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domingo, 16 de agosto de 2015

Grecia ilustra 150 años de fracaso socialista en Europa

Grecia no puede pagar sus deudas… nunca. Ni tampoco varios otros países de la Unión Europea. Por eso la élite de Europa es reacia a poner a Grecia en situación de impago. Si se permite a Grecia derogar sus deudas, ¿por qué debería pagar cualquier otro miembro deudor de la UE? Las consecuencias financieras de un impago masivo por parte de la mayoría de los miembros de la UE son difíciles de predecir, pero no serán agradables. Europa ha creado un castillo financiero de naipes y la más mínima pérdida de confianza hará que se desplome.
La tragedia de Europa tiene al socialismo en su centro. Europa ha coqueteado con el socialismo desde finales del siglo XIX. El socialismo bismarckiano del siglo XIX produjo dos guerras mundiales. El socialismo leninista masacró y esclavizó a cientos de millones hasta desplomarse, por suerte sin una tercera guerra mundial. Bueno, sin desalentarse, en las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, los socialistas de Europa se embarcaron en un nuevo sueño socialista. Si el socialismo fracasa en un país, quizá tenga éxito si toda Europa se une en una organización socialista supranacional. Oh, no llaman “socialismo” a lo que ha evolucionado a partir de este sueño, pero sin embargo es socialismo.
La socialismo no funcionará, ya sea en un país, una región multiestatal como Europa o todo el mundo. Ludwig von Mises explicaba que el socialismo no es un sistema económico alternativo. Es un programa de consumo. No nos dice nada acerca de la producción económica. Como la producción de cada hombre debe distribuirse a toda la humanidad, no hay incentivo económico para producir nada, aunque pueda haber el incentivo de la coacción y las amenazas de violencia. Inversamente, el capitalismo de libre mercado es un sistema económico de producción, en el que cada hombre posee el producto de su propio trabajo y, por tanto, tiene grandes incentivos económicos para producir tanto para sí mismo como para su familia y tiene bienes en exceso para intercambiar con los bienes en exceso de otros. Ni siquiera bajo amenazas de vida y muerte, ni el trabajador socialista ni su supervisor sabrían qué producir, cómo producirlo o en qué cantidades y calidades. Estas señales económicas son el producto del capitalismo y los precios monetarios del libre mercado.
Bajo el capitalismo, el hombre se especializa para producir bienes para comerciar con el producto de otros. Es solo una forma de declarar la Ley de Say, es decir, que la producción precede al consumo y que la propia creación crea demanda. Por ejemplo, un granjero puede cultivar parte de maíz para su familia para consumo y alimentación de animales, pero vende la mayoría de este en el mercado a cambio de dinero con el que comprar todas las muchas otras necesidades y lujos de la vida. Su cosecha de maíz es su demanda y el dinero se simplemente el medio indirecto de intercambio.
Keynes intentó negar la Ley de Say, afirmando que la propia demanda (creada artificialmente por el banco central imprimiendo dinero) estimularía la producción. Trataba, ilógica e infructuosamente, de poner el consumo por delante de la producción. Hasta hoy Keynes es popular entre los políticos rumbosos, a quienes concedió un imperativo moral para gasto el dinero que no tiene.
Vemos hoy en Grecia el resultado de 150 años de socialismo europeo desarrollándose con gran estilo. Los países productores están empezando a darse cuenta de que has sido robados por la garantía socialista de la UE de que no se permitiría a ninguna nación impagar sus bonos. Grecia simplemente aceptó esta garantía tal cual y gastó hasta ir a la quiebra. Otras naciones de la UE no están lejos. Es hora de dar al capitalismo de libre mercado y a la moneda fuerte una oportunidad: funcionó cada vez que se probó.

Publicado originalmente el 6 de julio de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.



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