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martes, 25 de agosto de 2015

Irán, Isis y el futuro de la energía

No se puede negociar con un grupo cuyo objetivo es matar a otras etnias

Mike Rosenberg
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Imagen de Istock
El mes pasado las potencias occidentales firmaron un histórico acuerdo con Irán con el objetivo de limitar su programa nuclear. A cambio, se comprometieron a levantar las sanciones económicas y conectar a Irán con el resto del mundo.

Aunque el acuerdo ha encontrado la oposición del Partido Republicano de Estados Unidos, que tratará de bloquear su ratificación, y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, me parece que los objetivos del secretario Kerry y sus socios en el Consejo de Seguridad son algo más amplios.
 
Como dijo el expresidente de Israel, Shimon Pérez, en Davos el año pasado, Israel no es una amenaza para los países árabes en el Medio Oriente. Desde la invasión de Irak hace casi 12 años el mapa de Oriente Medio ha cambiado. ISIS se ha convertido en el enemigo número uno. Los informes de sus atrocidades en nombre del Islam sunita son abrumadoras. Sus combatientes no distinguen entre objetivos militares y civiles. No es posible negociar con un grupo cuyo objetivo es matar o expulsar a los yazidis, cristianos y chiíes, y revocar los gobiernos sunitas árabes para establecer su versión de un califato en todo el mundo árabe. ¿Cómo detener un movimiento tan cruel que no tiene en cuenta la vida de la población civil? ISIS está armándose con equipo militar pesado y está desarrollando tácticas eficaces. Hasta ahora, incluso con el amplio apoyo aéreo de las fuerzas estadounidenses, el ejército iraquí ha sido incapaz de detenerlos. Jessica Lewis, una exoficial de inteligencia en el Ejército estadounidense que sirvió en Irak y Afganistán, ha compartido en su informe publicado por el Institute for the Study of War de Estados Unidos un análisis riguroso de los objetivos que persigue ISIS: victoria militar y control social implacable y gobernabilidad.
 
Estados Unidos y sus aliados no tienen el apoyo necesario para iniciar una invasión prolongada de Irak y Siria. Por su parte, los Estados árabes no parecen dispuestos a comprometer sus propias fuerzas para derrotar a ISIS. No es extraño: a las monarquías suníes les resultaría dificil convencer a su propio pueblo de que la destrucción de ISIS vale la pena, porque además del costo humano y económico, ISIS se auto-proclama como la verdadera defensora de los ideales sunitas más puros.
 
Además de la diminuta Kurdistán, que todavía es técnicamente parte de Irak, el único actor regional que tiene una implacable determinación y capacidad militar para enfrentarse seriamente a ISIS es Irán. El país persa viene apoyando al Gobierno iraquí y a las milicias chiítas desde el comienzo del conflicto, pero tal vez podrían hacer algo más para frenar el avance de ISIS.

Objetivo estratégico

Por todo ello, creo que el objetivo estratégico que ha permitido la firma del acuerdo nuclear con Irán es facilitar una mayor cooperación en la lucha contra el ISIS. Paradojicamente, el acuerdo con Irán también ayudará a ISIS de forma indirecta porque confirma, para sus seguidores, las tesis de que los EE.UU., y Occidente están apoyando los chiítas en su milenaria lucha contra los sunitas. La tensión entre chiítas y sunitas es alta no sólo en Irak y Siria, sino también en Yemen. En su análisis, la señora Lewis sostiene que un aumento de la violencia sectaria sólo ayuda a difundir más el mensaje de ISIS y una eficaz oposición a ISIS solo puede proceder de las tribus sunitas. La única forma posible de conseguir que esta coyuntura sea una realidad es ofreciendo a las tribus sunitas una región autónoma, como la que se ha creado para los kurdos en el norte. Como escribí hace un poco más de un año en mi blog, ha llegado el momento de enfrentarse a los hechos y dividir Irak porque no creo que las tribus sunitas arriesguen sus vidas por un chiíta que domina el Gobierno en Bagdad.
 
Sin embargo, si esta resistencia no se materializa o no tiene éxito, entonces Occidente tendrá un plan B: Irán. Occidente necesita estabilidad en la región e ISIS supone todo lo contrario. Como reza un antiguo proverbio árabe: "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Quizás Irán, que era un temido peligro de ayer, sea hoy la mejor opción de futuro. Quizás nos convendría alentar una especie de Shia -guerra fría suní- en la región para impedir que ISIS gane esta guerra.

Mike Rosenberg, IESE Univerisdad de Navarra




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