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lunes, 11 de abril de 2016

Millennials a favor del socialismo...hasta que trabajan

Emily Ekins  es investigadora del Instituto Cato. Sus investigaciones se enfocan principalmente en la política estadounidense, la opinión pública, la psicología política, los movimientos sociales, con un énfasis en las encuestas y los métodos cuantitativos. 


Los millennials son el único grupo en EE.UU. dentro del cual una mayoría de personas sostiene una opinión favorable del socialismo. Una encuesta nacional de Reason-Rupe encontró que el 53% de los estadounidenses menores de 30 años tienen una opinión favorable del socialismo en comparación a casi un tercio de aquellos con más de 30 años. Además, Gallup ha encontrado que un sorprendente 69% de los millennials dicen que estarían dispuestos a votar por un candidato “socialista” para presidente —entre la generación de sus padres, solo un tercio lo haría. Incluso, las encuestas nacionales y de boca de urna revelan que cerca del 70% y 80% de los demócratas jóvenes votarán por el candidato presidencial Bernie Sanders, que se considera un “demócrata socialista”.

Sin embargo, los millennials tienden a rechazar la verdadera definición de socialismo —que comprende la propiedad estatal de los medios de producción o el Estado dirigiendo a las empresas. Únicamente el 32% de los millennials está a favor de “una economía administrada por el Estado”, mientras que, al igual que generaciones mayores, el 64% prefiere una economía de libre mercado. A medida que los millennials crecen y comienzan a ganar más dinero, sus ideas socialistas parecen desaparecer.

Entonces, ¿qué significa el socialismo realmente para los millennials? Escandinavia. Aunque países como Dinamarca no son estados socialistas (como el primer ministro danés ha enfatizado con gran esfuerzo) y Dinamarca misma supera a EE.UU. en una serie de medidas de libertad económica, como menores regulaciones a empresas y tasas impositivas sobre las corporaciones más bajas, a los jóvenes les agradan los programas expandidos de bienestar social de ese país.

Arribando a la madurez durante la Gran Recesión, los millennials no están seguros de que los mercados libres sean todo lo que se necesita para impulsar la movilidad del ingreso y muchos están cómodos con que el Estado ayude a satisfacer las necesidades de las personas. De hecho, un estudio de Reason-Rupe encontró que el 69% de los millennials está a favor de un Estado que garantice un seguro de salud y el 54% apoya la garantía de una educación universitaria. Quizás lo más sorprendente es que los millennials están de acuerdo con un Estado más grande que provea más servicios —52% de ellos lo está, en comparación al 38% de la nación en general.

Entonces, ¿esto durará? ¿Están los millennials marcando un cambio radical en la opinión pública? ¿Están indicando la transformación de EE.UU. en una social democracia escandinava?

Esto depende. Existe alguna evidencia de que la visión de esta generación sobre un Estado activo permanecerá. Sin embargo, hay más razones para creer que el apoyo a su versión escandinava del socialismo podría marchitarse a medida que crezcan, ganen más dinero y paguen más impuestos.

La versión del estado de bienestar ampliado que Sanders cree que EE.UU. debería adoptar, requiere que personas comunes y corrientes paguen impuestos considerablemente más altos. Sin embargo, los millennials se vuelven reacios al gasto social al momento en que deben pagar sus cuentas. A medida que alcanzan el umbral de $40.000 a $60.000 por año, la mayoría de los millennials llegan a oponerse a la redistribución del ingreso, incluso al aumento de impuestos para incrementar la asistencia financiera a los pobres. A los millennials les gusta el libre mercado, y la mayoría ya acepta que los mercados libres han hecho más por sacar al mundo de la pobreza que cualquier otro sistema.

De forma similar, una encuesta de Reason-Rupe encontró que mientras que los millennials que todavía gozan del seguro médico de sus padres apoyan la idea de pagar una prima más alta para ayudar a cubrir a quienes no tienen cobertura (57%), el apoyo es diametralmente opuesto entre los millennials que pagan por su propio seguro médico, con un 59% que se opone a primas más altas.

Cuando las tasas impositivas no son explícitas, los millennials dicen que preferirían un Estado más grande ofreciendo más servicios (54%) a uno más pequeño ofreciendo menos servicios (43%). Sin embargo, cuando un Estado más grande ofreciendo más servicios es descrito como uno que requiere impuestos más altos, el apoyo cambia y 57% de los millennials optan por un Estado más chico que ofrece menos servicios y cobra impuestos más bajos, mientras que 41% prefiere un Estado de mayor tamaño.

Los millennials no serían la primera generación en cambiar de idea. En la década de 1980, el mismo porcentaje (52%) de baby boomers también apoyaba un Estado más grande, también la Generación X (53%) de la década de 1990. Sin embargo, tanto los baby boomers como los que pertenecían a la Generación X se volvieron más escépticos respecto del Estado con el tiempo y en la misma magnitud. Hoy solo 25% de los baby boomers y 37% de las personas de la Generación X continúa favoreciendo un Estado más grande.

Muchos conservadores se quejan de la creciente comodidad de los millennials con la idea del socialismo. Pero los conservadores no están reconociendo que en la pelea entre la libre empresa y el socialismo durante el siglo XX, la libre empresa ya ha ganado. A diferencia de lo que ocurría durante las décadas de 1960 y 1970, los estudiantes universitarios hoy no están debatiendo si deberíamos adoptar el régimen soviético o maoísta de mandato y control que destruyeron economías y mataron a millones. En cambio, el debate actual es sobre si el modelo de bienestar social de Escandinavia (que es esencialmente una “prueba beta”, porque no existe desde hace mucho tiempo) es sustentable y transferible.  

A los millennials les gustan los mercados libres, y la mayoría de ellos ya acepta que estos han hecho más por sacar al mundo de la pobreza que cualquier otro sistema. Por el contrario, lo que esta generación debe decidir es si la innovación, el acceso y la alta calidad de la educación superior y la salud pueden lograrse mejor a través de la apertura de estos sectores a más reformas de libre mercado o a través de un incremento en el control estatal. Este es un debate en el que deberíamos estar contentos de participar.

Este artículo fue publicado originalmente en The Washington Post (EE.UU.) el 24 de marzo de 2016.

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