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martes, 23 de febrero de 2016

De Piketty y la igualdad


No deja de sorprenderme la pasión por la igualdad económica del mundo moderno. ¡Cómo si esa fuera la igualdad más importante o la única! Digo esto a colación de la polémica que ha reavivado el libro de Piketty (El Capital en el Siglo XXI), gran éxito editorial publicado hace un año, gracias a la crítica que la ha hecho un joven investigador, 26 años, del MIT llamado Rognlie.
De algún modo se quiere indicar que unas políticas favorecen más a unos que a otros, en esa taxonomía con la que la mentalidad moderna intenta dividir todas las sociedades y que arranca del marxismo
El capital siempre crece…

A grandes rasgos ya conocen la tesis del francés: desde la década de 1970-1980 la tasa de rentabilidad del capital (que no es sino su tasa de crecimiento, porque no otra cosa es la rentabilidad respecto de la inversión) supera a la del crecimiento de la producción. Dado que esta última, la producción, debe dividirse entre los factores que la generan (a grandes rasgos, capital, trabajo y tierra) la participación de las rentas del capital en dicha producción es cada vez mayor a costa de la del trabajo.  Nos demuestra Piketty que así ha sido recientemente y que en otras épocas de la Historia, como por ejemplo el periodo 1900-1960 e incluso último tercio del siglo XIX, no ha sido así. Dado que se identifica el periodo hasta comienzos de los años 70 del siglo pasado como el de aplicación de políticas intervencionistas y el más reciente, que comienza cuando acaba el anterior, con el de aplicación de políticas más liberales, de algún modo se quiere indicar que unas políticas favorecen más a unos que a otros, en esa taxonomía, tan difícil luego de aplicar en la práctica, con la que la mentalidad moderna intenta dividir todas las sociedades y que arranca del marxismo.

…aunque tal vez no tanto como parece

La crítica del mozalbete, bajo mi punto de vista, carece de profundidad aunque pueda ser correcta. Rognlie sólo afirma que es posible que la tasa de rentabilidad del capital no sea tan elevada como dice Piketty porque no ha tenido en cuenta la fuerte depreciación que sufre dicho factor en los momentos actuales respecto de otros tiempos. Así, explica que la tasa neta, una vez descontada dicha depreciación, puede hacer que todas las conclusiones a las que llega Piketty sobre un futuro en el que las rentas del capital absorban proporciones más elevadas del producto total puede no llegar a ser verdad. La otra gran crítica del americano es que dentro de las rentas no laborales, la que de verdad ha crecido es la de los propietarios de vivienda (factor tierra) y no la del capital.
En cualquier caso….

Hace ya mucho que sabemos que los factores de producción se remuneran en función de su productividad marginal, por lo que el cambio en la rentabilidad de los mismos entre periodos no se debería a otra cosa que a variaciones de dicha productividad marginal. Pretender que dichas productividades sean estables en el tiempo como modo de asegurar un crecimiento igual de las rentas de los factores de producción que aseguren, por lo tanto, a cada uno de ellos una proporción estable de la producción, me parece un error que se puede cometer en cualquier momento de la Historia. Sin embargo, el momento más óptimo para hacerlo fue antes de la aparición de arco y de las flechas,  dado que hasta ese momento todas las rentas eran laborales y desde entonces, primero con la aparición de las herramientas (bienes de capital) y después con la propiedad sobre la tierra, dichas rentas no han parado de disminuir, así como la desigualdad en los niveles de riqueza de los seres humanos aunque no su bienestar material que, más bien al contrario, no ha parado de aumentar.
Limitar el rendimiento del capital puede ser una buena forma de impedir a los trabajadores llegar a ser capitalistas

…mejor que crezca

Las rentas de capital, y si quieren igual pasa con la vivienda, tienden a crecer en sociedades que acumulan capital y sólo las sociedades que acumulan capital crecen, como ya sabía Marx. El ritmo de dicho crecimiento dependerá de su rentabilidad y del ahorro, del que una parte no pequeña vendrá de rentas laborales no consumidas. Limitar el rendimiento del capital puede ser una buena forma de impedir a los trabajadores llegar a ser capitalistas. Por otro lado, el capital toma muchas formas cuya remuneración aparece como laboral: no otra cosa le ocurre al que explota conocimiento. Limitar el rendimiento del trabajo puede acabar con las rentas de capital de prósperos negocios de masas, como son los deportes o la música y que tanto gozan del favor del público.

Libertad, igualdad y fraternidad es un trípode que siempre anda cojo porque la primera es a costa de la segunda y viceversa. Sólo la tercera nos salva.


Fotografía: el economista francés Thomas Piketty durante la lectura de su libro El Capital en el Siglo XXI en Cambridge, Massachusetts. Autor: Sue Gardner.

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