Los trabajadores autónomos pueden escoger actualmente su base de cotización a la Seguridad Social: en 2016, ésta oscila en una horquilla entre 893,1 euros y 3.642 euros al mes. A saber, pueden optar por cotizar entre 236,6 y 965,1 euros mensuales (sin complemento por accidente de trabajo o incapacidad temporal) o entre 266,1 y 1.085,3 euros mensuales (con tal complemento). Es decir, por encima de unos ingresos netos anuales de 10.717,2 euros, el autónomo tiene derecho a escoger con qué base cotiza a la Seguridad Social; por debajo de 10.717,2 euros, en cambio, el autónomo debe cotizar como si ingresara 10.717,2.
Casi el 53% de los autónomos declara ingresos superiores a la base mínima de cotización
En España hay 3,15 millones de autónomos: de ellos, si tomamos como referencia los ingresos declarados en el IRPF durante el durísimo año 2012 —último año para el que tenemos datos—, 1,65 millones ingresaron más de 10.500 euros (la cifra real podría ser incluso mayor, dado que la mitad de los autónomos declara su renta en el IRPF a través del sistema de módulos, lo cual en ocasiones subestima sus ingresos reales). Es decir, casi el 53% de los autónomos declara ingresos superiores a la base mínima de cotización, mientras que el 47% lo hace por debajo. Según el secretario de Estado de Seguridad Social, el 84,7% de todos los autónomos cotiza por la base mínima, lo que significa que el 70% de los autónomos que pueden determinar su base de cotización (38 puntos del 53% que ingresó más de 10.500 euros) opta por hacerlo por la mínima. Como ya hemos indicado, la cifra real puede ser superior, dada la probable subestimación de los ingresos de todos aquellos que tributan en el IRPF por módulos. Huelga decir, además, que el 15% del total de autónomos que ingresa más que la base mínima y que no opta por cotizar por encima de la base mínima no tiene por qué hacerlo según sus ingresos reales: que escojan cotizar por encima del mínimo no significa que coticen por sus ingresos reales.
Dicho de otra forma, con respecto a un régimen de Seguridad Social en el que los autónomos cotizaran según sus ingresos reales, actualmente el 47% de los autónomos sale perjudicado (aquellos que ingresan menos que la base mínima y deben cotizar como si percibieran esos 10.717 euros anuales), el 38% sale beneficiado (aquellos que ingresan más que la base mínima y cotizan como si percibieran la base mínima) y el restante 15% queda como mucho en tablas (aunque, como decimos, muchos de ellos probablemente coticen por debajo de sus ingresos reales aun cuando escojan una base de cotización superior a la mínima).
Hay que aclarar, sin embargo, que existe una laguna legal con respecto a la cotización de los autónomos que ingresen menos que el salario mínimo, dado que la obligación de darse de alta a la Seguridad Social comienza cuando se ejerce una actividad lucrativa de manera habitual, y el Tribunal Supremo entiende que no puede entenderse que concurra habitualidad cuando los ingresos del profesional autónomo sean inferior al salario mínimo. Por consiguiente, una porción importante de ese 47% que supuestamente sale perjudicado por el sistema actual no tienen la obligación de cotizar ya dentro del sistema actual: es decir, lo que en todo caso habría que exigir es una clarificación legal que despeje la incertidumbre alrededor de la obligación de cotizar (la ley, la jurisprudencia y la práctica de la Tesorería General de la Seguridad Social apuntan en direcciones opuestas).
