La figura de Nakamoto es tan difusa que muchos dudan que exista
Quizá algún día este pie de foto describa quién es Nakamoto. O quizá no
Un profesor de Economía en la Universidad de California en Los Ángeles, Bhagwan Chowdhry, ha hecho una apuesta arriesgada al nominar para el próximo premio Nobel de Economía a un personaje del que se desconoce si cuenta con estudios de economía, que sólo ha publicado un artículo de menos de diez páginas de longitud, y cuyas credenciales ni siquiera están comprobadas: Satoshi Nakamoto.
Invitado por el comité que entrega el "Premio del Banco Central Sueco de Ciencia Económica en memoria de Alfred Nobel" a sugerir un candidato para el galardón, Chowdhry reconoce que la actividad académica de Nakamoto (al menos la que podemos atribuir a su nombre) es inexistente, pero el bitcoin es tan revolucionario que su autor merece el máximo galardón del planeta... incluso aunque no sepamos quién es.
Porque es útil, porque es seguro pero, sobre todo, porque este objeto matemático que 'sólo' existe en una red de ordenadores es en realidad fruto de una innovación aún mayor: la blockchain, un sistema de verificación de transacciones descentralizado que los gigantes de las finanzas quieren imitar.
¿Quién es ese?
Es poco probable que los miembros del comité que entrega el premio se decidan a aceptar la sugerencia de Chowdhry. Pero si lo hicieran, si concediesen el premio a Satoshi Nakamoto, deberían valorar seriamente la posibilidad de que nadie se presente a recogerlo.
Porque la figura de Nakamoto es la de un fantasma. No se conoce ni su edad, ni su sexo, ni su nacionalidad, ni cuál es su campo de especialización o con quiénes trabaja de forma estrecha. Por no saber, no se sabe siquiera si sigue vivo.
Es, por decirlo de una forma sencilla, poco más que el nick de un usuario en un foro de internet, que a finales de la pasada década decía vivir en Japón y que -si creyésemos a su avatar- tenía menos de cuarenta años cuando expuso al mundo su invención.
Con apenas datos sobre su verdadera identidad, la caza del personaje lleva abierta casi desde entonces. Y quienes la han emprendido han terminado derrotados, cuando no haciendo el ridículo.
Las mil caras de un fantasma
Examinando sus expresiones (demasiado británicas, dicen, para ser de un nipón), su manera de anotar el código (propias, dicen, de alguien más cerca de la cincuentena que de los treinta) e incluso las horas a las que se conectaba (las de alguien, dicen, que vive y trabaja en la costa este del continente americano), además de los conocimientos necesarios para crear bitcoin, se ha elaborado una lista deforme que ya es demasiado larga, que ni siquiera discrimina entre individuos o grupos, y en la que curiosamente nadie ha osado introducir a una mujer.
A saber: un sociólogo finlandés, un estudiante de criptiografía de Irlanda, varios inventores especializados en redes, un matemático nipón, un experto en seguridad informática de Texas, el creador del supermercado criminal Silk Road, un conocido entusiasta de las criptomomendas de EEUU, un grupo de informáticos de un gran banco de inversión, un físico a sueldo del Pentágono con patronímico coincidente, y el receptor de la primera transferencia hecha con bitcoin. Todos ellos podrían ser el creador del bitcoin, pero ninguno lo es.
¿Existe Nakamoto? ¿Es una sola persona? ¿Por qué decidió quitarse de la circulación? ¿Es un hacker? ¿Trabaja en una gran institución financiera? Las preguntas sin respuesta son tantas que, hasta la fecha, todos los intentos por llegar a él han sido en vano, y es más que probable que todo siga igual si Nakamoto decide seguir en la sombra.
Por si acaso el comité del Nobel decidiese incitar a Nakamoto a salir de su refugio, Bhagwan Chowdhry advierte de que ni la fama (es obvio que no la quiere) ni el dinero (se calcula que tiene el equivalente en bitcoin a varios centenares de millones de dólares) parecen importarle al recién nominado. Por eso Chowdhry propone un arreglo de compromiso: ir a recoger el premio en su nombre y recibir la transferencia correspondiente en su cuenta. En bitcoins, por supuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario