En economía la regla comúnmente aceptada, planteada por Phillip Cagan en su libro “La Dinámica Monetaria de la Hiperinflación” (1956), para definir el inicio de la hiperinflación es que el nivel de inflación mensual sea de al menos 50%; siguiendo esta definición, Venezuela aún no está dentro del grupo de las economías hiperinflacionarias, como fueron la Alemania de la postguerra y más recientemente Zimbabue. Esta regla es definida de forma arbitraria, por ende, no existe un consenso absoluto sobre el momento en que un país entra en hiperinflación, sin embargo, el punto usualmente aceptado entre los economistas para hablar de este fenómeno es la regla de Phillip Cagan del 50% de inflación mensual. Pero aferrarse a definiciones de esta naturaleza tan rígida puede conllevar problemas, como el que intentaré demostrar con el siguiente planteamiento:
-Si durante todo un año la inflación mensual es de 50%, entonces ese ha sido un año hiperinflacionario. Pero si durante el año siguiente el nivel de inflación mensual es de 49,999%, ¿entonces ya no existe hiperinflación?
Lo que me propongo en los próximos párrafos es darle un enfoque más flexible al fenómeno de la hiperinflación, para ello me gustaría comenzar citando la Norma Internacional de Contabilidad Nº29, la cual describe signos de que una economía podría encontrarse en hiperinflación de la siguiente forma:
- (a) “La población en general prefiere conservar su riqueza en forma de activos no monetarios, o bien en una moneda extranjera relativamente estable; además, las cantidades de moneda local obtenidas son invertidas inmediatamente para mantener la capacidad adquisitiva de la misma;
- (b) la población en general no toma en consideración las cantidades monetarias en términos de moneda local, sino que lo hace en términos de otra moneda extranjera relativamente estable; los precios pueden establecerse en esta otra moneda;
- (c) las ventas y compras a crédito tienen lugar a precios que compensan la pérdida de poder adquisitivo esperada durante el aplazamiento, incluso cuando el periodo es corto;
- (d) los tipos de interés, salarios y precios se ligan a la evolución de un índice de precios; y
- (e) la tasa acumulada de inflación en tres años se aproxima o sobrepasa el 100%.”
Las primeras dos características son en las que deseo hacer hincapié ya que son situaciones que no encajan dentro de reglas arbitrarias. Estas situaciones en las cuales los individuos no desean acumular moneda local y prefieren en cambio acumular moneda extranjera, o incluso es preferible el desprenderse de los saldos en efectivo lo más rápido posible para mantener el valor de los activos en forma de bienes no monetarios, son las que reflejan el hecho de que la moneda local ya no es considerada dinero, principalmente debido a que ha perdido su característica de reserva de valor.
¿No es esto lo que ocurre en Venezuela? En ese país la mayoría de la población ha entendido que ahorrar en moneda local es contraproducente y aquel que puede prefiere convertir su excedente de moneda local en dólares americanos o alguna otra divisa, quien vende un activo importante (como automóviles y bienes inmuebles) probablemente lo hace a cambio de divisas o se desprende rápidamente de los bolívares generados por dicha venta adquiriendo algún otro activo importante. Esto es un comportamiento perfectamente racional, ya que cuando los individuos ahorran prefieren hacerlo en forma de aquellos activos que sean capaces de mantener su valor en el tiempo, el mejor ejemplo de esto son los metales preciosos como el oro y la plata, no es de sorprender que un Áureo Romano con más de dos mil años de antigüedad todavía siga valiendo su peso en oro.
Es por ello, que se empieza a hablar de hiperinflación cuando una moneda pierde la capacidad de mantener su valor en el corto plazo. Es necesario resaltar que entonces que la inflación tiene que ver en su origen con lo que le sucede a la moneda, que no es otra cosa que la pérdida de su valor y consecuentemente de su poder de compra. Definir la inflación como el incremento general de los precios es poner el carruaje delante de los caballos, equivale a nombrar a la causa por su efecto.
La inflación ocurre cuando la cantidad física de dinero que existe en una economía es incrementada, en el caso moderno esto sucede cuando los bancos centrales aumentan la cantidad de papel moneda en circulación, cuando ocurre esto el dinero pierde parte de su valor por el simple hecho de que es relativamente menos escaso, y si el dinero es menos valioso debemos entonces entregar una cantidad mayor de este para comprar la misma cantidad de bienes. Se entiende entonces que la inflación es un fenómeno monetario, no tiene que ver con un cambio en la cantidad de bienes existentes ni con una modificación relativa del valor de los mismos, lo que ha cambiado es el valor del dinero.
Entonces la diferencia entre la inflación y la hiperinflación radica en la velocidad con la que el valor del dinero es destruido; la primera es una pérdida moderadamente lenta y la segunda es una pérdida sumamente rápida del valor del dinero. La diferencia está en qué tan rápido imprime nuevos billetes el banco central.
Pero quizás con una analogía se pueda entender mejor lo que intento decir: ¿En qué momento un niño se vuelve hombre y en qué momento un hombre se convierte en anciano?, procesos de esta naturaleza conllevan una evolución constante, cambios pequeños y graduales que ocurren poco a poco. Las personas no se despiertan un día dejando de ser niños y empezando a ser adultos, igualmente no dejan de ser adultos un día para convertirse en ancianos. Se puede saber fácilmente que un niño es un niño y que un anciano es un anciano, sin embargo, es imposible establecer un límite objetivo a la duración de estas etapas de la vida, uno puede saber en cuál etapa se encuentra pero no puede saber cuándo se supera una de ellas. Recomiendo pensar en el fenómeno hiperinflacionario de esta misma forma: no se entra en hiperinflación en un momento específico, este fenómeno es mejor entendido como aquel proceso de inflación persistente y elevada a tal punto que la moneda ha perdido no solo gran parte de su valor sino también su capacidad de conservarlo en el futuro cercano.
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