El libre flujo de ideas será fundamental; pero ¿cuáles serán las normas? y ¿quién dictará las pautas?
Por Jon M. Huntsman Jr.
Dos años después de mi nacimiento, el presidente John F. Kennedy creó la Oficina de Representante Especial del Comercio, una breve precursora del actual cargo de Representante Comercial de Estados Unidos. La expansión de las exportaciones y los mercados abiertos eran fundamentales para nuestros esfuerzos económicos y de seguridad para reconstruir Europa y Japón e impedir que los países de menores ingresos se volvieran comunistas.
Al hacer un llamado por una nueva ronda de negociaciones globales luego de la Ley de Expansión Comercial de 1962, el presidente Kennedy declaró: “Nuestros esfuerzos por mantener el liderazgo del mundo libre descansan, en última instancia, en el éxito de esta iniciativa”.
El éxito de Kennedy fue mucho más allá de lo que él había soñado cuando el final de la Guerra Fría dio paso a una nueva era de la globalización e incorporó 3.500 millones de nuevos clientes al mercado.
Dentro de treinta años, el comercio mundial estará en medio de otra transformación radical que será no menos crítica para el liderazgo de Estados Unidos en el siglo XXI y para la expansión de las perspectivas de crecimiento mundial.
Durante milenios, el comercio internacional se ha centrado en el intercambio de bienes físicos (incluidas las personas durante la esclavitud). En los últimos años, los servicios se han convertido en un componente cada vez más importante de las economías avanzadas y el comercio mundial. Esta tendencia continuará y traerá consigo una mayor complejidad para el establecimiento de reglas y la negociación de acuerdos.
En general, la producción manufacturera estará más localizada; los servicios, especialmente la salud y las ventas al detalle, serán más personalizados. Los omnipresentes contenedores de carga de la actualidad serán reemplazados por impresoras 3-D y 4-D, y los diseños para la fabricación de bienes físicos a nivel local se desplazarán sobre las ondas de radio a la velocidad de la luz, de la misma manera en que hoy lo hacen los flujos financieros. A medida que la agricultura urbana cobra impulso, los alimentos serán producidos más cerca del mercado, reduciendo los costos de transporte y el comercio agrícola.
Incubar ideas
Las mejores ideas, sin embargo, seguirán viniendo de afuera, como lo demuestra la vasta mayoría de las patentes que resultan de la cooperación científica internacional.
La economía mundial está hoy repleta de cadenas de suministro remotas para la fabricación de bienes físicos, pero los vínculos económicos del futuro estarán cada vez más constituidos por el libre flujo de diseños e ideas. La protección de la propiedad intelectual será increíblemente difícil, pero seguirá siendo de vital importancia.
La urbanización producirá un cambio en la población y creará más centros globales de excelencia para la innovación. Mientras que actualmente hay un puñado de ciudades que sirven como centros de comercio mundial de ideas, dentro de 30 años habrá docenas. Esta proliferación de poderosas megaciudades y centros de innovación creativa pondrá a prueba las fronteras geográficas, lo que hará más difícil a las capitales tener la última palabra.
Los flujos comerciales reflejarán las realidades del poder mundial, así como la demografía. El Pacífico dejará de ser el centro comercial dominante y el foco se desplazará hacia la región del Océano Índico que albergará a más de 8.000 millones de personas, principalmente de China, India y África.
EE.UU. no estará en condiciones de influir en el comercio mundial de la manera en que lo ha hecho hasta ahora. Durante los últimos 200 años, Gran Bretaña después de la Revolución Industrial primero y EE.UU. después de las dos guerras mundiales lucharon por un sistema comercial abierto que promoviera el crecimiento económico. Ninguno de los países emergentes ha demostrado hasta ahora el mismo compromiso [con el libre comercio], a pesar de que esos países—China en particular—están marcando cada vez más el ritmo del intercambio comercial. En 2013, China eclipsó a EE.UU. como el país con mayor flujo comercial.
Además, los actuales organismos que regulan el comercio internacional, tales como la Organización Mundial del Comercio, podrían no tener un monopolio en la gestión del sistema global de intercambios. Iniciativas recientes, como el Nuevo Banco de Desarrollo y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, son probablemente los borradores de futuras instituciones alternativas que establecerán las naciones emergentes.
Competencia de talentos
La transformación del comercio mundial tendrá consecuencias mayormente positivas, pero también generará desafíos. En primer lugar, ¿cómo hará un país para atraer y retener a los mejores y más brillantes talentos del mundo? No habrá ninguna garantía que la gente se quede en su país si éste no se orienta a las mejores prácticas competitivas.
¿Cómo responderá la sociedad a un mundo que recompensa generosamente a los innovadores educados e ignora la creciente desigualdad de ingresos? La simple verdad es que la proliferación de las tecnologías disruptivas no creará muchos puestos de trabajo bien remunerados. Las destrezas de alta tecnología serán más valoradas y les darán más poder a algunos, pero muchos puestos de trabajo de alta calificación serán más automatizados.
Combinado este análisis con otras tendencias futuras, nuestras perspectivas son brillantes. Hay buenas noticias para el medio ambiente. El mundo en que vivimos dependerá menos de los combustibles fósiles tradicionales. El cambio hacia el gas natural hará más limpia la producción y más respirable al aire. También estaremos mucho más cerca de adoptar la energía renovable. Con el desarrollo de combustibles alternativos, no vamos a depender tanto de las largas cadenas de suministro de energía que hoy atraviesan el mundo.
La gente vivirá más años. Habrá menos enfermedades. Los consumidores se beneficiarán enormemente de los cambios en el comercio mundial que ofrecerán, entre otros aspectos, una medicina personalizada y un mayor acceso a la ciencia y los productos farmacéuticos que mejoran la vida. Las opciones se ampliarán, las distancias se acortarán y la fabricación será más barata y más adaptada a necesidades específicas.
El mundo será un lugar mucho mejor de lo que el presidente Kennedy pudo haber imaginado.
Huntsman, presidente del Atlantic Council, fue gobernador de Utah, embajador de EE.UU. en China y Singapur, además de subrepresentante de comercio de EE.UU.
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