El 80% de la población apoya el experimento del gobierno de centro derecha
La Seguridad Social de Finlandia ya tiene entre sus manos la primera propuesta seria para crear un modelo de renta básica universal que, si finalmente se implanta, permitiría que cada ciudadano cobre 800 euros al mes por el simple hecho de serlo, sin más condiciones.
Así lo revelaba la semana pasada Olli Kangas, director del departamento de estudios de Kela, el organismo finlandés en el que se concentran todos los pagos no sólo a pensionistas, sino también prestaciones tan variadas como el seguro médico nacional o el pago para desempleados.
Durante una primera fase piloto todos los ciudadanos, sin excepción, cobrarían 550 euros. Mientras tanto, quienes perciben actualmente alguna prestación podrían seguir cobrándola sin novedad.
Siempre conforme a la propuesta inicial de la seguridad social del país, que podría revolucionar su sistema de bienestar, en una segunda fase se sustituirían todas las prestaciones actuales (basadas en el nivel de renta) por un pago de 800 euros mensuales, tal como informa la radiotelevisión estatal.
La actual propuesta fue una de las primeras promesas realizadas por el gobierno de coalición de centro derecha tras acceder al poder en las últimas elecciones generales, y será desarrollada en los próximos meses.
No se presentará de forma definitiva hasta noviembre de 2016, y será entonces cuando se conozca el calendario (y el coste) definitivo para este gigantesco experimento con uno de los instrumentos de política macroeconómica más controvertidos de las últimas décadas.
Sin apenas precedentes
Quienes apoyan la creación de sistemas de renta básica universal aseguran que reducirá los costes administrativos: si no hay condiciones que cumplir, no es necesario comprobar caso por caso que el beneficiario se ajusta a ellas.
Muchos defienden además su carácter redistributivo en sociedades cada vez más desiguales, y no faltan quienes recuerdan que en una sociedad cada vez más robotizada habrá que implementar modelos laborales en los que se tienda a reducir la jornada media y se equilibre una demanda de trabajo menguante con la necesidad de sostener a grandes colectivos.
En todo el mundo los experimentos con una renta universal se pueden contar sin embargo hasta la fecha con los dedos de la mano, como el dividendo que permite a los habitantes de Alaska recibir una renta anual procedente de los ingresos petrolíferos.
Dos programas piloto llevados a cabo por Unicef en India desde comienzos de la década mostraron mostraron mejoras notables en parámetros tan variados como la nutricición infantil o la actividad económica.
Pese a ello, la reducida escala del proyecto -apenas 6.000 personas- y su enfoque específico en una economía en vías de desarrollo han llevado a los más críticos a dudar de que las conclusiones del experimento puedan ser extrapolables a una economía desarrollada como la finlandesa.
El 80% apoya la idea
En el país, utilizado hasta hace sólo unos años como ejemplo del éxito de las políticas económicas centradas en la competitividad exterior, un informe encargado por la Comisión Europea mostraba este año que los instrumentos clásicos del sistema de bienestar finlandés están empezando a ser inútiles para sacar a las familias de las crecientes bolsas de pobreza.
Tras cuatro años de contracción económica, y con una tasa de desempleo desestacionalizada cercana al 10%, los finlandeses se han mostrado favorables a la propuesta experimental del ejecutivo: cuatro de cada cinco ciudadanos apoya la implantación de una renta básica universal como método para combatir la desigualdad y estimular la actividad económica.
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