Por Gabriel Boragina ©
Una de las más importantes leyes de la economía es la de los rendimientos decrecientes o -simplemente como se la conoce en forma abreviada- de los rendimientos. Curiosamente, y a pesar de su relevancia, no se trata de una de las leyes que se tengan a menudo presentes en los análisis económicos. Esta omisión lleva a frecuentes malentendidos, de allí que será de interés dedicarle algunos párrafos, tanto a su concepto como a sus aplicaciones. Veamos rápidamente su noción.
"rendimientos decrecientes. Los rendimientos decrecientes se presentan cuando, al añadir más cantidad de un factor productivo, se obtienen crecimientos menos que proporcionales en la cantidad producida. Las economías de escala hacen que los rendimientos crezcan a medida que se aumenta la escala de la producción; pero, más allá de cierto punto, comienza a operar la llamada ley de los rendimientos decrecientes. Esta expresa que, cuando se añade más de un factor productivo, manteniendo fija la cantidad de los restantes, comenzará a decaer primero el rendimiento marginal y luego el rendimiento medio."[1]
Tal como puede de inmediato advertirse, la ley de rendimientos decrecientes es uno de los factores limitativos de los monopolios. La idea común -incluso entre conocidos economistas- es que los monopolios tienen la capacidad de expandir su producción (o sus ventas) en cantidades ilimitadas, sujetas solamente a los deseos de los monopolistas. Pero, en realidad, esto no representa más que uno de los tantos mitos que existen en la ciencia económica (y en una extensión mucho mayor a nivel popular). Siguiendo este mito tan amplio es que se ha advertido sobre la necesidad del control de los monopolios por parte de los gobiernos y su necesaria restricción. No obstante, estas medidas que han sido ensayadas una y otra vez en el curso de la historia económica siempre han estado destinadas al fracaso.
Alguien podría estar tentado a pensar que "la solución" para sortear la ley de los rendimientos decrecientes es aumentar la cantidad de todos los factores productivos sin excepción. Pero ello representa un hipotético ilusorio:
"En realidad, el supuesto de que alguna empresa pueda aumentar sin límites todos los factores productivos en la misma proporción es imposible pues siempre habrá algún factor, fuera del alcance de la empresa, que no pueda cambiarse. Por ejemplo, el tamaño de los caminos de acceso a la fábrica o de los puertos donde embarca sus productos (en términos generales se dice que la empresa no puede cambiar el tamaño del mundo).Todo ese cúmulo de factores fuera del alcance directo de la empresa hace que, aún en los casos de rendimientos crecientes de escala, en algún momento entre a jugar la ley de rendimientos decrecientes y que la curva de costos promedios comience a subir. En la medida en que esos factores fijos fuera del alcance de la empresa no operen se pueden observar economías de escala y costos decrecientes, pero siempre habrá un más allá del cual dichos factores fijos comiencen a operar y la empresa deje de obtener economías de escala."[2]
Es decir, es irrealizable que exista algo así como una expansión infinita de una empresa o producción. Podrá aumentar todos los factores productivos, pero jamás en la misma proporción, en tanto que algunos son inmodificables para la empresa. Esta es una de las razones por las cuales se verifica que los llamados "monopolios" no pueden crecer más allá del punto que indica esta ley para cada una de sus respectivas producciones. Por supuesto que, esto es siempre válido, tanto en el caso que estemos considerando monopolios naturales, esto es aquellos que pueden llegar a conformarse excepcionalmente en economías de mercado, como en los ejemplos más frecuentes en el mundo real: de monopolios artificiales (aquellos que son constituidos o protegidos por leyes estatales). Nótese que este autor maneja como sinónimos las expresiones rendimientos y economía de escala.
"Igual que detrás de la demanda por bienes se encuentra la utilidad (marginal), detrás de la demanda por insumos se encuentran sus productividades (marginales). También, así como la utilidad total es en general creciente y la utilidad marginal es decreciente, con las productividades totales y marginales de los factores productivos sucede lo mismo. Si usted hiciese un experimento aplicando diferentes dosis de fertilizante a un mismo terreno que, por ejemplo, produce papas, y registra las distintas cantidades de papas producidas (donde todo lo demás permanece constante, incluido el clima) observará como la producción total aumenta, pero también notará que aumenta cada vez menos. Por ello decimos que el fertilizante tiene rendimientos marginales decrecientes."[3]
La demanda de insumos se encuentra determinada por sus respectivas productividades. La ley de los rendimientos decrecientes opera también en el supuesto de las productividades marginales, como bien lo indica el autor citado. En el caso, el factor productivo fijo se halla localizado en el terreno (que siempre es el mismo) y el factor productivo variable viene dado por las diferentes cantidades empleadas de fertilizante, siendo –en el ejemplo- el producto a conseguir "papas". También se suponen "fijos" el resto de los factores (tales como el clima). El factor limitante aquí consiste en el tamaño fijo del terreno. Por muchas más dosis de fertilizante que apliquemos a la misma extensión de suelo, la producción estará siempre circunscrita al perímetro del área de cultivo. Sólo en el caso que podamos ampliar la extensión del campo podríamos –de momento- sortear el escollo de la ley de rendimientos decrecientes. Pero, nuevamente, ello solamente será una solución temporal, ya que resulta imposible ampliar indefinidamente el tamaño del área cultivable.
En suma, podemos decir que el estudio de la ley de los rendimientos decrecientes requiere del análisis de tres elementos: un factor fijo, otro (u otros) variable, y la producción resultante de la interacción de los dos primeros. Las consecuencias son derivables del juego de los tres.
[1] Carlos Sabino, Diccionario de Economía y Finanzas, Ed. Panapo, Caracas. Venezuela, 1991. voz respectiva
[2] Valeriano F. García. Para entender la economía política (y la política económica). Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos México, D. F. 2000. pág. 37
[3] García, Valeriano F. Para entender...Ob. cit. Pág. 47.
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