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martes, 1 de septiembre de 2015

La crisis mella el poder de Xi Jinping

 Por Jeremy Page y Lingling Wei

 

Por Jeremy Page y Lingling Wei

BEIJING—A comienzos de julio, poco antes de que el presidente de China, Xi Jinping, abordara un avión que lo trasladaría a una cumbre en Rusia, su oficina emitió una orden ejecutiva: las bolsas del país tienen que volver a subir.

El gigantesco plan estatal de compra de acciones que siguió a la orden apuntaló brevemente los mercados a mediados de ese mes, y le permitió al mandatario demostrar el poderío económico de China en la reunión con líderes de los mercados emergentes. En las últimas semanas, sin embargo, los precios de las acciones se han vuelto a desplomar, provocando un derrumbe de los mercados globales y desatando una crisis de confianza internacional en la capacidad de Xi de gestionar la segunda mayor economía del mundo.

El mandatario chino proyectará una imagen de fortaleza el jueves, cuando presida el desfile conmemorativo del Día de la Victoria durante la Segunda Guerra Mundial, con participación de aviones caza, misiles balísticos y 12.000 efectivos. Tres semanas después, Xi viajará a Washington como parte de una visita oficial que apunta a enviar el mensaje de que China está en paridad de condiciones con Estados Unidos.

A pesar de las muestras de poderío en el exterior, los conocedores de la política china y analistas indican que Xi pasa por su período de mayor vulnerabilidad desde que asumió el puesto en 2012, aunque conserva su popularidad dentro de China.

Su imagen como un líder más osado y capaz que sus recientes predecesores está siendo socavada por el mal manejo del derrumbe bursátil, la repentina devaluación del yuan, el enfriamiento de la economía y la explosión de un depósito de químicos tóxicos.

Los aprietos financieros y económicos crean espacio para que quienes conocen el proceso político chino señalen que Xi ha concentrado un poder excesivo y dedicado demasiada atención a los objetivos políticos y las relaciones internacionales en desmedro de la economía. “Xi está en control, que no quepa duda”, dijo un alto dirigente del Partido Comunista de China. “La otra cara de la moneda es que todos aguardan su visto bueno antes de cualquier acción”.

Desde que asumió el poder en 2012 y delineó su “Sueño chino” para rejuvenecer el país, Xi se ha convertido en el líder más poderoso en décadas al imponer su control sobre las fuerzas armadas y atacar a altas figuras del partido en su campaña anticorrupción.

Sin embargo, los coletazos de los acontecimientos de los últimos meses dentro de los círculos gobernantes amenazan con poner en riesgo los objetivos del mandatario de fortalecer el poder del Partido Comunista y forjar un nuevo orden geopolítico centrado en China, en desmedro de EE.UU.

Xi no se ha referido en público al reciente derrumbe de los mercados y muchos funcionarios e inversionistas del país asiático atribuyen la fallida intervención al premier Li Keqiang, el segundo hombre más influyente del partido.

Algunos conocedores de la política china, sin embargo, señalan que Xi ha contribuido a la crisis al poner las decisiones cotidianas, incluyendo el manejo de la economía, en manos de comités del Partido Comunista que él encabeza.

La autoridad limitada de Li quedó en evidencia cuando los mercados comenzaran a caer. En una reunión convocada de urgencia el 4 de julio, el Primer Ministro exigió a los reguladores financieros que adoptaran medidas para fortalecer los precios bursátiles, según fuentes cercanas.

La única entidad que respondió de inmediato fue el regulador del mercado de valores, que anunció que el banco central proveería créditos ilimitados a una empresa estatal con el fin de comprar acciones. El Banco Popular de China no confirmó la medida sino hasta tres días después y luego de una orden de Xi, dicen fuentes al tanto del episodio.

La orden ejecutiva de Xi fue difundida por la oficina general del Partido Comunista poco antes de que él partiera hacia Rusia para participar en la cumbre del 8 de julio. Los mercados “deben volverse rojos”, decía el documento según una fuente. Cuando los mercados suben, las cotizaciones en China aparecen en rojo en los letreros electrónicos.

