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miércoles, 23 de septiembre de 2015

¿Explicó Phelps realmente la estanflación?

 
 
Este año, el premio Nobel de economía se concedió al economista estadounidense Edmund S. Phelps, cuyo libro sobre trabajo fue reseñado favorablemente por David Gordon y que ha seguido la teoría austriaca del ciclo económico en las páginas del Wall Street Journal. Aunque rechace la visión austriaca, Phelps ha escrito sin embargo que “debemos honrar a los teóricos austriacos como los primeros en ver las aventuras capitalistas como viajes a lo desconocido, dirigidos por visiones de emprendedores e intuiciones de prestamistas e inversores y llenos de consecuencias no previstas”.

El comité del Nobel atribuye a Phelps aclarar la relación entre inflación y desempleo. De hecho sí realizó una contribución a este respecto. Lo que no hizo es lo que la mayoría de los economistas le atribuyen haber hecho: identificar las verdaderas causas detrás del fenómeno de la estanflación.
El fenómeno de la estanflación se caracteriza por la ocurrencia simultánea de un fortalecimiento en la tendencia creciente de los precios y un declive en la actividad económica real. Un caso famoso de estanflación se produjo durante el periodo 1974-75. En marzo de 1975, la producción industrial cayó en casi un 13%, mientras que la tasa anual de crecimiento del IPC ascendió a en torno al 12%. Igualmente se observaron una gran caída en la actividad económica y una inflación galopante de precios durante 1979. En diciembre de ese año, la tasa anual de crecimiento de la producción industrial estuvo prácticamente en cero, mientras que la tasa de crecimiento del IPC estuvo por encima del 13%.
 
Percentage of Change: US Industrial Production vs CPI
 
La estanflación de la década de 1970 fue una gran sorpresa para la mayoría de los economistas ortodoxos, que sostenían que una caída en el crecimiento económico real y un aumento en la tasa de desempleo deberían estar acompañados por una caída en la tasa de inflación y no un aumento.
 
Según la visión entonces aceptada, el banco central influye en el ritmo real de la expansión económica por medio de políticas monetarias. Sin embargo esta influencia conlleva un precio, que se manifiesta en términos de inflación. Por ejemplo, si el objetivo es conseguir un ritmo más rápido de crecimiento económico y una tasa menor de desempleo, los ciudadanos deberían estar dispuestos a pagar un precio por esto en términos de un tipo superior de inflación. Así que se creía que hay un equilibrio entre inflación y desempleo (la curva de Phillips). Cuando más baja sea la tasa de desempleo, más alta será la tasa de inflación. Inversamente, cuanto más alta sea la tasa de desempleo, más baja será la tasa de inflación.
 
Por tanto los acontecimientos de la década de 1970 sorprendieron a la mayoría de los economistas. Sus teorías basadas en el supuesto equilibrio de repente se convirtieron en inútiles. A finales de la década de 1960, Edmund Phelps y Milton Friedman (PyF) se opusieron a la visión popular de que podía haber un equilibrio sostenible entre inflación y desempleo. PyF habían estado argumentando que, contrariamente a la forma popular de pensar, no hay ningún equilibrio a largo plazo entre inflación y desempleo. De hecho, con el tiempo, según PyF, las políticas laxas del banco central crean una plataforma para un crecimiento económico real menor y una tasa mayor de inflación, es decir, estanflación.[1][2]

La explicación de la estanflación de PyF

A continuación proporcionamos un marco simplificado del pensamiento de Phelps y Friedman (PyF) con respecto al equilibrio entre inflación y desempleo y su relación con la estanflación.
 
Empezando con una situación de igualdad entre la tasa actual y esperada de inflación el banco central decide aumentar la tasa de crecimiento económico aumentando la tasa de crecimiento de la oferta monetaria.
 