1,15 millones de autónomos pagarían más; y la mitad de ellos, verían incrementada su cotización anual en más de 3.000 euros
El sablazo que viene
Pongamos estos datos en perspectiva a la hora de valorar la propuesta recogida en el acuerdo de gobierno PSOE-Ciudadanos consistente en "establecer un nuevo sistema de cotización en función de los ingresos reales del autónomo": es decir, impedir que los autónomos escojan una base de cotización igual o superior a la mínima, forzándolos a cotizar según sus rentas reales. En esto, por cierto, PSOE y Ciudadanos coinciden en esencia con todas las restantes formaciones políticas. Podemos, en su documento base para pactar un gobierno con el PSOE, propone lo siguiente: “Se establecerán cuotas a la Seguridad Social porcentuales y progresivas en función del rendimiento neto para los autónomos que facturen por encima del salario mínimo, y un alta gratuita para aquellos que facturen por debajo del salario mínimo”. A su vez, el PP ha declarado en numerosas ocasiones que resulta necesario fijar las cotizaciones en función del rendimiento real de los autónomos.
Por consiguiente, parece que el pensamiento único político nos está orientando en la dirección de establecer un régimen de cotización proporcional para los autónomos, con la posible clarificación normativa de que quienes ingresen por debajo del salario mínimo están exentos de cotizar. En tal caso, la distribución de los autónomos perjudicados sería la siguiente: 1,15 millones pagarían más que bajo el sistema actual; y la mitad de ellos, verían incrementada su cotización anual en más de 3.000 euros.
Fuente: Cálculos propios a partir del documento “El Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas en 2012. Análisis de los datos estadísticos del ejercicio”.
Repitamos que las cifras del gráfico estén probablemente sesgadas a la baja: primero porque no todos los autónomos IRPF declaran en el IRPF sus ingresos reales (la declaración por módulos puede infravalorarlos); segundo, porque no todos los autónomos que escogen cotizar por encima de la base mínima lo hacen según sus ingresos reales (en el gráfico anterior, suponemos conservadoramente que todos los que cotizan por encima del mínimo lo hacen a sus ingresos reales).
En todo caso, incluso adoptando supuestos conservadores, parece obvio que todos los partidos políticos están preparando el terreno para castigar a, al menos, 1,15 millones de autónomos con un sablazo salvaje que en absoluto puede camuflarse como una política en favor de esos muy maltratados profesionales autónomos.
En contra de los autónomos
Todos los partidos políticos intentan vestir este terrorífico cambio en el sistema de cotización de los autónomos como una forma de promover y de ayudarles en su actividad. Incluso se ha dado el caso de que las muy politizadas asociaciones de autónomos han llegado a aplaudir en algún momento reformas similares a la planteada. Pero, ¿cómo es posible hacer pasar semejante rejonazo tributario como una medida a favor del trabajador autónomo? Los argumentos que al respecto suelen emplearse son dos: el primero, que una cotización proporcional a los ingresos reales supone un respiro para quienes ingresen menos que la base de cotización mínima; el segundo, que el aumento de la cotización vendrá asociado a una mejora de la protección social de los autónomos.
En cuanto al primer argumento, es verdad que aquellos autónomos con bajos ingresos requerían urgentemente de una clarificación de su marco normativo: no es de recibo que quienes ingresen menos de 10.700 euros deban cotizar como si ingresara 10.700 euros (en contra del criterio del Tribunal Supremo). La consecuencia de este absurdo sistema es que muchas personas que podrían realizar trabajos a tiempo parcial en régimen autónomo no se arriesgan a ello por la incertidumbre regulatoria acerca de si han de cotizar (o no) por unos importes desproporcionados con respecto a sus ingresos reales. Sin embargo, que sea imprescindible clarificar el marco de cotización de estos autónomos no implica que deba perjudicarse a quienes ingresen más de 10.700 euros: la reforma podría simplemente consistir en eximir de la obligación de cotizar a los autónomos que ingresen menos del salario mínimo (tal como defiende el Tribunal Supremo) y en darles la opción de cotizar por cualquier base de cotización que ellos escojan (si es que quieren beneficiarse proporcionalmente de algunas de las prestaciones que ofrece la Seguridad Social).
