Se suele decir “las agencias de calificación no tienen credibilidad por Lehman y las subprime”. Es un error típico confundir a los analistas de crédito corporativo de las agencias con los de riesgo soberano
El ministro de Economía, Luis de Guindos. (EFE)
“I can´t wait for the next right moment to come” Ric Ocasek
¿Entran las agencias de calificación en campaña? ¿Se equivocan?
Me parece muy curiosa la amnesia de los críticos ante la mejora de la calificación de España por Standard and Poor´s (lean) y muy evidentes los errores de algunos.
Se suele decir que “las agencias de calificación no tienen credibilidad por Lehman y las subprime”. Es un error típico confundir a los analistas de crédito corporativo de las agencias con los de riesgo soberano. Es como pensar que si un analista de un banco se equivoca en su recomendación de un valor del Ibex, todo lo que diga dicho banco es incorrecto. Las agencias de calificación, con el riesgo soberano, no hacen predicciones. Analizan el deterioro o mejora de las cuentas. Y claro que no son infalibles.
Pero merece la pena entender que cuando han bajado la calificación a España una vez detrás de otra desde 2009, es mucho más difícil revisar al alza dicha nota. Por definición, ante una perspectiva de dificultades, suelen ser mucho más cautelosas a la hora de revisar al alza.
¿Hace campaña S&P? Como argumento es cuando menos infantil, dado que en el pasado, y con esta Administración, no le ha sido difícil revisar a la baja la calificación cuando percibía empeoramiento de las cuentas.
Con esta administración, no le ha sido difícil revisar a la baja la calificación cuando percibía empeoramiento de las cuentas
Otro argumento falaz es que “la subida viene tras un empeoramiento de las finanzas estatales”. Y no solo es falaz, o no quieren entender la diferencia entre 'stock' de deuda -la cantidad emitida- y flujo -el deterioro o mejora anual-, o parecen buscar engañar en lo que se fija una agencia.
Los elementos positivos son:
- El crecimiento esperado de la economía se ha duplicado con respecto a las expectativas de hace un par de años. Un 4% nominal anual -2,7% real- es una gran diferencia para la sostenibilidad de las cuentas públicas.
- Las necesidades netas de financiación de España estimadas han caído a casi la mitad. Recuerden que entre 2008 y 2011 las necesidades de financiación neta crecían anualmente en algunos años hasta un 69%, hasta una brutal cifra de 86.500 millones de euros en 2009, y se ha ido moderando anualmente. Que España haya pasado de suponer casi un 30% de las emisiones de deuda neta de la eurozona a menos del 10% hace que el riesgo de financiación baje.
- El 'stock' de deuda no peligra. Sí, la deuda pública ha aumentado, pero el riesgo de que los tenedores de esos bonos los liquiden antes de vencimiento se ha reducido enormemente, hasta el punto de ser casi irrelevante.
- Los costes por intereses están muy lejos de la línea de peligro considerada de “alto riesgo de impago” (un 10% del PIB), situándose en menos del 3% estimado en 2016.
El apoyo del BCE no es una panacea. En 2008-2010, el BCE compraba deuda española y aumentaba su balance mientras la UE se entregaba a esos odiosos planes de estímulo -de deuda- y la calificación empeoraba.
En 2015, la deuda sobre PIB ha caído por primera vez, gracias al crecimiento, aunque la deuda total aumente. Ahora lo que hay que conseguir es empezar a reducirla en términos absolutos, y eso solo se consigue creciendo y creando empleo, no gastando más.
Recuerden que el deterioro del flujo de deuda registrado entre 2008 y 2012 nos llevó a pasar de tener una deuda sobre PIB de las más bajas de Europa a un 97,7% del PIB. Y ese deterioro anual, en el que se deben incluir los 125.000 millones de euros de 2011 de facturas pendientes, rescate de las cajas públicas y de las comunidades autónomas, ha pasado en tres años a estabilización y mejora.
Existe el peligro de parar las reformas y entregarnos al unicornio de la chequera en blanco
Estas estimaciones de Standard and Poor´s también incluyen advertencias. Un elevado nivel de endeudamiento con el exterior, aunque una enorme parte del mismo sea con países de la eurozona, que mitiga mucho el riesgo. Y también el peligro de parar las reformas y entregarnos al unicornio de la chequera en blanco que hizo que el deterioro de nuestras cuentas públicas fuera el mayor de la OCDE tras el desastre de “incentivar la demanda interna” de 2008, con un agujero del 30% del PIB en cinco años.
La mejora de calificación es positiva por dos razones. Cuesta mucho más revisar al alza la nota que bajarla, porque los deterioros de ingresos y gastos suelen ser estructurales. Pero sobre todo es positiva porque, desde ahora, muchos miles de fondos de inversión que antes no podían invertir en España por dicha calificación, hoy pueden.
Esperemos que no decidamos conscientemente hundir nuestra credibilidad.
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