Por Martín Krause.
Con los alumnos de Historia del Pensamiento Económico II, de Económicas, UBA, vemos partes de un ensayo de Eugen von Boehm-Bawerk, con el título: “Una Contradicción no Resuelta en el Sistema Económico Marxista”. El título lo dice todo. En este trabajo muestra de una vez y para siempre la inconsistencia de la teoría del valor-trabajo.
“Como autor, Marx fue un hombre de envidiable ventura. Su obra no se puede clasificar entre los libros fáciles de leer o de comprender. La mayoría de los libros de este tipo –aun aquellos con una dialéctica más asequible y una ilación matemática más liviana— habrían encontrado completamente obstaculizado el camino hacia la popularidad. Pero, contrariamente, Marx se ha transformado en el apóstol de un amplio círculo de lectores, incluyendo a aquellos que, por norma, no leen libros difíciles. Más aún, la fuerza y la claridad de su razonamiento no eran tales como para convencer a nadie. Al revés, hombres calificados como los pensadores más serios y valiosos de nuestra ciencia, por ejemplo Karl Knies, han afirmado, desde un comienzo, mediante argumentos imposibles de pasar por alto, que la enseñanza de Marx estaba repleta, de principio a fin, de toda clase de contradicciones, tanto de lógica como de hechos. Podría fácilmente haber sucedido que la obra de Marx no hubiera encontrado partidarios ni entre el público común —que no podía entender su difícil dialéctica— ni entre los especialistas, que sí la comprendían, pero captaban demasiado bien sus limitaciones. Sin embargo, en la práctica, ha sucedido lo contrario.
Tampoco ha sido perjudicial para su influencia el hecho de que la obra de Marx haya permanecido como una estructura incompleta durante su vida. Generalmente, y con razón, desconfiamos de los primeros volúmenes, no proyectados a nuevos sistemas. Los principios universales pueden describirse seductoramente en las “Secciones Generales” de un libro, pero sólo se pueden corroborar si realmente poseen la fuerza de convicción que les atribuye su creador cuando, en la elaboración del sistema, se confrontan con todos los hechos minuciosamente. En la historia de la ciencia, muchas veces se ha dado el caso de que un primer volumen, promisorio y respetable, no ha sido continuado en un segundo volumen simplemente porque, bajo el propio análisis investigador del autor, los nuevos principios no soportan la prueba de las situaciones concretas. Pero la obra de Karl Marx no ha sufrido estos contratiempos. La gran masa de sus seguidores, basándose en la fuerza de su primer libro, tenía una fe ciega en sus obras aún no escritas.
Esta confianza, por una parte, fue sometida a una severa e inusual comprobación. Marx había expresado, en su primer libro, que todo el valor de las mercancías se basaba en el trabajo involucrado en ellas y que en virtud de esta “ley del valor” deberían intercambiarse en proporción a la cantidad de trabajo en ellas invertido; que, además, la rentabilidad o plusvalía ganada por el capitalista era el fruto de la explotación del trabajador; que, sin embargo, el monto de la plusvalía no estaba en proporción al monto total del capital invertido por el capitalista, sino sólo al monto de la parte “variable” —esto es, a aquella parte del capital pagado en sueldos y salarios—, mientras que el “capital constante”, el capital empleado en la adquisición de los medios de producción, no aumentaba la plusvalía. En la vida diaria, sin embargo, la rentabilidad del capital está en proporción al capital total invertido; y, principalmente por esto, las mercancías no se intercambian de hecho en proporción a la cantidad de trabajo invertido en ellas. En este punto, por lo tanto, había una contradicción entre teoría y práctica que escasamente admitía una explicación satisfactoria. Pero esta contradicción manifiesta tampoco escapó al análisis de Marx. Con respecto a ella, el autor dice: “Esta ley (esta ley, a saber, establece que la plusvalía está en proporción sólo con la parte variable del capital) contradice claramente toda la experiencia prima facie”. Pero al mismo tiempo declara que la contradicción es sólo aparente y su solución requiere juntar muchos cabos sueltos, postergándose para los siguientes volúmenes de su obra. La crítica especializada pensó que podía anticiparse con relativa certeza que Marx nunca cumpliría su compromiso, ya que, como era difícil probarla, la contradicción era insoluble.