Como consecuencia, un mayor suministro de dinero entra en la economía y cada persona tiene ahora más dinero a su disposición. A partir de este aumento, cada persona cree haberse convertido en más rica. Esto aumenta la demanda de bienes y servicios, lo que a su vez pone en marcha un aumento en la producción de bienes y servicios. Todo esto a su vez aumenta la demanda de trabajadores por parte de los productores y consiguientemente la tasa de desempleo cae por debajo de la tasa de equilibrio, a la que tanto Phelps como Friedman califican como la tasa natural.[3]
 
Según PyF, el aumento en la demanda general de la gente de bienes y servicios y el consiguiente aumento en la producción de bienes y servicios es de naturaleza temporal. Para empezar, una vez la tasa de desempleo cae por debajo de la tasa de equilibrio, esto genera una presión al alza en la tasa de inflación de precios. (Según Phelps, la teoría de la tasa natural dice que cuando el desempleo está por debajo del nivel natural, la estrechez en el mercado laboral hará que precios y salarios se ajusten por encima de las expectativas).[4]
 
Las personas se dan cuenta entonces de que ha habido una laxitud general en la política monetaria. En respuesta a esto, empiezan a formarse expectativas de una inflación más alta. La gente se da cuenta de que su anterior aumento en el poder adquisitivo en realidad está menguando. Consecuentemente, la demanda general de bienes y servicios se debilita. Un debilitamiento en el demanda general a su vez ralentiza la producción de bienes y servicios, mientras que la tasa de desempleo aumenta: se produce una ralentización económica.
 
En resumen, la percepción de que hubo un relajamiento general en la política monetaria debilita la demanda de bienes y servicios. Observemos que estamos de vuelta donde estábamos antes de la decisión del banco central de relajar su postura monetaria, pero con una tasa mucho más alta de inflación. Consecuentemente, lo que tenemos aquí es una caída en la producción de bienes y servicios (un aumento en la tasa de desempleo) y un aumento en la inflación de precios. Eso equivale a decir que tenemos estanflación.
 
Mientras sea inesperado el aumento en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria, deduce esta teoría, el banco central puede diseñar un aumento en la tasa de crecimiento económico. Sin embargo, una vez la gente aprende acerca del aumento en la oferta monetaria y evalúa las implicaciones de este aumento, ajusta su conducta de acuerdo con ello. Consecuentemente, desaparece el impulso a la economía real por el aumento en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria.
 
Para superar este obstáculo y reforzar la tasa de crecimiento económico, el banco central tendría que sorprender a las personas con un ritmo muy superior de inyección monetaria. Sin embargo, después de un tiempo, la gente se apercibirá de este aumento y ajustará su conducta de acuerdo con ello. Consecuentemente, el efecto de una mayor tasa de crecimiento de la oferta monetaria sobre la economía real es probable que se desvanezca de nuevo y todo lo que permanezca es una tasa de inflación mucho mayor.
 
De esto podemos concluir que por medio de políticas monetarias laxas, el banco central solo puede crear temporalmente crecimiento económico real. Sin embargo, con el tiempo, esas políticas solo generarán una mayor inflación e precios. En resumen, de acuerdo con PyF no hay equilibrio a largo plazo entre inflación y desempleo.

¿Puede el dinero hacer crecer la economía?

Hemos visto que según PyF, la política monetaria laxa solo puede hacer crecer a la economía a corto plazo, pero no a largo. En este sentido, PyF han aceptado la idea ortodoxa de que, para un nivel concreto de precios, un aumento en la oferta monetaria aumenta el poder adquisitivo del dinero, lo que a su vez levanta la demanda general de bienes y servicios. (Para ser más preciso, PyF dicen que la tasa de aumento en la oferta monetaria debe ser inesperada). El aumento en la demanda general a su vez dispara un aumento en la producción de bienes y servicios: la demanda crea oferta. En este sentido, el dinero es un agente de crecimiento económico.
 
Sin embargo todo esto tiene serios problemas.
 
En la explicación de PyF, como consecuencia del aumento de la tasa de crecimiento de la oferta monetaria, un mayor suministro de dinero entra en la economía y cada persona tiene ahora más dinero a su disposición. Sin embargo esta no es una proposición que s epoda sostener. Cuando se inyecta dinero, siempre debe haber alguien que consiga el dinero el primero y alguien que consiga el dinero el último. En pocas palabras, el dinero pasa de una persona a otra y de un mercado a otro.
 
