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miércoles, 24 de febrero de 2016

La democracia se ha convertido en un arma



[Este artículo aparece en el número de enero-febrero de 2016 de The Austrian]

THE AUSTRIAN: Entre los que somos muy laissez-faire, la Europa liberal del siglo XIX nos parece historia antigua y gente como Richard Cobden parece estar increíblemente lejos de lo que es ahora la corriente dominante. Y aun así, los izquierdistas parecen creen que el “neoliberalismo” (es decir, la ideología del “gobierno limitado”) está ganando en todas partes. ¿Puede ponernos las cosas en perspectiva? Históricamente hablando, ¿cuánto prestigio tiene ahora mismo el liberalismo?

RALPH RAICO: Sí, hoy Cobden está lejos de la corriente dominante, lo que es una pena. Fue el mejor teórico liberal clásico (o libertario) de las relaciones internacionales que nunca haya habido y sus críticas incisivas del mayor imperio de sus tiempos, el británico, son totalmente pertinentes para el mayor imperio de nuestros tiempos, el de Estados Unidos.
Los izquierdistas generalmente se han equivocado con respecto a nuestra filosofía. Lo que se llama “neoliberalismo” es el realidad sencillamente un punto de vista de centro-derecha, lejos de lo que significa históricamente el auténtico liberalismo: los llamados neoliberales incluyen a los cristianodemócratas en Alemania e Italia, por ejemplo, y los conservadores en Gran Bretaña. La verdadera postura anti-estado está representada por una serie de grupos relativamente pequeños, la mayoría de ellos asociados o inspirados por el propio Instituto Mises.

TA: En sus lecciones, usted ha señalado que fueron realmente los liberales los que llegaron al “análisis de clase” que Marx incorporó posteriormente a su propia obra. ¿Qué podemos aprender hoy de esto?

RR: El análisis liberal de clase es anterior a la versión marxista y de hecho la inspiró, como admitieron libremente Marx y Engels. Se originó en Francia a principios del siglo XIX, con la escuela industrialista, pero afecta a toda la historia del liberalismo y el libertarismo, desde Cobden a John Bright a Herbert Spencer, el gran Gustave de Molinari, en Estados Unidos a Albert Jay Nock y Frank Chodorov y hasta el dia presente. Fue esencial para la visión política de Murray Rothbard. El análisis liberal de clase sostiene que la historia es en realidad una lucha entre dos clases.
Pero estas clases no son la “burguesía” y el “proletariado”. Como sostiene Marx es el caso de los tiempos modernos. Por el contrario, un grupo está compuesto por los beneficiarios de la acción del estado y el otro por sus víctimas. Las subvenciones y prohibiciones del estado, los contratos y monopolios otorgados por el estado, los aranceles, la banca centralizada y la manipulación de la moneda, el imperialismo, sobre todo prepararse y hacer la guerra (históricamente el negocio preeminente del estado), esto sirve al interés de unos pocos favorecidos y va en perjuicio de los intereses de todos los demás.

TA: Buena parte de Europa parece entusiasmada por la beligerancia hacia Rusia, combinada con ataques periódicos a los países africanos y de Oriente Medio. ¿Sigue viviendo entre los europeos el fantasma del colonialismo y el nacionalismo? ¿Tal vez en algún tipo de forma mutante?

RR: La democracia de masas, como auguraron sus opositores liberales del siglo XIX, inevitablemente evoluciona hacia un combate entre fuerzas opuestas, motivadas por el propio interés corrupto, ya sea directamente financiero o ideológico. (Una soberbia disección de este fenómeno, por cierto, la proporciona mi amigo, Hans-Hermann Hoppe, en su Monarquía, democracia y orden natural). La “democracia se ha convertido en un arma conceptual por parte del gobierno de EEUU en sus luchas por el poder global.
Rusia proporciona un ejemplo excelente. Vladimir Putin, a pesar de sus defectos, ha ayudado a la causa de la paz y la libertad en varios frentes. No olvidemos que concedió asilo al heroico informante Edward Snowden, quien, si EEUU y sus perritos falderos europeos hubieran podido, habría sido condenado a tortura y probablemente encontrado ahorcado en su celda. Putin ha resistido con éxito los intentos estadounidenses, bajo el pretexto de extender la democracia, de desestabilizar su país y subordinarlo a la hegemonía mundial de EEUU y ha bloqueado esos intentos en otros lugares, como en Siria (hasta ahora).
El viejo colonialismo sigue funcionando hoy, muy evidentemente en Oriente Medio. Aquí no son las potencias europeas las que están principalmente implicadas, sino el único pretendiente a hegemón, Estados Unidos. La gran mayoría de los estadounidenses tiene poco interés y prácticamente ningún conocimiento de los asuntos exteriores. Así que, de nuevo, los controles caen en manos de aquellos que tienen un interés muy definido y saben exactamente qué quieren.
El periodo clásico del imperialismo se extendió durante las últimas décadas del siglo XIX hasta 1914. Los autores han demostrado ampliamente desde hace mucho el papel de los jugadores económicos concretos en las metrópolis, así como el papel de la ideología dominante, básicamente la supremacía blanca. En el momento actual en Oriente Medio, los papeles interpretados por los intereses financieros, las grandes petroleras, por ejemplo, y por los grupos étnicos supremacistas, también están claros. Por una gran ironía, el colonialismo actual en sentido estricto (la migración de población a países extranjeros) es lo contrario de lo que ocurría en el pasado.
Como nos demuestran diariamente los titulares de prensa, son los pueblos antes sometidos, en el África nor- y subsahariana, así como en Oriente Medio, vastas hordas de negros y árabes, los que están emigrando, en realidad invadiendo Europa. Se está produciendo una situación propia de El desembarco, que si no se controla con rigor, generará la muerte del viejo continente, la madre de la civilización moderna.