Sus argumentos, sin embargo, no produjeron ninguna impresión en el conjunto de sus seguidores. Su simple promesa excedía todas las refutaciones lógicas.
Martín Krause es Dr. en Administración, fué Rector y docente de ESEADE y dirigió el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Ciima-Eseade).
Decir y afirmar que "hombres calificados como los pensadores más serios y valiosos de nuestra ciencia, por ejemplo Karl Knies, han afirmado, desde un comienzo, mediante argumentos imposibles de pasar por alto, que la enseñanza de Marx estaba repleta, de principio a fin, de toda clase de contradicciones, tanto de lógica como de hechos".
ResponderEliminarNo es colocar evidencia alguna que demuestre tales contradicciones; afirmar algo no es comprobar algo, tampoco argumentar; pro ejemplo afirmar que "la ventana está cerrada" No es un argumento, es una simple oración sujeto-predicado; a lo mucho podrá pasar como premisa en un argumento.
Para explicarme mejor, pondré un ejemplo, el autor Krauze (quiero suponer que es él quien lo afirmó) explica que: «Marx había expresado, en su primer libro, que todo el valor de las mercancías se basaba en el trabajo involucrado en ellas y que en virtud de esta “ley del valor” deberían intercambiarse en proporción a la cantidad de trabajo en ellas invertido»
Eso es enteramente falso; lo que Marx propone es: «para que las magnitudes de objetos distintos puedan ser cuantitativamente comparables entre sí, es necesario ante todo reducirlas a la misma unidad. Sólo representándonoslas como expresiones de la misma unidad podremos ver en ellas magnitudes de signo igual y, por tanto conmensurables» —Marx, El capital, Cap 1—
1) Imaginemos que estamos en una comunidad primitiva de personas y no dispone de dinero; un músico de esa tribu toca 1 hora en una fiesta de una familia; y la contratante le paga con: 10 huevos de gallina, 2 kg de arroz; luego el músico toca en otra fiesta por 1 hora y le pagan: 10 kg de arroz y 3 huevos de gallina; luego, en otra fiesta de 1 hora, le pagan: 5 kg de hoja de tabaco.
¿Qué sucede aquí? la economía convencional no es capaz de observar lo que sucede; según ésta el pago esta sujeto a la subjetividad, es la mente y la psicología de las personas que fijan los precios en su libertad; esto fundamentado en que no se puede sumar:
a) 2 kg de arroz + 5 huevos de gallina = ¿?
A esta circunstancia los economistas contemporáneos le llaman "El problema de la agregación", refiriéndose a que como el ejemplo del inciso "a)" no pueden sumarse esas cantidades, no se pueden agregar para dar un resultado dando el resultado de "7 huevoarroz"; no existe tal cosa. Y como no es sumable, por tanto, no se puede medir, no hay ciencia; entonces los economistas convencionales resuelven: "si convertimos el arroz en dinero se puede sumar". Pero estamos hablando de que NO siempre ha existido el dinero. ¿Entonces, cómo le hacían? nunca ha podido resolver el enigma la economía convencional en pleno siglo XXI
Lo que propone Marx es que, en los 2 kg de arroz y en 5 huevos de gallina, está contenido "tiempo de trabajo"; y el tiempo de trabajo de los distintos artículos SÍ se pueden sumar; y si lo hacemos encontraremos que hay un promedio social.
Para fines prácticos e ilustrativos, inventemos que:
1 huevo de gallina requiere 3.5 horas de trabajo (efectivo), sin contar el tiempo de espera, pues no es tiempo trabajado. 1 kg de arroz contiene 2.5 horas de trabajo 1 kg de tabaco contiene 3.29 horas de trabajo.
El primer pago ahora podemos establecerlo en unidades de tiempo que pueden ser sumadas;
Primer pago:
2 kg de arroz + 10 huevos de gallina = 2(2.5) + 10(3.5) = 40 horas de trabajo
Segundo pago:
10 kg de arroz + 4 huevos de gallina = 10(2.5) + 4(3.5) = 39 horas
Tercer pago:
10 kg de hoja de tabaco = 10(3.29) = 32.9 horas
Por lo cual, el promedio del precio en tiempo de trabajo es:
40 + 39 + 32.9 / 3 = 37.3 horas de pago