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martes, 17 de noviembre de 2015

La Síntesis Neoclásica

 
 
Por Manuel Alejandro Hidalgo Pérez.
 
Como expliqué en mi anterior entrada (La batalla por la ciencia macoeconómica de finales del siglo XX) , la macroeconomía va a pasar por una revolución en los años 70 y que va a desembocar en el desarrollo de dos líneas principales de investigación sobre las causas de los ciclos económicos. La primera de ellas, y heredera de la escuela neoclásica, elaboró, ateniendo a las premisas surgidas años antes desde la Crítica de Lucas, los modelos de ciclos reales. La segunda, y heredera de algunos preceptos del keynesianismo, pero bebiendo de los mismos modelos neoclásicos, la neokeynesiana, va a ofrecer rápidamente una visión contrapuesta a los primeros. Sin embargo, entre ambas visiones no existían grandes diferencias, ya que las bases, fundamentos y supuestos de ambos modelos eran muy similares salvo algunas cuestiones puntuales. En resumen, había más elementos que unía a ambas escuelas que aquellas que las separaba.
 
A modo de recordatorio, los fundamentos principales de los modelos RBC eran en primer lugar la flexibilidad de precios y salarios, por lo que el equilibrio estaba garantizado; en segundo lugar, ciclos económicos sólo generados por shocks tecnológicos, por lo que cualquier política de demanda que intentara ajustar el ciclo era ineficiente; y en tercer lugar, unos agentes cuyas decisiones se toman en función de expectativas racionales. Respecto a los modelos neokeynesianos, además de la apuesta por las expectativas, lo que les unía a los RBC, asumen la rigidez de precios y salarios, por lo que de estos modelos se deriva la existencia de desequilibrios, es decir, y al contrario que los RBC, el ciclo económico representa una economía en desequilibrio, y en consecuencia los neokeynesianos defienden políticas de demanda como instrumentos para recuperar el equilibrio perdido.
 
Sin embargo, a lo largo de las décadas de los 80 y especialmente los 90, ambas escuelas fueron convergiendo ya que más que discutir por dos formas diferentes de comprender el comportamiento macroeconómico, lo que estaban haciendo era enfocar dicho comportamiento para dos períodos temporales diferentes. Dicho en otros términos, mientras los modelos RBC parecían explicar con cierto éxito el comportamiento de una economía a medio y largo plazo, los modelos NK parecían ajustarse adecuadamente a plazos más cortos. El entendimiento de este hecho les llevó inevitablemente a considerar una síntesis entre ambas escuelas, alcanzando así un punto de encuentro, una tregua de la cual derivase una nueva macroeconomía.
 
Esta nueva síntesis o síntesis neoclásica descansa principalmente en los preceptos que determinaron el nacimiento de los modelos neokeynesianos. Así son modelos de expectativas racionales y que asumen la existencia de rigidez en los precios. Los trabajos de Goodfriend y King (1997, 2001), Clarida, Gali y Gertler (1999), Goodfriend (2002) y Woodford (2003) son los que marcan el inicio de esta síntesis. Sin embargo, estos modelos asumen que en el medio y largo plazo los precios son flexibles y siempre alcanzan su posición de equilibrio. Por lo tanto, el modelo transmuta a un modelo RBC. Así, las políticas de demanda no tienen efecto a largo plazo. Por ejemplo, en este plazo el dinero nunca tendría efectos reales, tan sólo en la inflación. A largo plazo sólo los shocks tecnológicos pueden afectar a la producción y al empleo.
 
A corto plazo, sin embargo, la economía no puede ajustar inmediatamente los cambios en las variables nominales, por lo que la política monetaria, y también la fiscal, tienen efectos sobre las variables reales. Sin bien se asume, como se ha indicado, que a largo plazo no existen efectos monetarios en las variables reales, en el corto plazo, ambas políticas pueden regular el ciclo económico.
 
