La transformación de la economía
Manuel Hinds explica los efectos sobre el mercado laboral de lo que denomina las tres oleadas principales de la revolución tecnológica.
La población salvadoreña parece ignorar los efectos en el mercado laboral de la profunda revolución por la que está pasando la economía mundial en estos años como resultado de la habilidad para coordinar complejas tareas a distancia que la conectividad ha introducido en nuestro mundo. Estos efectos se han dado en tres oleadas principales.
Primero, la habilidad de coordinar a distancia ha permitido a las empresas partir sus líneas de producción, dejando en países avanzados aquellas porciones que requieren habilidades especializadas para llevarse a cabo, y moviendo las que requieren pocas habilidades a países en desarrollo, en donde la mano de obra es más barata. De esta forma, las cadenas de producción dejaron de estar en un solo país que exportaba el producto terminado para dejar paso a las cadenas internacionales, en las que se comercian los productos intermedios. Esta primera oleada inició la globalización en los años ochentas.
La segunda oleada comenzó en la última década con la introducción de robots en las líneas de producción, que permiten repatriar gran parte de las cadenas internacionales de producción a los países desarrollados, aunque creando muchos menos trabajos que antes porque los robots sustituyen a humanos. Esto generó grandes temores de que la nueva revolución tecnológica iba a causar grandes tasas de desempleo.
De hecho, sí las va a causar, pero sólo en ciertos sectores, mientras que lo van a aumentar, y con salarios mucho mayores, en actividades nuevas. Esta es la tercera oleada, que ha venido mezclada con la segunda y que ya ha comenzado a manifestarse.
La tercera oleada está demostrando el error garrafal que se comete al enfocarse en sólo una parte de la economía para determinar el impacto de una tendencia general, como es la revolución tecnológica. Es como si hace 100 años uno hubiera pensado que los carros de combustión interna iban a resultar en una caída en el empleo porque, obviamente, el número de los que trabajaban en hacer látigos para caballos, o rieles para trenes, iban a quedar sin trabajo porque los carros iban a sustituir a los carruajes y a muchos de los trenes en las actividades de transporte. Por supuesto, ahora sabemos que las maquinarias han creado mucho más puestos de trabajo que los que han destruido, y que la mayor parte de estos empleos se han creado en actividades que nadie soñó en 1800. La gente ya no ara, siembra o recolecta a mano sino con tractores. Esto dejó a mucha gente sin empleo. Pero se crearon muchos empleos en las fábricas de tractores, y de muchas otras cosas, y en los servicios que los que vivieron en el siglo XVIII nunca sospecharon que se crearían.
La revolución de la conectividad creará más trabajos y mejor pagados que ahora en actividades muy distintas de las de hoy. Así como el mundo industrial es completamente distinto del mundo agrario que reemplazó, el nuevo mundo de la conectividad no será igual al de ahora solo que con más teléfonos inteligentes. No es como el de 1800 sólo que más rápido por ayuda de las máquinas. Para los de esa época la velocidad de entrega de las comunicaciones dependía de hacer barcos más rápidos, pero ahora las comunicaciones son instantáneas no porque se hayan inventado barcos más rápidos. El comercio electrónico no se maneja como una tienda de la esquina, sólo que más rápida. El entorno ha cambiado, y ese nuevo entorno es el que crea los empleos que se han perdido en actividades específicas. Pero cada vez se requiere más educación. Así, de 2008 a 2016, la economía estadounidense perdió 5,5 millones de puestos de trabajo para personas con escuela secundaria o menos, pero creó 11,6 millones de puestos en otros sectores para gente con mayor educación.
Eventualmente, los que trabajan con máquinas de coser serán desplazados por robots mientras que los educados van a ganar más y van a progresar en el nuevo mundo que nos viene. El Salvador debe entender esto, y rápido. La educación es la diferencia entre regresar a la pobreza y desarrollarnos como país.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 18 de mayo de 2017.
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