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domingo, 28 de febrero de 2016

La inflación se dispara en Argentina por encima del 30%

Las ventas caen por primera vez en 13 meses, alertan las empresas



Alejandro Rebossio
Buenos Aires 


El nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, ha encontrado en sus primeros dos meses de Gobierno que la inflación supone su primer gran desafío. Tras 12 años de kirchnerismo, este político promercado heredó un peso caro y unas tarifas de energía baratas a fuerza de subvenciones, y se ha estrenado con una devaluación de 35% y un encarecimiento de la electricidad de hasta el 500%. En paralelo, la inflación, que en Buenos Aires ascendía al 24% hasta octubre pasado, se elevó hasta casi el 30% en enero.

En un país que por ahora carece de índice precios al consumidor (IPC) nacional, en otra provincia que elabora su propio indicador, San Luis, ascendió al 35%. El alza de precios amenaza con contraer la actividad económica.

En Argentina, una nación fanática de sus asados (barbacoas), las carnes se han encarecido un 42% en el último año, mientras que los alimentos en general, casi un 29%. Pero también ha subido 36% el alquiler, 32% la ropa, 43% los remedios y más de un 32% los electrodomésticos. “El asado estaba a 80 pesos el kilo y ahora está a 100 (5,84 euros)”, cuenta Leandro, carnicero de 32 años del barrio porteño de Palermo. “Todos los clientes se quejan, pero compran. Lo que ves es que compran menos kilos de los cortes caros, como lomo (solomillo) o peceto (redondo)”.

Argentina se ha habituado a vivir con una inflación superior al 20% desde hace nueve años, pero el salto a más del 30% está comenzando a impactar en la economía. La Cámara de la Mediana Empresa advierte de que en enero las ventas minoristas se contrajeron por primera vez en 13 meses por la mayor inflación, la caída del empleo y la mayor salida de turistas al extranjero, quienes habían anticipado sus compras de billetes y reservas de hotel fuera para aprovechar el peso fuerte previo a la devaluación de diciembre.

Los productos que más se encarecieron en el último año, según las estadísticas porteñas, fueron los coches nuevos: un 60%. Allí también impactó la devaluación: la mitad de los vehículos son importados y la otra mitad es nacional, pero con mayoría de componentes extranjeros. “Las ventas empezaron a caerse desde noviembre, cuando fueron las elecciones presidenciales”, comenta Gastón, empleado de un negocio de venta de automóviles Fiat en el barrio porteño de Abasto.

Frente a la mayor inflación, el presidente Macri y su ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, se enfrentan a la presión social por evitar una caída del poder adquisitivo de los trabajadores y a la crítica de economistas afines pero ultraliberales que demandan un ajuste más radical de la inflación.

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