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lunes, 29 de febrero de 2016

Cabeza de ratón



Lo han vuelto a hacer. Los liberales moderados españoles han vuelto a confiar en un partido no liberal, y una vez más el elegido les ha traicionado. Poco importa que el resultado final sea la investidura de Pedro Sánchez o la convocatoria de elecciones. La semana relevante para nuestros liberales lights es la que concluyó ayer, en la que nuevamente han recibido un duro golpe anunciado, esperado por todo el mundo menos por ellos mismos. Esta vez el golpe se lo ha asestado Albert Rivera, pero da igual. Es otro borrón más en el historial de nuestros liberales atemperados, un historial merecedor de cómodo diván, cálida penumbra y avezado psicoanalista.

Instalado en la ceguera voluntaria, atenazado por el temor a los cataclismos con que se le amenaza en cada momento, incapaz de vencer la cobardía y la pereza, el liberal moderado hispánico es el único animal que tropieza ene veces con la misma piedra: la piedra del conformismo culpable con el “mal menor” de turno. Así, nuestro liberal descafeinado se apresta siempre a encaramarse con bobo estusiasmo a la chepa de quien sea. Cualquiera vale, ya le dirán sus ínclitos gurús mediáticos a cuál deben subirse esta vez. Renovado su suicidio político para tranqulidad de la élite estatista, el liberal desgrasado ejercerá el papel secundario que le han asignado: el de tonto útil y “cola de león”, jamás “cabeza de ratón”, que está feo y es fatigoso. Así hasta la siguiente decepción, y vuelta a empezar. Y así se pasa la vida mientras nuestros liberales suaves languidecen con una influencia infinitamente menor que la de sus pares europeos —que también se han vendido al establishment pero, hombre, al menos han sabido ponerse precio—.
Una cosa es pactar con otros partidos y otra es asumir el cien por cien de su programa. Ciudadanos no ha intentado meter ni una brizna de liberalismo
Nuestro liberal blando se ha aferrado a numerosas colas de león durante estos cuarenta años de indigna claudicación: UCD, PRD, CDS (mea culpa, en ese estuve yo), CDC y otros nacionalistas, algunos regionalistas, PP, CDL, UPyD, SCD, Vox… Ahora tocaba Ciudadanos. Y no es por decir que lo dijimos… ¡pero es que lo dijimos! Dijimos que Rivera no era solución a Rajoy, como Rajoy no lo fue a Zapatero. Dijimos que todos ellos van en la misma dirección de mucho Estado, impuestos confiscatorios y Libertad en retroceso porque son parte de la socialdemocracia transpartita, el mainstream internacional aún vigente. Dijimos que apoyar a Ciudadanos era mal negocio hasta para los liberales desnatados, porque un partido que se definía en la misma frase como liberal y socialista —con un par— traicionaría muy pronto a los liberales. Dijimos que su verdadera faz era la socialista, por mucho Garicano que quisieran esgrimir nuestros invidentes voluntarios y por mucho que los eurodiputados de Ciudadanos se hubieran adscrito tácticamente al cajón de sastre de Verhofstadt, donde ya hay de todo como en botica. Pues bien, ni setenta días ha tardado Ciudadanos en pisotear a los liberales tibios.

El infumable programa de gobierno Sánchez-Rivera prevé mantener los impuestos, incluyendo la brutal subida del IVA perpetrada por el PP (que sólo se baja al sector cultural agraviando a los demás). Pretende incumplir el déficit pese a que nuestra deuda equivale a todo el PIB. Establece una homogeneización que acabe con la tímida competencia fiscal existente, por ejemplo en Sucesiones. Refuerza hasta el delirio la caza de brujas contra los contribuyentes. No sólo mantiene el corralito liberticida de Montoro a los pagos en efectivo sino que pretende restringirlo hasta los mil euros, golpeando a pymes y autónomos. A una pequeña parte de estos últimos les baja la cuota, pero probablemente a costa del resto. Satisface a la banca interviniendo los créditos entre particulares, refuerza el ICO y da barra libre de subvenciones por “innovar”. Monta un comisariado político para la economía colaborativa, exilia a las grandes fortunas mediante nuevos impuestos. Refuerza el poder sindical, debilita el empleo mediante el salario mínimo que expulsa del mercado de trabajo a los más débiles, y crea una especie de renta básica con nuestros impuestos.

El pacto no devuelve a la sociedad civil los servicios esenciales ni el sistema de pensiones (cuya agonía se sostendrá con cargo al presupuesto), y mantiene los medios de desinformación estatales. Busca un mero cambio de sentido del adoctrinamiento educativo, mantiene el nefasto prohibicionismo sobre drogas y el limbo jurídico de la prostitución. Redobla la persecución a la “piratería”. Crea numerosos organismos politizados centrales, mantiene politizada la Justicia, agrava las barreras de entrada al sistema de partidos y conserva su financiación estatal. Mantiene las listas “desbloqueándolas” e intensifica su forzoso carácter paritario. El chocolate del loro de las diputaciones es un mero cambio de nombre.
A ver si los liberales moderados dejan de pensar cómo diluir “estratégicamente” nuestras ideas y se dedican por fin a promoverlas de frente y sin complejos
Una cosa es pactar con otros partidos y otra es asumir el cien por cien de su programa. Ciudadanos no ha intentado meter ni una brizna de liberalismo en el documento. A Ciudadanos sólo le interesa su monotema unionista y, una vez satisfecha esa obsesión, todo lo demás le da igual. O, sencillamente, comparte la visión socialista incluso con el giro de Sánchez hacia más intervencionismo. No le ha temblado la mano a Rivera al firmar un acuerdo frontalmente antiliberal. En algo tuvo razón otra socialista, Rosa Díez: Albert era “bizcochable”. Nanosegundos han tardado en ello, y la factura la han pagado los liberales cero-cero alojados en la cola del león naranja. Les está bien empleado, a ver si esta vez reaccionan y dejan de tropezar con la piedra. A ver si se dejan de resultadismo, modas y quintacolumnismo tras cuarenta años de fiascos. A ver si dejan de pensar cómo diluir “estratégicamente” nuestras ideas y se dedican por fin a promoverlas de frente y sin complejos en la arena política para ganar a Podemos con un “contrapodemos” liberal sin descremar, liberal de hoy, es decir, libertario. A ver si cambian de estrategia para ser cabeza de ratón. En esta nueva etapa, los ratones pueden ser ágiles y eficaces entre tanto elefante. Pero hay que creer más en ellos y, sobre todo, en que las ideas de la Libertad personal y económica sí pueden avanzar.

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