Sigue contando con reservas de sobra, puesto que todavía cuenta con 3,5 billones de dólares en la despensa, pero también es cierto que se ha pulido un 12% de las que tenía a mediados de 2014
Fue una de las lecciones que los países emergentes aprendieron tras la dura crisis financiera que varios de ellos padecieron en 1997 y 1998: como el dinero que viene del exterior, sobre todo el 'caliente', el que llega atraído por la promesa de altas rentabilidades, puede irse tan rápido como viene y esos flujos pueden poner en riesgo la solvencia del país, lo mejor es contar con dinero propio para guardarse las espaldas. Y por eso se entregaron a nutrir sus reservas en divisa extranjera, levantadas como diques para contener futuras crisis.
Hicieron bien. Ahora que muchos de ellos vuelven a sufrir, esas reservas, las más lustrosas del planeta, conceden un escudo muy valioso para su estabilidad financiera. Aunque, eso sí, ya están bajando. Y así lo demuestra el que tiene la mayor despensa de todos: China.
En junio de 2014, sus reservas engordaron hasta una cifra equivalente a los 3,99 billones de dólares, de las que la mayor parte está denominada en dólares estadounidenses. Nunca antes ningún país había contado con tantas reservas.
Desde entonces, han transcurrido 15 meses, y en 13 de ellos ese volumen han caído. Este viraje es una prueba más de los desafíos que está afrontan la economia china en los últimos meses. El úiltimo descenso, de 43.000 millones de dólares, se ha registrado en septiembre y ha adelgazado la cifra total hasta los 3,51 billones. O lo que es lo mismo, aunque aún cuenta con reservas de sobra, desde julio de 2014 han bajado ya un 12%; en dinero, cerca de 500.000 millones de dólares.
La caída de las reservas responde a que China está tirando de ellas -vendiendo dólares- para defender al yuan de la creciente presión bajista que está sufriendo. En septiembre, eso sí, esta presión se ha moderado. De hecho, esos 43.000 millones son menos de la mitad del descenso de 94.000 millones sufrido en agosto, cuando la tensión fue mucho mayor después de los erráticos movimientos de las autoridades chinas y de que decidieran devaluar el yuan. Sin embargo, tras el menor descenso de las reservas en septiembre también figuran otras razones. Entre otras, los mayores controles de capitales impuestos por Pekín o la mayor participación de los bancos en la compra de yuanes.
Tras las devaluaciones de agosto -que se sucedieron los días 11, 12 y 13-, las autoridades han logrado estabilizar el tipo de cambio del yuan. Un dólar se cambia ahora a 6,35 yuanes, cerca de los 6,32 yuanes a los que quedó tras la devaluación del 11 de agosto. En cuanto al euro, se cambia a 7,146 yuanes, y en su caso sí está claramente más fuerte que en agosto, cuando en un primer momento se apreció de los 6,81 a los 6,98 yuanes.
En todo caso, y por mucho que una caída del 12% en las reservas no parezca demasiado, constituye un viraje que no puede pasar desapercibido. Sobre todo, porque la sensación es que China necesitará ese dinero para otras urgencias. "China tendrá que utilizar una parte de sus reservas para sanear el sistema bancario, no en seguir construyendo infraestructuras dudosas", advierte Ignacio de la Torre, socio del Grupo Arcano. Y aún lanza otro aviso más en referencia a China y otros mercados emergentes que están gastando divisas en defensa de sus monedas: "A largo plazo el mercado puede más que las reservas de los bancos centrales".
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