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El incumplimiento de los objetivos de déficit de 2015 ha dirigido toda la atención política y mediática hacia la situación presupuestaria de las comunidades autónomas. Sin embargo, la verdadera bomba financiera a medio y largo plazo no está en las autonomías, sino en la Seguridad Social. No en vano, el desequilibrio de esta administración alcanzó el año pasado los 13.600 millones de euros: 7.000 millones más de lo inicialmente comprometido. Todavía peor: en 2009, la Seguridad Social contaba con un superávit de casi 8.000 millones de euros, lo que significa que, desde entonces, su agujero se ha acrecentado en más de 20.000 millones a pesar de todos los presuntos recortes que se han aplicado entretanto. Es cierto que una pequeña porción de este desfase financiero irá corrigiéndose conforme vaya creándose empleo y, por tanto, aumentando la base de cotizantes, pero no deberíamos confiar en un milagro al respecto. Los máximos ingresos con los que ha contado jamás la Seguridad Social española —con el máximo número de cotizantes— han sido 158.000 millones de euros; sus gastos en 2015 ascendieron a 160.000 millones de euros… y creciendo.
Más allá de los ejercicios de demagogia a uno y otro lado del espectro político, la verdad es que cada vez resulta más perentorio abrir el debate sobre una reforma en profundidad de nuestro sistema público de pensiones: la previsible evolución demográfica de España nos está conduciendo a que, en poco más de tres décadas, sólo vaya a haber un cotizante a la Seguridad Social por cada pensionista. En tal caso, el actual modelo de pensiones —basado en la existencia de dos cotizantes por pensionista— se volverá del todo insostenible y sólo cabrán dos alternativas: o saquear todavía con mayor virulencia a los escasos trabajadores que sigan en activo o recortar las prestaciones. Todos los partidos políticos nos están ocultando esta tan terrible realidad a la que inexorablemente nos veremos abocados durante las próximas décadas como consecuencia de la pésima configuración del sistema estatal de Seguridad Social: ninguno de ellos está dispuesto a asumir el coste electoral de levantar el telón, de aprobar reformas-recortes y de exhortar a los españoles a que ahorren para compensar las mermadas pensiones públicas que percibirán en el futuro. Al contrario, todos ellos optan por dejar que la fruta siga pudriéndose, a saber, por prorrogar la solución al problema sobreendeudando mientras tanto al conjunto de españoles. Por si acaso, yo que usted empezaría a ahorrar tanto cómo le sea factible.
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