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viernes, 15 de abril de 2016

¿Qué tiene de moral el riesgo moral?

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La mayoría de conceptos económicos nunca llega a las revistas académicas y mucho menos al ojo y la opinión públicos. El concepto de “riesgo moral” es una rara excepción: en buena parte debido a la crisis financiera este término en un tiempo tecnocrático de los seguros se ha convertido en una palabra casi familiar.

¿Pero qué es exactamente el riesgo moral? Como la mayoría de los términos económicos, la definición varía dependiendo de a quién se pregunte. Sin embargo la aproximación más útil la sugiere Guido Hülsmann en un importante trabajo titulado “La economía política del riesgo moral”. En opinión de Hülsmann, el riesgo moral es:
El incentivo para una persona A para usar más recursos de los que habría usado en otro caso, porque sabe, o cree saber, que algún otro B proporcionará algunos o todos esos recursos. Lo importante es que esto ocurre contra la voluntad de B y que B es incapaz de sancionar inmediatamente esta expropiación. (Hülsmann, 2006; cursivas originales)
El riesgo moral es un buen ejemplo del funcionamiento de la economía del sentido común. Ser capaces de imponer los costes de nuestras acciones a otros, sin su consentimiento directo, proporciona un poderoso incentivo para actuar de formas en que no lo haríamos normalmente. Un caso clásico de riesgo moral es el seguro de incendios, que reduce el incentivo de evitar el fuego por la gente asegurada al imponer ciertos costes sobre la empresa aseguradora.

Por desgracia, los economistas dominantes a menudo usan la lógica del riesgo moral para argumentar a favor de la existencia de fallos del mercado y de la provisión de bienes públicos. Normalmente olvidan el hecho de que el propio gobierno es el riesgo moral institucionalizada más importante en la sociedad.

Sin embargo, últimamente hablar de riesgo moral suele asociarse menos con fallos del mercado y más con fallos del gobierno. Por ejemplo, tras la crisis financiera, millones de personas apreciaron los riesgos morales actuando en las políticas públicas. No hace falta una gran formación económica para ver que los rescates públicos y las políticas de demasiado grande para caer para bancos e instituciones financieras son desastrosos, especialmente porque animan el mismo comportamiento que se supone que previenen.

Sin embargo, a pesar de sus implicaciones aparentemente directas, el riesgo moral siempre ha sido un concepto discutido en economía y también en ética. En particular, algunos intelectuales argumentan que el riesgo moral no es un concepto científico en absoluto, sino más bien un juicio moral finamente velado.

Según esta opinión, desde que se acuñó el término “riesgo moral” en el siglo XIX, ha sido una herramienta para aseguradoras y economistas, que lo han retorcido para que sirva a sus propios intereses a costa de la gente. Estos querrían reducir las prestaciones públicas y usarían el lenguaje aparentemente científico del riesgo moral para hacerlo. Cuando aseguradoras y economistas hablan de problemas de riesgo moral, en realidad están tratando de desacreditar a la gente desvalida al cuestionar sus motivos. Por dar un ejemplo, los intereses privados insisten en que no puede confiarse en que los pobres tomen solo riesgos razonables, porque son defectuosos moralmente. Su carácter débil significa a su vez que, por ejemplo, sobreexplotarán el seguro sanitario y sencillamente mandarán los costes al resto de la sociedad. Así que un mal carácter lleva a la ineficiencia económica. Según los críticos, el alegato contra la atención sanitaria pública se basa en este tipo de razonamiento.
De hecho, para lo críticos, el riesgo moral es poco más que un juicio injustificado de carácter utilizado para promover un programa de austeridad. Por tanto no tiene valor científico. (Para algunos ejemplos de este tipo de crítica, ver aquí, aquí y aquí; el título de este post está adaptado de la tercera fuente).

Como muchas críticas de economistas, esta es muy peligrosa porque tiene un poco de verdad en ella. Por ejemplo, es verdad que el concepto de riesgo moral tiene un pasado accidentado. El término se acuñó en el sector de los seguros y a menudo sí reflejaba juicios injustificados acerca del carácter de quienes pedían un seguro, especialmente los pobres. E incluso hoy en economía el término se usa de formas distintas y ambiguas, algunas de las cuales implican la inmoralidad de los consumidores.

Sin embargo estos hechos históricos no alteran la lógica básica del riesgo moral. Los riesgos morales, incluyendo  los creados por el gobierno, tienen poco o nada que ver con el carácter de las personas implicadas, ya sean políticas o solo gente buscando un seguro de salud.

Es posible hablar acerca del valor y las decisiones humanas sin recurrir a juicios acerca de personas y de su fibra moral. De hecho, esta es una razón por la que la economía es una herramienta tan poderosa para analizar el mundo: son válidas sin que importe qué valores y motivaciones tenga en último término la gente.

Deberíamos recordar que cuando hablamos de problemas de incentivos, realmente solo estamos hablando de decisiones humanas. Los incentivos no nos obligan a hacer nada: son solo el valor asociado a una acción concreta. Si la gente piensa que están cambiando los costes y beneficios de una acción, a menudo responderán tomando decisiones distintas. Esta lógica sencilla proporciona una base para mucha de la economía, incluyendo la idea del riesgo moral.

Por supuesto, los economistas pueden ser exageradamente dramáticos acerca del papel de los incentivos y a veces usan el concepto para colar sus propios juicios de valor (leer también aquí). Pero eso no cambia el hecho básico de que la gente decide basándose en sus expectativas acerca de los costes y beneficios de la acción. Cuando pueden reducirse los costes trasladándoselos a otros sin su consentimiento directo, no debería sorprendernos ver a la gente actuar de manera diferente. La consecuencia es que los mercados hacen difícil trasladar estos costes sin permiso, mientras que el gobierno lo hace inevitable.

Se podría decir mucho más acerca de los problemas económicos y morales que rodean al riesgo moral (ver aquí). Pero tenemos que destacar que sigue siendo un concepto vital para la economía. Por tanto deberíamos tener cuidado en no dejar que los críticos lo trivialicen o rechacen: cuando lo hacen, las llamadas a la intervención pública y los privilegios especiales raramente están muy lejos.

Publicado originalmente el 13 de abril de 2016. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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