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viernes, 18 de septiembre de 2015

El fracaso de 'Abenomics' llama a las puertas de Draghi

Hasta Krugman –ahora- dice que le preocupa mucho que Abenomics fracase. En fin. Aún recuerdo cómo nuestro Club de Fans de la Impresora aplaudía a rabiar el lanzamiento de las “tres flechas”

 
Foto: Manifestación en Japón (Efe)
Manifestación en Japón (Efe)
 
“I think it's you but I can't be sure. You're wearing disguises” Pete Townshend
 
Ayer Standard & Poor´s rebajaba la calificación de Japón ante el deterioro de sus cuentas públicas y el ya más que evidente fracaso de la política económica llamada Abenomics. Hasta Krugman –ahora- dice que le preocupa mucho que 'Abenomics' fracase. En fin. Aún recuerdo cómo nuestro Club de Fans de la Impresora patrio aplaudía a rabiar el lanzamiento de las “tres flechas” de Shenzo Abe como la solución mágica que los malvados alemanes se negaban a implementar en Europa por un supuesto interés inexplicable de hacer daño.
 
Cuando se lanzó Abenomics lo llamé en esta columna “el Manga monetario” y alertábamos de las razones por las que iba a fallar. Hemos seguido trimestre a trimestre una política monetaria descabellada que sólo ha conseguido que los salarios reales japoneses hayan caído a niveles de hace 25 años. Y ya, más recientemente, comentamos que venían curvas. Sobre todo por la enorme exposición de inversores en el país nipón. Las curvas han llegado.
 
El fracaso de Abenomics, la crónica de una muerte anunciada –por unos pocos-, debe servir a la Unión Europea y al Banco Central Europeo como lección.
 
No tener en cuenta en la política monetaria el umbral de saturación de deuda, la estructura empresarial del país, la demografía ni la sobrecapacidad existente es un grave error. Olvidar las reformas estructurales y fiarlo todo al gas de la risa monetario es irresponsable.
 
El fracaso de Abenomics, la crónica de una muerte anunciada –por unos pocos-, debe servir a la Unión Europea y al Banco Central Europeo como lección
 
Saturación de deuda: Cuando existe sobrecapacidad, un alto endeudamiento endémico y una población que envejece, inundar de liquidez no genera mayor inversión o crecimiento. Olvidamos que una unidad adicional de deuda ya no genera el mismo retorno que hace diez años. De hecho, lleva generando estancamiento desde hace mucho. Solo hunde los salarios reales y ataca al ahorrador al devaluar. Con ello se entorpece el consumo y la inversión a largo plazo.
 
Estructura empresarial: ¿Quién se beneficia de la alta liquidez y bajos tipos? El gobierno y los grandes sectores endeudados y obsoletos. Pero en Japón, como en Europa, la mayoría, 90%, de las empresas son pymes. Inundar de liquidez no les sirve de nada. Les prolonga el problema ya que los tipos bajos y expansión monetaria perpetúan la sobrecapacidad y prolongan el exceso de deuda. Si haces política económica para el gasto gubernamental y los zaibatsu (los conglomerados japoneses) el fracaso está asegurado, porque son dinosaurios renqueantes.
 
Envejecimiento: Europa, como Japón, tiene un problema de pirámide de población. Eso afecta a los hábitos de consumo, al ahorro y a la estructura del gasto de las familias. Pensar que vas a obviar fundamentales tan relevantes como la estructura de la población y empresarial con políticas monetarias expansivas es simplemente ridículo. Yo lo llamo cubrir de chocolate el pimiento. Cuando lo muerdes sigue sabiendo a pimiento.
 
Japón se gasta un 24% del presupuesto (2015) en pagar intereses de la deuda a pesar de los tipos ultra-bajos de sus bonos, y el 32% en pensiones y seguridad social. El 56% del presupuesto de un país con una deuda sobre PIB superior al 230% se va en estos conceptos. El 38% de los presupuestos generales de 2015 estará financiado por nueva deuda. No hay política monetaria que lo revierta cuando el país ha perdido casi un millón de habitantes en los últimos quince años.
 
En conversaciones con Richard Koo de Nomura y Martin Feldstein, ex asesor de Bush y Clinton, una de las frases más repetidas ha sido “¿qué otra cosa podía haber hecho el banco central de Japón?”. Y ese es el problema. No es labor del banco central implementar las medidas estructurales, sino del gobierno.
 
En vez de subir impuestos a familias, ignorar los enormes desequilibrios y fiarlo todo a la patada hacia delante monetaria, deberían haber llevado a cabo una profunda reestructuración de los sectores anquilosados. No solo un gasto público que dilapida más del 90% en gastos corrientes. Los zaibatsu y los keiretsu (conglomerados empresariales y lobbies industriales organizados) y sus “intereses especiales”, como llaman en Tokio diplomáticamente a la falta de gobierno corporativo y amiguismo, perpetúan un modelo endeudado. Un concepto que no nos sorprende en Europa tampoco, ¿verdad?
 
Los líderes seguirán pensando que todo lo soluciona otro chute de adrenalina monetaria y luego le echarán la culpa a un enemigo exterior
 
Adicionalmente, se debería haber hecho un “Abenomics de una sola flecha”. La tercera, la que olvidaron. Las reformas estructurales para combatir la caída de productividad, fomentar el crecimiento de las pymes, y aumentar la renta disponible de los ciudadanos para reactivar el consumo. Se hizo lo contrario. Y con ello se garantizaba el fracaso.
 
En Europa, Draghi y los líderes deben tomar nota de este problema, porque tenemos muchos puntos en común con Japón y dos en los que nos diferenciamos, a peor. El enorme ahorro de los ciudadanos japoneses y su entrega al trabajo. Desafortunadamente, aunque Draghi es consciente y siempre repite la importancia de las reformas, los líderes seguirán pensando que todo lo soluciona otro chute de adrenalina monetaria. Luego le echan la culpa a algún enemigo exterior y repiten que “no se hizo suficiente”.

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