Xi , dicen fuentes del gobierno, pretendía estabilizar el mercado antes de reunirse con los líderes del bloque de países llamado Brics, compuesto además por Brasil, Rusia, India y Sudáfrica. Representantes del gobierno chino no respondieron a solicitudes de comentario.

“Los costos en términos de credibilidad política de Xi son significativos”, dijo Barry Nauhgton, experto en economía china de la Universidad de California en San Diego. “Hay auténticos reformadores en el sistema chino, pero si Xi cuenta con un ‘equipo económico’ claro y coherente es algo que este episodio ha puesto en duda”.

El equipo de política económica de Xi se está replanteando su estrategia, archivando su dependencia del mercado bursátil para ayudar a las empresas estatales a pagar sus deudas, según fuentes políticas del país. En la última semana, los medios de comunicación estatales han difundido una teoría atribuida a Xi que pide acelerar la transición desde la siderurgia y otros sectores con un exceso de capacidad hacia manufacturas más sofisticadas.

A los defensores de Xi les preocupa que los problemas puedan envalentonar a los grupos de intereses, incluyendo los “capitanes” de las industrias bajo control del gobierno y los líderes retirados que quieren frenar la campaña anticorrupción y las reformas en el sector estatal.

Los simpatizantes de Xi dicen que éste ha debilitado a sus opositores con la campaña anticorrupción y alejando la toma de decisiones de la inflada burocracia estatal. Las autoridades lanzaron la semana pasada varias investigaciones sobre presuntas manipulaciones de precios de las acciones y castigaron a 197 personas bajo la acusación de difundir rumores en Internet sobre el mercado bursátil y otros acontecimientos, según los medios estatales.

Aun así, Xi necesita un amplio apoyo dentro del partido para aprobar un nuevo plan quinquenal en la reunión del Comité Central prevista para octubre. También necesita lograr que sus aliados sean ascendidos en el próximo cambio de liderazgo que tendrá lugar en 2017.

“Xi Jinping ha dado la impresión de que es muy fuerte, pero en realidad enfrenta una oposición muy feroz y persistente”, señaló Huang Jing, experto en China de la Universidad Nacional de Singapur. “El liderazgo actual siente una presión enorme en torno de la desaceleración económica”.

Incluso antes de mediados de año, la campaña anticorrupción de Xi enfrentaba la resistencia de quienes, dentro del partido, dicen que la cruzada está paralizando a la burocracia y causando fricciones dentro de la élite política.

Un comentario en el principal periódico del Partido Comunista advirtió en agosto que líderes retirados no identificados estaban entrometiéndose en la toma de decisiones. Otro comentario mencionaba “inimaginables” resistencias a las reformas económicas.

El daño a la imagen de Xi es evidente en los comentarios en las redes sociales que se burlan del desfile. Una caricatura que ha circulado ampliamente en la web muestra a un grupo de demacrados inversionistas marchando en el desfile. “¡Los osos rugen! ¡Los toros huyen!”, dice una versión satírica de una famosa canción de guerra antijaponesa. “Los únicos recuerdos de este verano serán las violentas lluvias, la violentas pérdidas y las violentas explosiones”.

Muchos de los dignatarios de Asia Central y África que asistirán a la demostración esperan beneficiarse del plan de Xi para construir una red de carreteras, ferrocarriles, puertos, gasoductos y oleoductos para conectar a Asia con Europa.

Tales planes, sin embargo, dependen de la capacidad del gobierno para ofrecer financiamiento barato a otros países y a constructoras chinas.

“Los dignatarios extranjeros, cuando no están aplaudiendo y siendo bien educados, tratarán de averiguar qué está pasando en China”, señaló Steve Tsang, del Instituto de Política China de la Universidad de Nottingham. “Quieren saber si será sostenible”.

—James T. Areddy, en Shanghai, y Olivia Geng y Kersten Zhang, en Beijing, contribuyeron a este artículo.

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