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sábado, 8 de noviembre de 2014

#LuxLeaks: ¡Esto es un escándalo! ¡Aquí se elude!



Todavía no lleva una semana como presidente de la Comisión Europea y Jean Claude Juncker ya tiene su primera patata caliente encima de la mesa. El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación publicó ayer los pactos secretos entre Luxemburgo y más de 300 multinacionales, que permitían a estas reducir la factura fiscal de sus actividades e inversiones en la UE y el resto del mundo. En una situación normal, esto no tendría por qué afectar al presidente del Ejecutivo comunitario. Pero en esta ocasión resulta que Juncker fue primer ministro de su país entre 1995 y 2013, cuando se sellaron la mayor parte de los acuerdos.
El portavoz del luxemburgués trató ayer de desvincularle de este asunto, asegurando que corresponde al actual Gobierno del Gran Ducado dar las explicaciones pertinentes. Pero no todo el mundo lo ve así. Algunos de los líderes políticos del Parlamento Europeo pidieron ayer a Juncker que compareciera ante la Eurocámara para dar explicaciones, y varios Gobiernos de la eurozona mostraron ayer su malestar por esas prácticas.
Alguien también podría decir que algunos de los rasgamientos de vestiduras que se vieron en Bruselas por este asunto tenían algo de aquella famosa escena de la película Casablanca, en la que el Capitán Renault se escandalizaba por haber descubierto que "¡en este local se juega!" mientras uno de los camareros le metía en el bolsillo las ganancias.
Que Luxemburgo tenía pactos fiscales con multinacionales para rebajar su factura fiscal y que su Gobierno se mostraba reticente a colaborar con las investigaciones de la Comisión Europea era algo de sobra conocido. Tanto por los Gobiernos de la Unión Europea como por todos los grupos parlamentarios. Cuando la Comisión comunicó el pasado mes de junio que abría una serie de investigaciones sobre pactos fiscales de Irlanda, Holanda y Luxemburgo, aseguró también que el Gran Ducado no había proporcionado toda la información a la que estaba obligado. Es más, tuvo que abrir un procedimiento de infracción para persuadir a los luxemburgueses de las bondades de la transparencia.
Pero el hecho de que ya se supiera que Luxemburgo es un paraíso de la optimización fiscal, no corta las ramificaciones políticas de este asunto. Si al final se demuestra que estos pactos fiscales suponen ayuda de Estado ilegal, Juncker tendrá que dar una explicación. No sólo fue primer ministro de su país entre 1995 y 2013, sino que fue también su ministro de Finanzas entre 1989 y 2009. Resulta difícil de creer que en un país de medio millón de personas no supiera lo que estaba pasando.

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