TA: Entre los liberales la idea de “la política pequeña” fue dominante durante un tiempo, aunque no sin soportar una extensa crítica de quienes sostenían que era demasiado prosaica. Parece que la retórica militarista ha ganado, pero, al mismo tiempo, no ha habido ninguna guerra entre grandes potencias durante setenta años. ¿Es posible que la economía haya terminado con la guerra para muchos, aunque pocos estén dispuestos a decirlo?

RR: La retórica militarista no parece haber ganado. Muchos millones que no podrían localizar Iraq o Afganistán en un mapa se apresuran a apoyar la agresión estadounidense contra estos desgraciados países. Aunque hay una guerra extendida en muchos lugares del planeta, es verdad que se ha evitado la guerra entre las grandes potencias, principalmente EEUU y Rusia.
Sin embargo, me parece que la razón básica es que una guerra como esa, entre dos naciones con armas nucleares, significaría el fin de toda sociedad ordenada. Las élites dirigentes en ambos bandos se dan cuenta de esto y, gracias a Dios, han evitado hacer estallar el mundo. Sin embargo, qué ocurriría si Israel decide alguna vez ejercitar la Opción de Sansón, no está claro pero es muy perturbador.

TA: Tal vez sea una ironía que el liberalismo ganara fuerza junto al fortalecimiento del apoya del estado-nación como ideal. Fue cuando políticos como Bismarck consiguieron consolidar el poder estatal. ¿Qué ve como tendencia a este respecto aquí y ahora en el siglo XXI?

RR: Los liberales heredaron un viejo orden que contenía elementos del feudalismo y del mercantilismo de los siglos XVII y XVIII. Para eliminarlos, consideraban necesario establecer un fuerte poder central estatal capaz de superar la resistencia localizada. El sistema de gremios y las regulaciones comerciales de los pueblos, por ejemplo, tenían que abolirse. Fue así en Alemania, donde los liberales se aliaron con Bismarck en la década de 1870 y fueron de hecho su principal apoyo. Cuando el gran canciller se puso en contra de sus aliados, a partir de 1879, con la introducción del proteccionismo y luego en la década de 1880 con su creación del estado del bienestar moderno, los liberales todavía en su mayor parte rechazaban admitir su error básico. Era su falta de comprensión de que en tiempos modernos el gran enemigo de la libertad y la prosperidad general es el estado centralizado burocrático, lo que el liberal inglés Thomas Macaulay ya en 1830 calificaba como “el estado que lo devora todo”.
Como un aspecto de su confusión, la mayoría de los liberales se unieron a Bismarck en su Kulturkampf o campaña contra la Iglesia Católica. No entendieron que instituciones como las iglesias cristianas, hechas apropiadamente voluntarias, podrían ser poderosos aliados en la lucha por una sociedad libre.
Respecto de cómo veo las tendencias: bueno, no soy un optimista, a manera de Murray y Lew. Francamente, tiendo más al pesimismo estoico de Bob Higgs. Encuentro que la generación más joven tiene en buena parte lavado el cerebro por las escuelas públicas y es en general dócil. Los medios, siempre que tocan la política, son entusiastas servidores de los poderes políticos que haya. En general, un conformismo atrofiante parece estar a la orden del día. El Instituto Mises sigue luchando en el lugar correcto aunque con pocas posibilidades. Hacen un uso muy hábil de Internet, que hasta ahora ha resistido a los intentos de domesticación. ¿Pero por cuánto tiempo? Aun así, mi evaluación algo lúgubre puede ser completamente errónea. Como decía Yogi Berra: “Las predicciones son difíciles de hacer, especialmente acerca del futuro”.

Publicado originalmente el 24 de febrero de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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