El yuan se depreciará entre un 10% y un 15% en 2016, lo que podría llevar a España a importar deflación. La cuenta de resultados de muchas cotizadas y la recuperación del 'ladrillo' se podrían ver afectadas.
El modelo económico que convirtió a China en la segunda potencia económica mundial y en la gran fábrica del mundo empezó a dar signos de agotamiento en 2008, coincidiendo con la crisis financiera global.
Ocho años después, China, crece al ritmo más bajo de los últimos 25 años tras toparse con el muro de la reconversión industrial mientras el resto del mundo sufre sus efectos. Según la OCDE, se espera que la economía china registre un crecimiento del 6,5% en el próximo año y sólo del 6,2% en 2017.
A consecuencia de la desconfianza generada por una serie de datos económicos decepcionantes de China, el yuan se ha resentido hasta su nivel más bajo en cinco años. Además, la última batería de medidas económicas intervencionistas de Pekín y la expectativa de nuevas devaluaciones de su moneda tras 8 consecutivas han supuesto un duro golpe a los mercados financieros chinos. Así, el índice compuesto de Shanghái ha caído un 20% desde mediados de diciembre.
Prueba también de esa falta de confianza en el dragón asiático es la huida masiva de capitales, un billón de dólares anuales. Por otro lado, preocupa el agotamiento de las reservas de divisas en China, la mayor del mundo, tras reducirse en 107.900 millones de dólares en diciembre, lo que supuso la mayor caída mensual de su historia. En un intento por estimular la debilitada economía china, el banco central ha llevado a cabo una serie de recortes de los tipos de interés hasta el 4,35%.
En palabras del gurú George Soros, la devaluación del yuan supone una transferencia de los problemas de China al resto del mundo. Y es que un yuan débil ayuda a las exportaciones chinas a ser más competitivas en el extranjero y encarece las importaciones al país asiático, lo que desincentiva la compra fuera de sus fronteras. Aunque es pronto para calibrar las consecuencias, la balanza comercial de sus principales socios comerciales se podría ver perjudicada, principalmente la europea y la japonesa. Son mayoría los expertos que confían en que los efectos serán limitados aunque ponen el acento en que el aumento de los productos provenientes de China podría hacer que España importase deflación, lo que agravaría aún más el estancamiento de los precios.
"Las exportaciones europeas a China apenas suponen el 2%-3% del promedio total de ventas, luego no se puede decir que haya un impacto significativo de la caída del yuan. Un 10% de depreciación podría tener un impacto negativo en el crecimiento en dos años inferior a 0,2 puntos en el PIB", señala José Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citi.
No obstante, son mayoría los analistas que aplauden el camino andado por China hacia una economía basada en el consumo interno. "La producción industrial, las ventas minoristas y PIB apuntan a una suave desaceleración, alejando así el temor a un aterrizaje brusco", señalan desde Carax AlphaValue.
Desde BrightGate Capital, Jacobo Arteaga señala que "esperamos bajadas en los tipos de interés 0,75% en 2016 y reducciones en el coeficiente de liquidez de los bancos de 300 puntos básicos".
Más allá de lo que pueda ocurrir este año, por la cabeza de muchos inversores planea la pregunta de cómo afectarán las posibles devaluaciones a sus bolsillos y es que son muchas las variables que afectan a la vida real. La cifra de empresas españolas con intereses en China supera las 12.000, todas ellas podrían verse perjudicadas en la media en la que quieran cambiar los yuanes obtenidos por euros, lo que lastrará su cuenta de resultados.
Entre ellas, Inditex, Acerinox, ArcelorMittal, Banco Sabadell, Popular, CaixaBank, Endesa, Mapfre, Telefónica y Abengoa. Fuera del Ibex Sniace, Tubos Reunidos o Viscofán sufrirán también la desaceleración china, al igual que Alsa, Cuatrecasas, Garrigues, Roca, Fagor y Freixenet. Mientras en el resto de Europa, los principales perjudicados serían Porsche, Volkswagen, BMW, Peugeot o Renault.
El ladrillo sufrirá
La crisis inmobiliaria que atraviesa España desde 2009 se ha convertido en una oportunidad para los inversores chinos, un país que cuenta con más de tres millones de viviendas vacías. La falta de liquidez de los inversores chinos podría mermar el interés por el ladrillo español a pesar de la caída de los precios.
El turismo se resentirá
La devaluación del yuan provoca que menos turistas salgan al exterior, debido a que su moneda tiene menos poder de compra. España es el tercer país del mundo que más turistas recibe, hasta 65 millones en 2014, y la presencia del turista con pasaporte chino es cada vez más importante. Además, consume cuatro veces más que uno europeo. La tendencia de los últimos años para este segmento muestra un crecimiento del 20%. Y el problema podría acentuarse si el Banco Nacional de China decide seguir devaluando el reminbi, que tiene al menos un margen de caída del 10%.
Depreciación vs devaluación
La guerra de divisas que se ha desatado entre algunos países emergentes ha generado ríos de tinta. Sin embargo, no siempre se utilizan bien los términos para definir lo que está ocurriendo en el mercado de forex. Uno de los errores más habituales ha sido confundir la devaluación de la divisa asiática con la depreciación que ha sufrido. ¿Cuál es la diferencia? Una depreciación consiste en la pérdida de valor de una moneda frente a otra, en un sistema de tipo de cambio libre -basado en la oferta y la demanda del mercado-.
Sin embargo, una devaluación consiste en una caída del valor de una divisa, generada por una decisión de política monetaria.Según el fondo de cobertura Omni Partners, el yuan caerá otro 15% en 2016, o aún más si el país tiene una crisis de crédito. Desde Citi prevén un descenso del 10 por ciento adicional. En la posición contraria se sitúa Ebury, "una fuerte devaluación debilitaría la confianza, lo que sería contraproducente".
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