Más concretamente, los elementos principales de esta síntesis son:
  1. Los modelos macroeconómicos de la síntesis se basan en modelos de equilibrio general intertemporal, de tal modo que estos modelos sean capaces de aunar los fundamentos necesarios para explicar tanto el largo como el corto plazo, es decir, el crecimiento económico y el ciclo económico.
  1. Las expectativas de los agentes deben modelizarse endó Sólo así se podrá ajustar los actuales modelos a la crítica de Lucas (1976) y que afirmaba entonces que los modelos económicos necesariamente debían permitir modelizar las diferencias en la reacción de los agentes ante políticas diferentes.
  1. Los shocks reales son el origen de una parte importante de las fluctuaciones económicas, frente a las teorías que asocian gran parte de las fluctuaciones a perturbaciones monetarias (Rotemberg y Woodford, 1997; Christiano, Eichenbaum y Evans, 2005; Duffort, 2005; Altig et al, 2005; Smets y Wouters, 2007). En general, gran parte de los ajustes monetarios (shocks de demanda) son consecuencias de una política monetaria que se adopta ante shocks reales, siendo estos shocks tecnológicos, de expectativas, fiscales, exteriores, etc… Duffort (2005) muestra la importancia de los shocks en la demanda a lo largo de la segunda mitad del siglo XX para explicar los ciclos en EEUU. Más aún, aunque los shocks de oferta pueden explicar algunos, son los de demanda y que mueven el output y los precios en la misma dirección los que explican la gran mayoría de los ciclos observados.
  1. La Política Monetaria tiene efectos sobre las variables reales. En particular se considera efectiva para controlar la inflación. Esta afirmación es el resultado de un debate entre monetaristas y post keynesianos que al final ganaron los primeros. Se asume que con las herramientas adecuadas y con los límites razonables, los Bancos Centrales pueden controlar la inflación. La desinflación de los años 80 y 90, conocida como la Gran Moderación es el ejemplo de esta capacidad.
  1. Se asume que las variables reales pueden determinar la inflación. Así, el nivel de actividad, de capacidad productiva, y de los costes marginales de la producción pueden elevar o reducir la inflación. La consecuencia inmediata de esta afirmación es que se asume la existencia de la Curva de Phillips en el corto plazo. Sin embargo, a largo plazo la CP se torna vertical, no existiendo trade-off entre ambas variables y haciendo inefectiva cualquier política de demanda que pretenda alcanzar el pleno empleo a cambio de un sacrificio en la estabilidad de los precios. A largo plazo sólo la políticas de oferta (reformas económicas) son efectivas para alcanzar el pleno empleo.
El principal instrumento de actuación de la política monetaria va a ser un viejo conocido de la macroeconomía, la tasa natural de interés y que ya fuera presentada por Wicksell en el año 1898. Esta tasa natural, a la que debe tender una economía en caso de existencia de flexibilidad absoluta de precios y salarios (Woodford, 2003) es el objetivo de todo banco central. Si se asume que si los tipos monetarios son iguales a los de la tasa natural, entonces dicha economía estará en equilibrio, el output potencial será igual al observado y la inflación estable. Así pues, como el objetivo de los bancos centrales es estabilizar su economía, la tarea que tiene es simplemente identificar esta tasa natural e igualar el tipo monetario a ésta. Sólo así se garantizará el equilibrio.
 
Sin embargo, la crisis de 2007-2009 creó una serie de críticas a la ciencia macroeconómica del momento y que hizo estallar la tregua académica hasta ese momento existente. Nuevos intentos de explicar cómo y porqué la crisis financiera de 2007 sucedió ha llevado a numerosos economistas, o bien a desligarse de la síntesis neoclásica, o bien a aquellos que no estaban cómodos en la nueva línea mainstream, a levantar la cabeza y a reclamar que otra ciencia macro es posible. Pero esto es otra historia, y que dejaré para mi siguiente post.
Referencias:
Altig, David, Lawrence Christiano, Martin Eichenbaum, and Jesper Lindé. 2005. “Firm- Specific Capital, Nominal Rigidities, and the Business Cycle.” NBER working paper no. 11034, January.
Clarida, R.; Galí, J. y Gertler, M. (1999). “The Science of Monetary Policy: A New Keynesian Perspective”, Journal of Economic Literature, vol. 37, No. 4, pp. 1661-1707.
Christiano, L. J., Eichenbaum, M., & Evans, C. L. (2005). Nominal rigidities and the dynamic effects of a shock to monetary policy. Journal of political Economy, 113(1), 1-45.
Goodfriend, M. y KinG, R. (1997). “The New Neoclassical Synthesis and the Role of Monetary Policy”, NBER Macroeconomics Annual, pp. 231-282.
Goodfriend, M. (2002). “Monetary Policy in the New Neoclassical Synthesis: A Primer”, International Finance, vol. 5, No. 2, pp. 165-191.
Lucas, Robert E., Jr. 1976. “Econometric Policy Evaluation: A Critique.” Carnegie- Rochester Conference Series on Public Policy, 1: 19-46.
Rotemberg, J., & Woodford, M. (1997). An optimization-based econometric framework for the evaluation of monetary policy. In NBER Macroeconomics Annual 1997, Volume 12 (pp. 297-361). MIT Press.
Smets, F., & Wouters, R. (2007). Shocks and frictions in US business cycles: A Bayesian DSGE approach. National bank of belgium working paper, (109).
Wicksell, K. (1898). Interest and Prices: A Study of Causes Regulating the Value of Money, Londres: Macmi- llan, 1936.
Woodford, M. (2003). Interest and Prices: Foundations of a Theory of Monetary Policy, Princeton University Press, Princeton y Oxford.
 
 
 
 
 

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