La finalidad de la reforma no es facilitarles la vida a los autónomos, sino incrementar los ingresos de la muy deficitaria Seguridad Social
Y así llegamos al segundo argumento: que el brutal incremento de cotizaciones sociales que proyectan todos los políticos es, en realidad, beneficioso para los autónomos por cuanto aumenta la cuantía de sus beneficios sociales (pensión, desempleo, incapacidad temporal, etc.). Pero démonos cuenta de la trampa: en la actualidad los autónomos no tienen la obligación de cotizar por la base mínima, sino el derecho a hacerlo. Si hoy los autónomos estiman provechoso incrementar su base de cotización, nadie les impide hacerlo. Ahora bien, tal como hemos dicho, al menos el 70% de los profesionales que ingresan por encima de 10.700 euros optan por cotizar por el mínimo: señal de que juzgan más beneficioso retener sus ingresos actuales que devengar unas inciertas prestaciones sociales futuras (tan inciertas como que los políticos las están sometiendo continuamente a recortes en aras de la "sostenibilidad" de la Seguridad Social). ¿En qué sentido reducir los derechos de los autónomos —bloquear su derecho a escoger su base de cotización— constituye una medida en favor de los autónomos?
En ninguno. De hecho, la verdadera finalidad de la reforma no es facilitarles la vida a los autónomos, sino simplemente incrementar los ingresos de la muy deficitaria Seguridad Social. Vean, si no, dónde incluyó el PSOE su promesa de “establecer la cotización de los trabajadores autónomos en función de sus rentas o ingresos” dentro de su programa electoral para las elecciones de 2015: en el epígrafe de “Pensiones públicas económica y socialmente sostenibles”; y, más en particular, entre las medidas dirigidas a lograr la “sostenibilidad financiera” de la Seguridad Social. Más claro, agua.
Acaso los habrá que opinen que, aunque este nuevo sistema de cotización perjudique a los autónomos, es mucho más justo que el actual, dado que éstos pasarán a cotizar en las mismas condiciones que los trabajadores por cuenta ajena: a saber, cada cual debería pagar en función de lo que ingresa. Mas este razonamiento —que podría tener cierta lógica en el caso de los impuestos generales del Estado— resulta del todo inapropiado para un sistema de prestaciones contributivas como es la Seguridad Social: y es que, en un sistema contributivo, quien cotiza más también obtiene mayores prestaciones futuras a cambio; y, a la inversa, quien cotiza menos también renuncia a esas mayores prestaciones futuras. No estamos ante un sistema redistributivo (quien ingresa más paga más para ayudar a quienes ingresan menos) sino, como decimos, contributivo (quien ingresa más paga más para recibir más, no para ayudar a quien ingresa menos).
Los autónomos serán uno de los colectivos más perjudicados durante esta próxima legislatura
En definitiva, en este esquema contributivo, los menores ingresos presentes de la Seguridad Social (por permitir a los autónomos cotizar por debajo de sus ingresos reales) se compensan con las menores obligaciones de pago futuras de la Seguridad Social (por cuanto muchos autónomos devengan menores derechos que los que devengarían si cotizaran por sus ingresos reales). Lo que en todo caso habrá que revisar, y ajustar, es que se mantenga la proporcionalidad entre los importes cotizados y las prestaciones percibidas: a saber, que quienes escojan cotizar por la base mínima no terminen devengado un derecho a prestaciones futuras mayores que las justificadas por sus contribuciones reales (pero para solventar este posible desajuste no es necesario obligar a más de un millón de personas a pagar mucho más que ahora: basta con revisar la correspondencia entre ingresos y gastos).
Conclusión
Los autónomos serán uno de los colectivos más perjudicados durante esta próxima legislatura. Sea cuál sea la composición del gobierno, todos los partidos se preparan para saquearlos con más saña. El piramidal esquema de la Seguridad Social arrastra un gigantesco agujero —que sólo hará que incrementarse con el tiempo— y necesita de nuevos recursos de los que nutrirse. Los hipócritas políticos que nos gobiernan, o que aspiran a gobernarnos, creen haber localizado parte de esos nuevos recursos en la figura de los autónomos: de frente les prometen ingentes parabienes y, por la espalda, ya están afilando su machete para cortarles el cuello.
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