El régimen bolivariano vende sus reservas de oro para
pagar deudas tras la fuerte caída de ingresos fiscales que ha causado el
desplome del petróleo.
Óscar Guinea
Han pasado cuatro años y medio desde que el expresidente Hugo
Chávez decidió repatriar el oro venezolano desde
Europa y Estados Unidos a la República Bolivariana. Su plan pretendía
desembarcar en Venezuela 11.000 millones de dólares de oro, en un momento en la
que la onza rondaba los 1.800 dólares en medio de un difícil panorama de
inestabilidad financiera mundial.
Según Nelson Merentes, gobernador del Banco Central Venezolano, esta misión
se tradujo en el regreso de unas 145 toneladas de oro para
inicios de año 2012, en una "llamada a la prudencia financiera y a la
soberanía".
Sin embargo, mucho ha cambiado la situación desde entonces. Para empezar,
Venezuela afronta vencimientos de deuda por valor de
16.000 millones de dólares de aquí a un año. Además, hay que
recordar que las rentas del petróleo suponen, directamente, un
23% del PIB venezolano y el crudo y sus refinados más del 90%
de sus exportaciones. Todo ello, en un contexto en el que el precio del barril
se ha reducido a menos de la mitad del que lucía en julio de 2011.
¿Cuál es el problema? La reservas de divisa extranjera que
posee Venezuela en estos momentos están en mínimos históricos
de los últimos doce años, habiendo pasado desde los 43.000 millones de dólares
hasta 15.000 millones en apenas siete años, según los datos
oficiales del Banco Central de Venezuela.
Reservas de divisa extranjera | CNN
Esto significa que Venezuela, difícilmente, va a poder encarar los
compromisos de pago con sus acreedores, sobre todo teniendo en cuenta
que el país que preside Nicolás Maduro ya recuperó el pasado verano 1.500
millones que tenía depositados en el Fondo Monetario Internacional (FMI),
restándole apenas 1.200 millones en Special Drawing Rights -en castellano,
derechos especiales de giro o DEGs-, la medida usada por el Fondo como moneda de
reserva.
De forma paralela, el Bolívar Fuerte tan sólo
cotiza al 1% del valor que marca el tipo de cambio oficial, en medio de
una hiperinflación que ha multiplicado por ocho los precios en
apenas dos años y con una contracción del PIB próxima al 10% en 2015, según las
últimas previsiones del FMI, lo cual deja a Venezuela al borde del colapso
fiscal y monetario.
De hecho, las reservas de oro ya han menguado un 20% en el
primer semestre del año, hasta situarse en 11.700 millones de dólares el pasado
mayo, tras las ventas protagonizadas por el régimen venezolano para conseguir
liquidez y, de este modo, hacer frente a sus compromisos
financieros.
El margen de actuación es muy pequeño y salvo gran rebote del precio del
petróleo o ayuda de los socios comerciales y políticos del país caribeño -como
China o Rusia, tampoco ambas en la mejor de las situaciones-, el resultado es
totalmente incierto e inquietante para la economía venezolana.
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