Compilado por Euro Pacific Capital usando datos de los Datos Económicos de la Reserva Federal (FRED), del Banco de la Reserva Federal (FRB) de San Luis
Cuando la crisis de la deuda europea realmente comenzó a acaparar los titulares en el 2011 con los rendimientos de la deuda soberana de las llamadas naciones PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) expandiéndose a territorio récord en relación a los bonos soberanos de Alemania, el escrutinio del euro entró en cuestión una vez más. La incertidumbre sobre posibles rescates financieros a bancos europeos que sostenían una deuda pública potencialmente tóxica fue demasiada incertidumbre para que el mercado pudiera manejarla. La presión en el euro se intensificó por la desaceleración de la economía de la eurozona. Estas fuerzas combinadas ayudaron a empujar el euro hacia abajo de manera constante durante el 2012 y el 2013.
Pero la gota que realmente derramó el vaso de agua se dio a finales del 2014 cuando se hizo evidente que el Banco Central Europeo, bajo el nuevo liderazgo de Mario Draghi, finalmente tendría éxito en producir un cortocircuito en las restricciones anti rescate del Tratado de Maastricht y flanquear las objeciones del sistema financiero y político alemán, con el fin de llevar Flexibilización Cuantitativa (QE) completamente desarrollada a la zona euro. El programa de flexibilización cuantitativa esencialmente involucra la creación de euros de la nada con el fin de comprar deuda pública y mantener bajas las tasas de interés a largo plazo.
Las expectativas sobre la QE europea se produjeron en un momento en que la mayoría de los observadores habían concluido que la economía estadounidense estaba finalmente en camino de una fuerte recuperación en el 2015 y en que la Reserva Federal (que ya había bañado a los Estados Unidos con casi seis años completos de QE) había suprimido finalmente el programa y empezaría a elevar las tasas por primera vez en casi diez años. A pesar de una economía languideciente, los mercados estadounidenses habían entregado rendimientos estelares una vez más, con el S&P 500 amentando a 64% entre el 2011 y el 2014, haciéndolo sin jamás haber experimentado una corrección de más del 10%.
Estos movimientos proporcionaron una sólida justificación para que los inversionistas vendieran euros y compraran dólares. En los 12 meses de mayo del 2014 a mayo del 2015 el euro cayó en alrededor de un 20%. Cuando tocó fondo al caer a $1.05, el 11 de marzo del 2015, el euro había caído 34% desde su máximo de siete años atrás. Esto revivió las opiniones de que el euro estaba muerto y el dólar sería la única moneda de reserva para el futuro previsible.
Pero ¿Qué pasaría si las suposiciones sobre la recuperación de la economía estadounidense y el aumento de las tasas de la Reserva Federal estuvieran equivocadas? ¿Podrían los observadores estar en un error ahora acerca de la trayectoria del dólar contra el euro, como sucedió en el 2000? Mientras algunos habían advertido que la burbuja de las puntocom del 2000 podría terminar mal, muy pocos entendieron qué tan profundamente la raíz de la expansión económica era la manía y qué tan severamente el fracaso final amenazaría a la economía entera. Similarmente, muy pocos habían previsto los peligros que la burbuja de la vivienda y la hipoteca había presentado a la economía en general en el 2008. Las contracciones económicas y de mercado en el 2000 y 2008 podrían haber sido mucho peores si la Reserva Federal no hubiera sido capaz de cortar las tasas de interés en casi 500 puntos base de cara a la crisis. (Ninguna de estas opciones está disponible si la economía se contrae en la actualidad). En otras palabras, la complacencia puede ser muy peligrosa, especialmente si no hay munición para combatir una crisis si ésta se presenta de manera inesperada.
La confianza es lo único que realmente apuntala las monedas fiduciarias modernas. Pero la confianza puede ser muy efímera… y desaparecer tan rápido como llega. El dólar estadounidense se beneficia de la confianza en que la moneda del euro puede ser simplemente inviable, en que la economía estadounidense continuará mejorando y que la Reserva Federal elevará las tasas en lo que resta del 2015 y en el 2016. Si estas expectativas no se cumplen, podría haber una reversión del euro.
Cuando una tendencia permanece en su lugar por algún tiempo, la gente tiende a creer que continuará por siempre. Cuando se revierte, el impacto puede ser generalizado. Del mismo modo que los especuladores de divisas sobre estimaron la fuerza de la economía estadounidense en el 2000, creo que ahora están cometiendo el mismo error. Pero la economía estadounidense es de hecho mucho más débil y vulnerable ahora de lo que lo era en el 2000. Si el hechizo de la confianza que rodea al dólar se rompe, también puede revertir las fortunas de otras monedas golpeadas. Esto podría presentar un cambio radical en el panorama de inversión global para el cual los inversionistas sabios deberían estar preparados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario