuye más subvenciones; si los programas contra la pobreza no funcionan, simplemente se les da más dinero; si nadie va a ver películas españolas, les aumentan la subvención. Y así hasta la quiebra total.
Por tanto, debemos cambiar la mentalidad general de que cualquier problema se soluciona con subvenciones. Ese pensamiento es parte de lo que Bastiat y Hazlitt ya explicaron en su momento: el economista francés lo explicó como “lo que se ve y lo que no se ve”, y el economista de la Escuela Austríaca lo trató en el libro citado anteriormente con su principio fundamental de la Economía: examinar los problemas en su integridad y no fragmentariamente, es decir, teniendo en cuenta el interés de toda los agentes económicos y observando el largo plazo.
Muchos piensan solo en quien recibe la subvención pero no en quienes la pagan. Piensan también en el corto plazo y lo que puede “ayudar” dicha subvención pero no piensan en la riqueza destruida o en el futuro del sector que recibe la subvención, abocado al fracaso.
Por tanto, cambiemos la mentalidad general -algo harto complicado, visto lo visto-, sepamos que no es malo que una parte de un sector económico caiga -como ocurre en este caso no es todo el sector lácteo. Hay ganaderos que producen con rentabilidad-, mientras sea decisión de los consumidores o de la ineptitud del propio empresario o trabajador, ya que otro sector crecerá al mismo tiempo. Pensemos más en liberalizar todos los sectores económicos y menos en subvencionar, que como hemos visto, es más un problema que una solución.
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