A pesar de la política de tipos cero de interés (ZIRP, por sus siglas en inglés) y los múltiples programas de flexibilización cuantitativa (por los que el banco central compra grandes cantidades de activos mientras deja los tipos de interés prácticamente a cero), las economías mundiales están atascadas en el pesimismo. El único éxito de los bancos centrales parece ser un aumento en la deuda pública y privada. Por tanto, el siguiente paso para los economistas keynesianos que dirigen los bancos centrales en todas partes es hacer negativos los tipos de interés (es decir, adoptar una política de tipos negativos de interés o “NIRP”, por sus siglas en inglés). El proceso puede ser tan sencillo como que el banco central cobre a sus bancos miembros por tener reservas extraordinarias, aunque puede lograrse lo mismo con métodos más indirectos como manipular el mercado de repos.
Recordad que fue el propio banco central el que creó estas reservas extraordinarias cuando compró activos con dinero creado de la nada. Las reservas cayeron en cuentas de reserva bancaria en el banco central cuando los receptores de las compras de activos del banco central depositaron sus cheques en sus bancos locales. Ahora los bancos tienen pasivos que están respaldados por activos depreciados (es decir, los bancos siguen debiendo a sus clientes la cantidad total en sus cuentas corrientes), pero el banco central cobra a los bancos por tener las reservas que respaldan los depósitos. En la práctica, los bancos están siendo extorsionados por los bancos centrales para aumentar el préstamo o perder dinero. Los bancos no tienen alternativa. Si no pueden encontrar prestatarios adecuados, deben cobrar a sus clientes por el privilegio de tener dinero en sus cuentas corrientes. O, como está ocurriendo en algunos bancos europeos, los bancos tratan de aumentar los tipos de los préstamos para prestatarios actuales para cubrir los costes adicionales.
En los países europeos en los que reina el NIRP, hasta ahora, los bancos están cobrando por sus depósitos solo a los titulares de grandes cuentas. Así que estos clientes de grandes cuentas están tratando de sacar su dinero de los bancos y ponerlo en activos que no se deprecien. La espantada hacia valores muy seguros ha generado que algunos valores se vendan con prima ( es decir, los inversores recuperarán menos de lo invertido).
¿Cómo puede ser? Bueno, la cantidad de la prima es menor que lo que se cobra a los bancos, así que el cliente de una gran cuenta está ligeramente menos mal. Pierde algo menos de dinero. Pero esto en realidad no resuelve el problema: solo significa que las reservas extraordinarias se trasladan a otro lugar, creando sencillamente el mismo problema para una nueva serie de bancos que acabaron con el dinero después de que el primer grupo de inversores cambiaran su efectivo por valores.
Pero eso no es lo que quieren los bancos centrales. Los bancos centrales quieren obligar a los bancos comerciales a prestar dinero para evitar el cobro sobre las reservas extraordinarias. Parecen decididos a aumentar el hasta ahora coste nominal hasta ½% o menos. Si los bancos centrales pueden cobrar un ½%, pueden cobrar lo que quieran y, dada la mente keynesiana que llevó a la locura de los tipos negativos, probablemente lo harán.
Para qué existen los tipos de interés
Los tipos de interés violan varias nociones de una economía sensata. Por ejemplo, la base de los tipos de interés es la preferencia temporal del consumidor, descrita por David Howden en un artículo escrito hace casi tres años acerca de la pérdida de fábricas en Canadá.
El tiempo es un factor necesario para la producción y único en el sentido de que no podemos asignarlo económicamente como otras entradas. La decisión del tiempo es siempre “antes o después” y nunca “más o menos” (como en el caso de otros factores de entrada). Los tipos de interés nos ayudan a determinar lo pronto que deberíamos consumir un bien o lo largo que debería ser un proceso de producción. Tipos bajos de interés implican que el futuro no está excesivamente descontado. A un tipo bajo se estará dispuesto a esperar un periodo más largo de tiempo para apreciar el disfrute del consumo o los beneficios de una inversión. Los tipos altos de interés invocan el corolario: se quiere consumir antes o emplear procesos de producción que rindan en el menor tiempo posible.
El Dr. Howden va incluso más allá para demostrar que la producción de dinero a partir de la nada por parte del banco central para rebajar los tipos de interés causa desequilibrio entre prestatarios, inversores y ahorradores. El mismo propósito del tipo de interés en una economía no intervenida es sin embargo crear equilibrio entre estos dos grupos.
Un desequilibrio en la estructura temporal de la producción (principalmente un exceso de inversión en proyectos a más largo plazo) y un inevitable ciclo económico de auge-declive, derivan del hecho de que el ahorro real no había aumentado para proporcionar los bienes reales necesarios para las mayores inversiones. Primero quiebran las empresas, luego los bancos y luego la población en general.
El declive inevitable
¿Pero no puede el banco central simplemente imprimir más dinero para salvar a todos? Por desgracia, no. Más dinero no puede curar lo que creó demasiado dinero.
Por supuesto, una economía que se ha lanzado al desequilibrio por medio de los tipos negativos de interés puede mostrar muchas anomalías absurdas ante de sucumbir a la “quiebra del boom” descrita por Ludwig von Mises.
Una indicación temprana de falta de confianza en el dinero es un auge en los metales preciosos. Los precios suben cada vez más rápido y la producción se desploma. La gente entiende que las autoridades monetarias no tienen ninguna intención de renunciar a sus políticas de tipo negativos de interés y restaurar el dinero y la banca sólidos. En una carrera alocada por salvar su riqueza de la destrucción total, la gente empezará a comprar lo que espera que sean activos que no se depreciarán. Esto establece un enorme boom (auge) en algunas categorías de activos, de ahí la porción “boom” del escenario de la “quiebra del boom” de Mises. Pero la quiebra pisa los talones al boom.
Lo realmente lamentable es que todos los declives y quiebras podrían haberse evitado si los banqueros centrales entendieran que los precios a la baja acaban creando las condiciones para una recuperación económica normal. La deflación no es la espiral mortal que creen los keynesianos. En un mercado que funciona, la demanda de la gente de guardar dinero sería satisfecha cuando sus reservas de dinero basten en relación con el nivel de precios, cuando tengan de nuevo confianza en el futuro y cuando estén dispuestos a invertir a largo plazo.
Así, la supresión de los tipos de interés ha sido innecesaria y dañina. Sin embargo, cabe esperar que más bancos centrales sigan a los líderes tempraneros (Suiza, Suecia, Dinamarca e incluso el propio Banco Central Europeo) en el territorio de los tipos negativos de interés. Lo lamentable es que no funcionará y causará un gran daño a cientos de millones de personas.
Publicado originalmente 25 de febrero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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