Los beneficiados por este aumento son los primeros receptores del dinero. Con más dinero en su posesión (suponiendo que la demanda de dinero permanece sin cambios) y para una cantidad determinada de bienes disponibles, pueden ahora desviar para sí una mayor porción de las existencias de bienes disponibles que antes de que tuviera lugar el aumento de precios. Esto significa que hay menos bienes disponibles para aquellas personas que no hayan recibido aún el nuevo dinero (es decir, los últimos receptores del dinero).
 
Esto significa por supuesto que la demanda efectiva de los últimos receptores del dinero debe caer, ya que hay ahora menos bienes disponibles para ellos. El hecho de que su demanda efectiva deba caer se pone de manifiesto mediante el aumento en precios (más dinero por unidad de un bien) y hacia la consecuente caída en el poder adquisitivo de los últimos receptores. Si respuesta a esto no será idéntica. Esto a su vez significa que esas personas que gasten el nuevo dinero se benefician primero a costa de aquellos que gasten el dinero posteriormente.[5]
 
Por tanto, un aumento en la oferta monetaria no puede causar un aumento general en la demanda efectiva general de bienes. Solo se puede lograr esto mediante un aumento en la producción de bienes. Cuantos más bienes produzca una persona, más bienes de otros podrá conseguir para sí misma. Esto significa que la demanda de efectiva de una persona está limitada por sus bienes de producción, en igualdad de condiciones. Por tanto la demanda no puede mantenerse por sí misma y ser independiente. Esta limitada por la producción, que sirve como medio para conseguir diversos bienes y servicios.
 
Según James Mill:
Cuando los bienes se llevan al mercado lo que se busca es alguien que compre. Pero para comprar hay que tener los recursos para pagar. Por tanto es evidente que los medios colectivos de pago que existan en toda la nación constituyen todo el mercado de la nación. ¿Pero en qué forma consisten los medios colectivos de pago de toda la nación? ¿No consisten en su producción anual, en el ingreso anual de la masa general de habitantes? Pero si el poder de compra de una nación se mide exactamente por su producción anual, como resulta indudable, cuanto más se aumente por esa acción la producción anual, más por esa misma acción se extiende el mercado nacional, el poder de compra y las compras reales de la nación. (…) Así resulta que la demanda de una nación es siempre igual al producto de esa nación. Ciertamente debe ser así, pues ¿qué es la demanda de una nación? La demanda de una nación es exactamente su poder de compra. ¿Pero qué es el poder de compra? Indudablemente el nivel de su producción anual. Por tanto, el nivel de su demanda y el grado de su oferta están siempre exactamente compensados.[6]
También podemos inferir que la dependencia de la demanda sobre la producción de bienes no puede eliminarse por medio de una política monetaria laxa. Por el contrario, una política monetaria laxa solo socavaría la tasa de crecimiento de los bienes y servicios reales. He aquí por qué.

Los aumentos en la oferta monetaria en realidad debilitan el crecimiento económico

En una economía de mercado, el dinero solo tiene una función: proporcionar los servicios como medio de intercambio. Según Rothbard:
Los bienes de consumo los consumen los consumidores, los bienes de capital y recursos naturales se consumen en el proceso de producir bienes de consumo. Pero el dinero no se consume: su función es actuar como un medio para los intercambios (para permitir que los bienes y servicios se trasladen más fácilmente de una persona a otra).[7]
El dinero permite que el producto de un especialista se intercambie por el producto de otro especialista. O podemos decir que un intercambio de algo por algo tiene lugar por medio del dinero. Sin embargo las cosas no son exactamente las mismas una vez se crea dinero de la “nada” como resultado de políticas laxas de la banca central y de la banca de reserva fraccionaria.
 
Una vez se crea dinero de la nada y se emplea en la economía, pone en marcha un intercambio de nada por algo. Esto equivale a un desvío de la riqueza real de los generadores de riqueza a los tenedores del dinero recién creado. En el proceso, los generadores de riqueza real quedan con menos recursos a su disposición, lo que a su vez debilita la capacidad de dichos generadores de riqueza de hacer crecer la economía.
 
