La venta por Francia de 24 aviones de combate Rafale a Catar por valor de 6.300 millones de euros después de haber enviado el portaaviones Charles de Gaulle al Mediterráneo oriental para sumarse a la campaña aérea contra el Estado Islámico/Daesh, ha reafirmado la voluntad de París de seguir siendo un actor político de primer orden en Oriente Próximo.
Después de firmar en Doha el acuerdo de venta de los Rafale con el emir catarí, Tamin Bin Jamad Al-Zani, el presidente francés, François Hollande, viajó a Arabia Saudí para asistir a una cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo, que según el último informe anual del SIPRI ha aumentado sus compras de armamento en un 70% durante el último lustro.
Además de la compra de los Rafale a Dassault y de misiles guiados por láser y bombas teledirigidas a la también francesa mbda, el acuerdo con Catar incluye una cláusula para la formación de 36 pilotos. La operación se anunció apenas un mes después de que India se comprometiera a comprar otros 36 cazabombarderos del mismo modelo, aunque en este caso el contrato está pendiente de una negociación sobre el número de aparatos que se fabricarán en plantas indias para asegurar la transferencia tecnológica.
La eventual firma de un nuevo acuerdo con India culminaría parcialmente el preacuerdo suscrito en 2012 entre París y Nueva Delhi para la venta de 126 Rafale –por un valor de 20.000 millones de euros–, de los que 108 deberían ser fabricados en India. Tras un cierto estancamiento de las negociaciones, el gobierno indio aceleró la operación, presionado por la necesidad de sustituir sus ya obsoletos Mig rusos, las permanentes tensiones con Pakistán y la creciente presencia militar china en el océano Índico.
En febrero, Francia acordó también la venta de 24 cazabombarderos Rafale, una fragata y misiles aire-aire a Egipto por valor de más de 5.000 millones de euros, cuya financiación correrá a cuenta de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Gracias a esas nuevas exportaciones de equipos avanzados de defensa, Francia alcanzará este año, por primera vez, ingresos superiores a los 15.000 millones de euros. En 2014 esa cifra fue de 8.300 millones mientras que en 2013 se quedó en 6.870 millones.
Según el ministerio de Defensa francés, la producción y exportación de todo ese armamento creará al menos 30.000 puestos de trabajo cualificados. Ante la imperiosa necesidad de reactivar la economía y crear empleo, Hollande está ignorando las advertencias de organizaciones de derechos humanos e incluso las limitaciones acordadas por la Unión Europea para restringir la venta de armas a países como Arabia Saudí y Egipto.
Pero además del componente económico, París actúa guiado por cálculos estratégicos. Francia es uno de los principales miembros de la coalición que participa en los bombardeos contra el Daesh en Siria e Irak, además de apoyar a Arabia Saudí en su ofensiva aérea contra los rebeldes huzíes en Yemen. Aunque esa activa participación en los conflictos regionales tiene un precio. El presidente iraní, Hasán Rohaní, ya ha criticado a los “países occidentales que se vanaglorian” de su venta de armamento en la región.
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