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martes, 29 de septiembre de 2015

Manipulación, sistemas automáticos y cómo no salir escaldado del mercado

 
La unión de los sistemas ultra rápidos de ejecución de órdenes y la manipulación está dando muchos quebraderos de cabeza a los reguladores
Foto: Foto: Reuters.
 
En un informe de la SEC, se admite que la manipulación, en el mercado norteamericano, ha subido un 37% en la última década. Y todo ello a pesar de existir pena de cárcel y altas multas para los infractores. Es la ley de la selva y, como dijo Voltaire, quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero….Enron, la manipulación del Libor y de los tipos de cambio por parte de varios bancos, el caso WorldCom o la más reciente historia sobre Avon, así lo demuestran. ¡Y muchas hasta se repiten!. Sin ir más lejos, en el suceso comentado de Avon, se cumplimentó ante la SEC una oferta de compra sobre la empresa de cosméticos, que se difundió por los sistemas públicos oficiales e hizo subir la cotización de las acciones un 20% ese día. Unos 600 millones de dólares de capitalización. Al final, resultó ser una empresa ficticia la que hacía la supuesta oferta y el tipo que andaba detrás (un ciudadano búlgaro al que aún creo que buscan…) ya había hecho algo similar en al año 2012 y en 2014. Un puro bulo para sacar tajada de forma fácil y no muy complicada.
 
En nuestro país, historias como la de Fórum, Pescanova, Gowex,….ponen de manifiesto que la manipulación está a la orden del día en cualquier mercado.
 
Y esos manejos que impactan en los precios de los activos financieros, también se ven a más pequeña escala. Es decir, no hace falta trucar las cuentas anuales ni ocultar información para adulterar las cotizaciones. El mercado, en la última década, se ha convertido en mucho más salvaje, menos transparente y mucho más rápido. El trading mediante algoritmos ha sido uno de los grandes desarrollos desde la última crisis financiera. Las firmas de inversión han invertido en desarrollo de fórmulas y sistemas de trading que han revolucionado la forma de operar. Estos programas lanzados mediante ordenadores pueden especular, enviar ordenes de compra y venta, mostrar papel y dinero en varios niveles de profundidad…y todo ello en microsegundos. Es lo que se ha denominado el trading de alta frecuencia o HFT. Esos robots pueden combinar, incluso, el uso de redes sociales como Twitter y el envío de órdenes, de forma que se confunde al resto de participantes sobre la inversión real que se está desarrollando. Obviamente, hay algoritmos dedicados a sacar el máximo partido a estrategias de inversión bien definidas y argumentadas que basan su actuación en años de experiencia y buena praxis.
 
Una de las consecuencias del uso de los HFT, donde no se atiende a razones económicas sino a la fórmula y diseño de la estrategia, ha sido el desarrollo de los Flash Crash. Se trata de caídas muy bruscas de las cotizaciones en un tiempo mínimo. En mayo de 2010, el Dow Jones perdió un 9% en cuestión de minutos para, poco tiempo después, recuperar parte de la caída.
 
 
En 2012, uno de los mayores ejecutores de acciones de Estados Unidos, sufrió un fallo técnico en sus sistemas de trading mediante algoritmos que terminó con una pérdida de más de 400 millones en 40 minutos. Otro flash cash se vivió cuando se manipuló la cuenta de una agencia de noticias en Estados Unidos y se comentó que el presidente estaba herido tras una explosión. El índice cayó 150 puntos en segundos. Todo ello constata que esos algoritmos, de trading automático, están diseñados para interpretar incluso, redes sociales y convertir palabras en operaciones.
 
La unión de los sistemas ultra rápidos de ejecución de órdenes y la manipulación está dando muchos quebraderos de cabeza a los reguladores. Y en un momento bajista, como el actual, podemos ver cómo hay mucho HFT trading a la caza de oportunidades. De facto, en un mercado bajista es más fácil manipular el mercado. Aquí intervienen los Short & Distort (S&D) , practica ilegal que, sin embargo, se da con frecuencia. Este tipo de manipuladores, utiliza posiciones cortas al tiempo que difunde información falsa sobre el activo. De esa forma, se potencia el miedo desde nombres en internet o mails, que parezcan fiables, normalmente que parezcan relacionados con la SEC.
 
Así las cosas, estaría bien que como inversores, desarrollásemos nuestro propio algoritmo de inversión. El legal, claro. Sólo hay que seguir las instrucciones definidas por nuestra estrategia y ejecutarla. Por ejemplo, si un inversor compra cuando la media móvil de 50 sesiones corta al alza la media de 200 y vende cuando la corta a la baja, esa instrucción es la que deberíamos programar. De ese modo, es fácil el monitorizar el precio de un activo y operar cuando se dan esos requisitos fijados.
Y en el momento actual de mercado podrá, a ciencia cierta, observar todo lo que aquí hemos comentado. Sólo falta ahora que lo sepa utilizar correctamente en su toma de posiciones

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