No se espera que lo haga ahora. Pero sí podría necesitar hacerlo en diciembre. Si el BCE quiere fortalecer sus estímulos, debe preparar el terreno. Y esa será la misión de su presidente en Malta
No será ahora. O mejor dicho, sería una sorpresa que fuera ahora. Pero no se descarta que acabe llegando en dos meses. Y para eso, conviene preparar el terreno ahora. Por este motivo, la reunión de política monetaria que el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) celebrará hoy en Malta se va a desarrollar en dos tiempos. Entre octubre y diciembre. Porque ahora sonaría precipitado que la entidad reforzara ya sus estímulos, pero en el futuro, en la cita que la institución protagonizará el 3 de diciembre, podría ser una necesidad reforzarlos.
En esta doble visión entre el presente y el mañana, todo está preparado para que el presidente de la entidad, Mario Draghi, tire hoy de experiencia y oratoria para abrir la puerta a la posibilidad de meterle una marcha extra a su programa de expansión cuantitativa (QE) en la cita de comienzos de diciembre. En su justa medida, eso sí, solo lo preciso para procurarse el mayor margen de actuación posible sin que eso le comprometa por completo.
"No esperamos que el BCE anuncie cambios en su política monetaria en la reunión de Malta. Sin embargo, sí esperamos que mantenga su retórica blanda, dejando firmemente abierta la puerta para hacer más, pero sin una señal explícita de que tendrá lugar definitivamente el 3 de diciembre", apuntan desde Nomura. "Creemos que es más probable un QE2 en diciembre. Lograr un consenso en el BCE requeriría dos meses más", opinan desde Bank of America-Merrill Lynch. "Este jueves, el BCE podría mantener su política como está mientras ajusta el escenario para una expansión del QE antes de fin de año. Cada vez estamos más cerca de un mayor QE por parte del BCE", añaden desde Royal Bank of Scotland.
Actuar ya sonaría precipitado; pero en diciembre puede ser una realidad. Draghi necesita comprar tiempo. Y lo buscará con palabras. Una vez más
Hasta ahora, y desde comienzos de marzo, el BCE viene dedicando 60.000 millones de euros al mes a la compra de deuda pública y privada en un programa que pretende mantener al menos hasta finales de septiembre de 2016. Lo que podría hacer el BCE es incrementar ese volumen, alargar el plazo, incluir nuevos activos en su 'cesta de la compra' o una mezcla de estas posibilidades.
Entorno incierto
Este revuelo responde a la renovada presión que percibe el BCE. Primero, por la inflación... o por su ausencia. En septiembre, los precios volvieron a caer en la eurozona. Tras cinco meses en positivo, la tasa de inflación cayó una décima, con lo que la sombra de la amenaza deflacionista vuelve a alargarse sobre Draghi.La subida del euro en los últimos meses es, precisamente, uno de los movimientos que están restando efectividad a la extraordinaria política expansiva del BCE. La caída de las bolsas, la paralización del estrechamiento de las primas de riesgo o la lenta mejoría del crédito al sector privado son otros de esos síntomas, que podrían acabar empujando a la entidad hacia una mayor dosis de medicina cuantitativa.
Del resto se puede encargar la creciente incertidumbre que se respira en la economía mundial, con cada vez más países en recesión, con China generando una creciente desconfianza y con la Reserva Federal estadounidense y sus eternas dudas sobre los tipos de interés alimentando aún más el nerviosismo. En este contexto, a Draghi le podría bastar por el momento con sus palabras para afianzar la expectativa de que el BCE está verdaderamente dispuesto a actuar. La clave vuelve a ser comprar tiempo. Una vez más. Y ya van unas cuantas durante la crisis.
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