La tercera economía mundial cae a un 0,2% entre julio y septiembre y acumula dos trimestres seguidos de descensos
Xavier Fontdeglòria
Un edificio demolido en Tokio para realizar obras para preparar los Juegos Olímpicos de 2020. / Koji Sasahara (AP)
La tercera economía mundial no logra remontar el vuelo. A pesar de haber lanzado el mayor programa de estímulo monetario de la historia, Japón ha entrado oficialmente en recesión técnica por quinta vez en los últimos siete años debido a la incertidumbre sobre el crecimiento global. Entre junio y septiembre, el PIB nipón cayó un 0,2% con respecto a los tres meses anteriores -o, a tasa anualizada, un 0,8%- después de que durante el segundo trimestre del año la economía ya se contrajera un 0,7%.
Según los datos preliminares del Gobierno, la principal causa de la caída fue el bajón de la inversión de las empresas (-1,3% con respecto al trimestre anterior), temerosas de la volatilidad en China y, en general, de la débil recuperación mundial. El consumo doméstico, que supone casi el 60% de la economía japonesa, creció un 0,5% frente a los registros entre abril y junio y las ventas al extranjero también experimentaron un buen comportamiento, con un aumento del 2,6% intertrimestral.
Se trata de la quinta recesión que sufre el país desde el estallido de la crisis financiera internacional y la segunda tras la llegada de Shinzo Abe al poder. Una de las prioridades del primer ministro nipón, precisamente, es lograr que Japón deje atrás dos décadas de estancamiento económico y para ello puso en marcha -inmediatamente después de su nombramiento- el mayor plan de estímulo de la historia del país. Pero el llamado Abenomics, basado en un mayor gasto público, barra libre de liquidez y reformas estructurales, no está dando los frutos esperados, lo que supone un nuevo revés político para Abe.
Si bien la inyección de capital en la economía depreció el yen y favoreció enormemente las exportaciones, en 2014 a Japón se le atragantó la subida del impuesto que grava el consumo. La medida, necesaria para afrontar la ingente deuda pública del país (cercana al 250% del PIB), hundió la demanda interna más de lo esperado y situó el país en números rojos. Una vez recuperados del susto -gracias en parte a la ampliación del programa de estímulo-, las ganancias de compañías japonesas que se han beneficiado de un yen débil no han repercutido ni en inversión ni en aumentos significativos de los salarios por la desconfianza en el porvenir de la economía mundial y los recientes vaivenes de su mayor vecino, China. Otro de los objetivos del plan, alcanzar cuanto antes una tasa de inflación sostenida cercana al 2%, es también difícil de cumplir por la bajada del precio de las materias primas.
Aunque la caída entre julio y septiembre es mayor de lo esperado por los analistas, la entrada en recesión se daba por descontada. El ministro de Economía y Política Fiscal, Akira Amari, se refirió al "empeoramiento de las economías exteriores" como "factor de riesgo" para Japón, aunque confió en que la tercera economía mundial volverá a crecer en el último trimestre del año, informa Efe. Los analistas también apuntan a que la contracción será puntual: "Esperamos que la economía japonesa se recupere gradualmente entre octubre y diciembre sobre todo por el crecimiento del consumo privado y por el cambio de tendencia en el gasto corporativo debido a los mayores beneficios empresariales", aseguraron los economistas de Nomura en una nota a clientes.
Otra de las incógnitas radica en si este bache se traducirá en más medidas de estímulo por parte de la administración Abe. No está previsto que el Banco de Japón amplíe su programa masivo de compra de activos en la reunión de esta semana, pero sí es probable que los datos conocidos este lunes afecten al presupuesto suplementario que el Gobierno está preparando para, entre otras cosas, ayudar a los campesinos a hacer frente a la competencia que traerá la firma del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP). Este enésimo espaldarazo en forma de gasto fiscal podría alcanzar entre los 3 y 3,5 billones de yenes (entre 22.700 y 26.500 millones de euros).
Los analistas coinciden en que uno de los problemas que lleva a Japón a ser tan vulnerable a las turbulencias de la economía mundial es la falta de celeridad implementar la tercera y más dolorosa flecha del Abenomics: las reformas estructurales. "Las primeras dos flechas, el estímulo fiscal y monetario, estaban destinadas a ganar tiempo, pero Japón no ha logrado avanzar con las reformas dolorosas, pero necesarias, para aumentar su potencial de crecimiento", explicó a Reuters Hiroshi Shiraishi, economista de BNP Paribas. Por ejemplo, si bien se ha observado un ligero aumento de la participación de la mujer en el mercado laboral nipón, sigue habiendo una fuerte dualidad entre los que trabajan en las grandes empresas del país, con mejores salarios, y los que lo hacen en pequeñas y medianas empresas, con peores condiciones. Urgen también medidas para corregir el declive de la fuerza laboral en un país con una población cada vez más envejecida y eliminar las barreras al comercio exterior.
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