Así que, contrariamente a las teorías de PyF, el dinero no puede hacer crecer la economía, ni siquiera a corto plazo. Por el contrario, un aumento en la moneda solo socava el crecimiento económico real. Advirtamos que se llega a esta conclusión independientemente de si se espera o no determinada tasa de crecimiento monetario.
 
Para aclarar este punto, supongamos que el banco central hace saber a todos que el tasa de crecimiento de la oferta monetaria va a aumentar del 5% al 10%. Según PyF, esto no debería tener ningún efecto en el crecimiento económico real.
 
Si los receptores tempranos y tardíos del dinero prevén ahora una mayor inflación en el futuro, pueden rebajar su demanda actual de dinero. Una vez rebajan la demanda de dinero y aumentan las cantidad de bienes comprados, solo entonces, en igualdad de condiciones, los precios de los bienes empezarán a aumentar en línea con el aumento esperado en la inflación de precios.
 
Sin embargo esto no altera el hecho de que una vez los receptores tempranos gastan el dinero recién impreso, se genera un intercambio de nada por algo y un debilitamiento en el proceso de formación de riqueza real. (Repito, el aumento en la oferta monetaria nunca se extiende instantáneamente por todas partes, sino que siempre empieza con los receptores tempranos). En suma, contrariamente a PyF, independientemente del hecho de que el aumento del dinero sea previsto, este socavará el crecimiento económico real.

¿Qué causa entonces la estanflación?

Hemos visto que un aumento en la oferta monetaria debe llevar a un intercambio de nada por algo. Como consecuencia, el proceso de formación de riqueza se debilita y esto a su vez socava la tasa de crecimiento económico.
 
El aumento en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria unido a la ralentización de la tasa de crecimiento de bienes producidos es todo lo que constituye el aumento en la tasa de inflación de precios. (Advirtamos que un precio es la cantidad de dinero pagada por una unidad de un bien). Lo que tenemos aquí es un aumento más rápido en la inflación de precios y un declive en la tasa de crecimiento en la producción de bienes. Pero esto es exactamente lo que es la inflación, es decir, un aumento en la inflación de precios y una caída en el crecimiento económico real.
 
Parece por tanto que el fenómeno de la estanflación es el resultado normal de una política monetaria laxa. Esto está de acuerdo con PyF. Sin embargo, contrariamente a PyF, sostenemos que la estanflación no la causa el hecho de que a corto plazo la gente se vea engañada por el banco central. La estanflación es el resultado natural de inyectar dinero, lo que debilita el ritmo del crecimiento económico y al mismo tiempo aumenta la tasa de aumento en los precios de bienes y servicios.
 
Si aceptáramos que los aumentos en la tasa de crecimiento económico están inversamente asociados a la tasa de desempleo, entonces la tasa de desempleo y la tasa de inflación deberían estar asociadas positivamente: un aumento en la tasa de inflación está acompañado por el aumento en la tasa de desempleo. Pero los datos históricos no siempre apoyan esta conclusión.
 
Po ejemplo, durante el periodo de 1948-1969, la tasa de inflación de precios y la tasa de desempleo estaban asociadas negativamente. (Un aumento en la tasa de inflación iba acompañado por una bajada en la tasa de desempleo). También puede observarse una correlación inversa entre la tasa de inflación y la tasa de desempleo de 2000 a la actualidad.
 
Percentage of Change US CPI vs US Unemployment Rate
La correlación estadística o falta de ella entre dos variables no debería ser el determinante único o final con respecto a la causalidad. Si cabe, puede ser de alguna ayuda al inicio de la investigación. Los datos y su correlación son simplemente el material en bruto, que debe ser revisado. Hay que ver por medio del razonamiento qué podrían significar las estadísticas mostradas.

