Ya están en funcionamiento en Estados Unidos y pronto llegarán a Europa. El inversor tiene que definir sus objetivos, su perfil de riesgo, su edad e ingresos, y el programa hará el resto
Albert Einstein dijo que si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. Y eso parece que está cumpliendo una nueva generación de asesores financieros, los Robo Advisors.
En un entorno de constantes decepciones por la rentabilidad a medio y largo plazo de los vehículos clásicos (fondos de inversión, carteras modelos, fondos de pensiones…), altas comisiones aplicadas, desarrollo de nueva y automática tecnología de inversión (algoritmos) y discriminación según la capacidad de ahorro de los inversores (no se trata igual al cliente de 5.000 dólares que al de 300.000 dólares), varias compañías con plataformas digitales han aparecido, básicamente en Estados Unidos, encaminadas a proveer de asesoramiento automático al inversor.
Los Robo Advisors (RA) son unos asesores de inversión automáticos que pueden construir carteras mediante la inversión en ETF diversificados, ajustar esas carteras, reinvertir dividendos, compensar pérdidas fiscales e incluso invertir en mercados internacionales. El inversor tiene que definir sus objetivos, su perfil de riesgo, su edad e ingresos, y el programa hará el resto.
Los Robo Advisors (RA) son unos asesores de inversión automáticos que pueden construir carteras mediante la inversión en ETF diversificados
Lo que se consigue es optimizar la inversión del ahorrador a un coste muy reducido. No hay comisiones de negociación, ni de éxito, ni de entrada o suscripción, ni de reembolso, ni de custodia, ni de gastos corrientes… Se aplica la comisión de gestión de entre un 0,15% y un 0,5% dependiendo del RA y listo. Para una inversión de 10.000 dólares, un asesor tradicional cobraría, en total, una comisión de unos 300 dólares al año. El RA cobraría, de media, 22 dólares. En 10 años, el primero se ha llevado 3 000 dólares y en el caso del robot, 220…
Uno podría pensar que lo que ofrece un RA no tiene nada que ver con el asesoramiento clásico. Nada más lejos de la realidad. Incluso, me atrevería yo a decir, es hasta mejor. El sistema de algoritmos que utilizan va desde la selección de los mejores vehículos de inversión (un ETF replica mejor un activo determinado y cuesta menos que un fondo de inversión), hasta la selección óptima de la cartera de cada cliente, pasando por el estudio de las correlaciones de los activos, desviaciones típicas, número de componentes, monitorización de las posiciones y el rebalanceo de las posiciones.
Además, da igual el capital con el que se acuda al mercado. Tanto el coste aplicado como la estrategia recomendada son los mismos, independientemente del monto de inversión. De ese modo, cualquier inversor puede recibir asesoramiento sin importar su capacidad de ahorro.
Tomando a uno de estos RA, estas serían unas carteras recomendadas en función del tipo de inversor y para 100.000 dólares de inversión.
Y viendo rentabilidades de estos RA contra el asesor tradicional, suponiendo una inversión en acciones del 70% de la cartera, se obtienen estos datos. ('backtesting' con ETF incluyendo la comisión del RA de 0,15% y la propia de los ETF. La media de los asesores se toma de los datos del ARC Private Clients Indices, que es información real proporcionada por los asesores participantes).
La pregunta que hay que hacerse ahora, visto que los RA han llegado para quedarse y que pronto los tendremos en Europa de forma global (hay ya proyectos en funcionamiento), es quién programa los RA. Podría argumentarse que de nada sirve tener una buena plataforma digital, con cientos de algoritmos trabajando si, al final, todo sigue dependiendo de un grupo de gestores.
La respuesta no es fácil pero, de momento, las compañías que han sacado estos robots provienen de la industria de inversión. En función de las preferencias que tenga el inversor podrá seleccionar uno u otro. Pero, de todos modos y en mi opinión, a largo plazo se ha demostrado que son muy pocos los gestores que superan los índices de referencia. Luego, se trata de conseguir una optimización de nuestra cartera, al mínimo coste posible (aquí sí marcan diferencia los RA) y que tenga en cuenta las particularidades de cada inversor.
Si esto lo pudiéramos aplicar ya en España, donde se ha demostrado que a largo plazo son mínimos los fondos de inversión (rentabilidad media del 1,98%) que superan la rentabilidad media del bono español a 15 años (4,4%) o al Ibex 35 (4%), a buen seguro que funcionaría. (Fuente IESE).
Solo vía comisiones y a esos plazos, la diferencia de rentabilidad sería brutal considerando el 2% de media observado. Y, considerando que no hay apenas diferencias entre gestión activa y pasiva, la elección la veo yo muy clara.
Veremos si nuestros gestores son capaces de adaptarse a los tiempos cambiantes. En Estados Unidos, los activos bajo gestión discrecional de los robots han subido un 57% en los últimos seis meses hasta llegar a los ocho billones de dólares. Para 2020 se espera que los activos gestionados por robots superen los dos trillones de dólares…
Recordando a F. Schiller; lo viejo se derrumba, los tiempos cambian y sobre las ruinas florece nueva vida. Veremos lo que nos depara el futuro que ya está aquí.
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