El Gobierno de Tsipras desata el pánico entre depositantes e inversores, sumiendo de nuevo a Grecia en la recesión y la incertidumbre.
M. Llamas
La coalición de izquierda radical, Syriza, llegó al poder en
Grecia a finales del pasado mes de enero, tras ganar las elecciones generales
con una amplia ventaja respecto a sus oponentes, con lo que acaba de cumplir sus
primeros cien días de gobierno.
El primer ministro, Alexis Tsipras, cautivó a la población
griega, hastiada con el tradicional bipartidismo por la profundidad y duración
de la crisis, con el firme propósito de sacar al país del atolladero mediante su
particular receta de gasto público, rigidez económica e impago de deudas.
Su lema electoral era simple, al tiempo que efectivo: "No" a la troika, "no" al
rescate internacional -y sus memorandos- y "no" a la austeridad.
Sin embargo, hasta el momento, esas promesas se han traducido en la mera
sustitución de la palabra "troika" por "instituciones", en
referencia a la Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario
Internacional; la extensión del actual plan de rescate durante
cuatro meses, hasta el próximo junio, junto con la posibilidad de negociar un
tercer programa de asistencia; y, por último, el compromiso de seguir
registrando superávit fiscal primario (descontando el pago de
intereses) en los próximos años, solo que suavizando los objetivos acordados
inicialmente en el memorando de condiciones de la troika.
Así pues, Tsipras comenzó su mandato incumpliendo, al menos sobre el papel, sus principales ejes
programáticos. Pero, desde que pactó con el Eurogrupo la
prolongación del rescate el pasado febrero, las negociaciones entre Grecia y sus
socios europeos siguen enquistadas, a la espera de un acuerdo que logre
desbloquear el último tramo pendiente del plan de asistencia, próximo a 7.200
millones de euros, sin el que Grecia no podrá hacer frente a todos sus
compromisos financieros en los próximos meses.
El gran escollo, a día de hoy, es que Atenas se niega a flexibilizar el
mercado de trabajo y a reformar el sistema público de pensiones, tal y como
exigen sus acreedores. Y el problema de fondo es que Tsipras se enfrenta a un dilema interno de difícil solución: o
bien incumplir abiertamente su programa electoral para que el Estado griego siga
recibiendo financiación y, en última instancia, permanecer en el euro; o bien
mantener el pulso a la troika, con el consiguiente riesgo de corralito bancario,
quiebra soberana y/o salida de la moneda única.
Pero, con independencia de cuál sea el resultado final de esta particular
tragedia griega, lo único que, en realidad, ha conseguido Tsipras en
sus primeros cien días de gobierno es desatar una nueva fuga de
capitales y depósitos, conducir de nuevo a la economía griega hacia la recesión
y situar el país al borde de la quiebra, con el consiguiente caos que ello
podría generar.
El fantasma del 'corralito' acecha
La primera consecuencia visible del auge de Syriza, antes incluso de ganar
las elecciones, fue reactivar la intensa fuga de capitales y
depósitos que empezó a sufrir el país en 2010, cuando recurrió al rescate
externo para evitar el default. Desde el pasado diciembre hasta finales
de febrero, los griegos han sacado de los bancos cerca de 25.000
millones de euros, tal y como muestra el siguiente gráfico, elaborado
por Mehreen Khan en The Telegraph.
Alta tensión en bonos y acciones
Pero el Gobierno de Syriza no sólo ha asustado, y mucho, a los ahorradores
griegos, sino también a los inversores. La rentabilidad de sus
bonos a tres años ha subido de forma muy sustancial desde finales de
enero ante el creciente riesgo de impago soberano y salida del
euro.
Y algo similar ha sucedido en la Bolsa helena, donde la
volatilidad campa a sus anchas, pero sin que el mercado logre levantar cabeza, a
diferencia de otros países europeos rescatados.
Recesión y más deuda pública
Uno de los indicadores más preocupantes es la debilidad económica que vuelve
a registrar Grecia. La economía helena empezó a crecer en 2014, tras siete
largos años de recesión, pero la incertidumbre que ha generado Syriza está
paralizando la inversión empresarial, sumiendo al país en una
nueva senda de contracción.
Así, mientras que Bruselas preveía el pasado noviembre un crecimiento del
2,9% en Grecia para 2015, en su última revisión de primavera rebajó este
pronóstico hasta el 0,5%. Y lo trágico es que dicho cálculo podría resultar
excesivamente optimista, puesto que el propio Ministerio de Finanzas
heleno apenas avanza una subida del 0,1%, al tiempo que la agencia de
calificación S&P alerta de que el PIB podría caer cerca de un
1,5% este ejercicio. No en vano, todo apunta a que la economía griega
habría retrocedido un 1% en los últimos seis meses.
Y si el PIB cae, sin aplicar los necesarios ajustes presupuestarios, uno de
los efectos directos es el aumento de la deuda pública.
Bruselas estima ahora que el endeudamiento heleno subirá del 177% del PIB en
2014 al 180% este año.
Salida del euro
Y lo más grave es que, en el peor de los escenarios, la salida de Grecia del
euro se traduciría, entre otras muchas consecuencias desastrosas, en una fuerte
recesión y, sobre todo, en un PIB potencial más bajo a medio y largo plazo. Es
decir, en un menor nivel de riqueza y bienestar para el conjunto de los
griegos.
Balance de los electores
Por último, si bien es cierto que Syriza sigue liderando las encuestas electorales, con cerca del 36% de
intención de voto frente al 21% de Nueva Democracia, el apoyo a la izquierda
radical empieza a mostrar ciertos síntomas de debilidad. Así, por ejemplo, más
del 36% de los griegos piensa que la situación actual de Grecia es peor que
antes de las elecciones, frente al 31% que opina lo contrario y el 20% que no
observa diferencia alguna.
Además, el 66% de los encuestados quiere que el Gobierno alcance un
acuerdo con la troika sobre el rescate, frente al 31% que opta por la
ruptura frontal con la UE. Lo más reseñable, sin embargo, es que la
confianza de los griegos en la estrategia de Syriza durante las
negociaciones con sus acreedores se ha desplomado desde el 81,5% en
febrero al 54,2% actual.
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