Hemos visto que cuando se crea dinero de la nada y se emplea en un intercambio, debilita el crecimiento económico en relación con una situación en la que no tiene lugar ninguna expansión monetaria. Igualmente podemos afirmar con seguridad que con respecto al aumento en dinero creado de la nada en comparación con una situación en la que no se haya creado ese dinero, la tasa de crecimiento de los precios debe aumentar. El hecho de que el fortalecimiento del crecimiento monetario pueda no siempre manifestar una estanflación visible no refuta lo que hemos concluido con respecto a las consecuencias de una tasa más fuerte de inyección monetaria sobre crecimiento económico y precio.[8]
Consideremos la siguiente situación. Debido a pasados aumentos en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria y el consiguiente suavizamiento en la tasa de crecimiento de los bienes producidos, la tasa de crecimiento de la inflación de precios está aumentando. Ahora, como la línea inferior subyacente sigue siendo fuerte a pesar del daño infligido por una tasa de crecimiento más fuerte de la oferta monetaria, la tasa de crecimiento de la producción de bienes solo se debilita ligeramente. Con una situación así, la tasa de desempleo seguiría cayendo. (Recordemos que los aumentos en la oferta monetaria socavan el proceso de formación de riqueza y debilitan la tasa de producción de bienes y servicios).
 
Lo que tenemos aquí es un aumento visible en la inflación de precios y una caída en la tasa de desempleo. Cualquier teoría que concluya de esta correlación inversa que hay un equilibrio entre inflación y desempleo será falsa pues ignora las verdaderas consecuencias de una política monetaria laxa.
 
Creemos que cualquier teoría que se base únicamente en correlaciones estadísticas observadas no es más que un ejercicio de ajuste de curvas. Para PyF y la mayoría de los economistas ortodoxos, los criterios para aceptar una teoría son una correlación estadística visible que la justifique. Es debido a la visible estanflación de la década de 1970 por lo que la teoría de la estanflación de PyF obtuvo un amplio apoyo. Cabría pensar que para que fuera coherente con su forma de evaluar una teoría, dada la correlación inversa observada entre inflación y desempleo desde 2000, PyF reconocieran que su hipótesis de la estanflación no es válida.[9]

Conclusión

El premio Nobel de economía de este año fue concedido a Phelps por su trabajo sobre la relación entre inflación y desempleo. Phelps podría haber hecho una gran contribución a la profesión económica rechazando todo el marco del supuesto equilibrio entre inflación y desempleo (la curva de Phillips). Por desgracia, ha elegido mantener el marco quebrado haciendo algunas enmiendas. La comprensión de estos temas por la profesión aún no ha llegado a las alturas del propio Mises, como se ve en su libro Las causas de la crisis económica.
 
Contrariamente a la forma aceptada de pensar, creemos que estas enmiendas no han hecho nada para avanzar en nuestra comprensión de condiciones económicas como la estanflación. A este respecto, tanto Phelps como otro permio Nobel, Milton Friedman, han introducido más confusión que claridad con respecto a la explicación del fenómeno de la estanflación.
 

Publicado originalmente el 10 de octubre de 2006. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
[1] William Milton Friedman, “The Role of Monetary Policy”, American Economic Review 58 (Marzo de 1968): 1-7.
[2] Edmund S. Phelps (1969), “The New Microeconomcs in Inflation and Employment Theory”, American Economic Review 59.
[3] Milton Friedman, “Inflation and Unemployment”, discurso de aceptación del premio Nobel, 13 de diciembre de 1976.
[4] Edmund S. Phelps, “Scapegoating the Natural Rate“, The Wall Street Journal online, 6 de agosto de 1996.
[5] Ludwig von Mises, Human Action, 3ª edición revisada, pp.416- 417. [La acción humana].
[6] James Mill, “On the Overproduction and Underconsumption Fallacies”, editado por George Reisman, una publicación de The Jefferson School of Philosophy, Economics, and Psychology, 2000.
[7] Murray N. Rothbard, ¿Qué ha hecho el gobierno con nuestro dinero?
[8] Jörg Guido Hülsmann, “Facts and Counterfacts in Economic Law”, Journal of Libertarian Studies 17, nº 1 (Invierno): 57-102.
[9] Milton Friedman, Essays in Positive Economics. Chicago: University of Chicago Press 1953.

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