Las propuestas de “recuperar” el estado del bienestar son ideológicas y falsas, pero lo peor es que esconden una batería de nuevo gasto y a disparar nuestro déficit estructural
“Hey, big spender, spend some time with me” Peggy Lee
Las propuestas de pactos que se están presentando ante la posible investidura tienen un denominador común: más impuestos y más gasto político.
Si atendemos al programa del PSOE, se aumenta el gasto corriente en 25.000 millones, y si vamos añadiendo otros partidos, se llega hasta la monstruosa cifra de 96.000 millones de euros anunciados por Podemos (lean).
La enorme mayoría de estas promesas de gasto eternas se basan en la mayor falacia de propaganda electoral utilizada en estas últimas elecciones. El inexistente “desmantelamiento” del Estado de Bienestar y la necesidad de “recuperarlo”. Sin embargo, esa premisa es falsa.
España ha mantenido, contra viento y marea, su gasto social, a pesar de una brutal crisis económica donde se perdieron 40.000 millones de euros anuales de ingresos fiscales extraordinarios de la década anterior por la burbuja inmobiliaria y donde pinchó el exceso de obra civil y ladrillo que llegó a pesar casi el 20% del PIB.
España ha mantenido, contra viento y marea, su gasto social, a pesar de una brutal crisis económica donde se perdieron 40.000 millones anuales de ingresos
Es inaudito que se llame a aumentar enormes partidas de gasto adicional en un país que ya tiene un déficit estructural –el que se genera aunque crezca la economía- cercano al 4%.
Pues bien, en 2011 el gasto social –incluyendo estabilizadores automáticos en un país que enviaba más de un millón de personas al paro en ese ejercicio- era de unos 296.000 millones de euros, y en 2014 de 290.000 millones. Una mínima reducción del 2% que se convierte en casi inexistente si consideramos que el paro se redujo en el periodo, y con él las necesidades de gasto por subsidio por desempleo. De hecho, si consideramos que los gastos por ayudas a desempleados se redujeron en casi 10.000 millones con la bajada del paro, el gasto social se ha mantenido a pesar de un entorno difícil en el que aún no se ha recuperado el PIB de niveles pre-crisis.
Las propuestas de “recuperar” el estado del bienestar, por tanto, son ideológicas y falsas, pero lo peor es que esconden una batería de nuevo gasto político, burocrático, nuevos observatorios, comités y entes estatales que volverán a disparar nuestro déficit estructural.
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera. (EFE)
Pues bien, Moody´s ha alertado ya de que corremos el peligro de no cumplir el déficit ni en 2016 ni 2017, después de ocho años de expansión fiscal superior a 550.000 millones de euros.
Pero además, la agencia de calificación que, como siempre, hace estimaciones cautelosas, alerta de que los pactos anunciados deterioran la posición de solvencia del país, ya que basan todo el proceso de consolidación fiscal en aumentos de ingresos por nuevos impuestos y subidas de los mismos, además de en unos supuestos efectos expansivos de la economía que nunca se han dado a través del aumento de gasto corriente (lean) .
Y eso que, como es habitual, la agencia de calificación valora el pacto PSOE-Ciudadanos con cautela y no entra en la certeza de que los ingresos esperados no se darán y los gastos no generarán el crecimiento deseado. Moody´s sabe, porque la historia ha demostrado que ocurre siempre, que en estos programas las estimaciones de ingresos siempre son optimistas y las de gasto se cumplen con todo rigor.
Un pacto "ambiguo en política económica y presupuestaria" que incluye el error de buscar "un ritmo más lento de reducción del déficit"
La agencia crediticia afirma que el pacto va “en contra de la tendencia de la reducción de deuda” al agrandar el déficit a corto plazo –que luego siempre se incumple- y eso que no se ha parado a analizar la carta a los Reyes Magos de un Burócrata del plan de ciencia ficción de Podemos. También considera que acuerdos como éste muestran que no se llevarán a cabo las reformas necesarias para “reforzar el crecimiento de España y con ello el saneamiento de su deuda”. Un pacto "ambiguo en política económica y presupuestaria" que incluye el error de buscar "un ritmo más lento de reducción del déficit pese al aumento del crecimiento de la economía española", cuando se debería utilizar el periodo de crecimiento para continuar reduciendo un déficit que se ha reducido a la mitad en cuatro años, pero aún es demasiado alto.
Lo peor es que se ha llegado a tal nivel de falta de responsabilidad, que cualquier aritmética de pactos pasa, casi por obligación, por aceptar más y mayor gasto político.
Nos estamos lanzando, con el aplauso de muchos, a otro posible shock de deuda
Cuando leemos noticias sobre los pactos, es evidente que nos hemos olvidado de la importancia de las reformas estructurales y ajustar –ahora que crecemos- el brutal desequilibrio estructural generado entre 2004 y 2011. Olvidamos que llevamos más de un 55% del PIB en déficit acumulado en ocho años en cuanto hemos tenido un par de años de crecimiento. Volvemos a los errores del pasado. A pensar que el Banco Central lo va a solucionar todo y a negar los desequilibrios estructurales que comentamos aquí.
Nos estamos lanzando, con el aplauso de muchos, a otro posible shock de deuda. Que no digan luego que las agencias de calificación no avisaron.
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