El gran debate entre capitalismo y socialismo ha terminado, pero continuamos experimentando una dirección siempre creciente de la economía de EEUU, lo que es en sí mismo una forma de socialismo.
Mises escribía en Socialismo: “El objetivo del socialismo es transferir los medios de producción de la propiedad privada a la propiedad (…) del estado”. El socialismo, como demostró Mises, es una imposibilidad, debido a los problemas irresolubles de cálculo económico que plantea.
Una economía intervenida o mixta, con alguna mezcla de intervención/propiedad pública y propiedad privada describe más apropiadamente las economías actuales del mundo, incluyendo la de EEUU. Estas intervenciones llevan a posteriores intervenciones adicionales y al final al socialismo, salvo que se vean invertidas. Fundamental para este cambio hacia el socialismo es la continua violación de los derechos de propiedad y la transferencia de propiedad al llamado sector público.
La propiedad consiste en un “grupo de derechos”. Aplicados a los bienes materiales, estos derechos incluyen el derecho a usar algo, a excluir a otros en su uso, a hacerlo a voluntad, a disfrutar de sus beneficios y frutos y a transferir el derecho a otros. Como escribía Mises, “La propiedad es un poder de disposición y cuando el poder de disposición es despojado de su nombre tradicional y entregado a una institución legal que lleva un nombre nuevo, la antigua terminología esencialmente no importa en este asunto. No debe considerarse la palabra, sino la cosa”. Estos derechos constituyen fundamentalmente la noción de derechos de propiedad.
Además de tener un aspecto legal y moral, estos derechos de propiedad también desempeñan un papel importante en la esfera económica. La propiedad privada es la piedra angular del sistema de mercado, ya que proporciona los poderosos incentivos para desarrollar capital para satisfacer las demandas más urgentes de los consumidores. Un empresario que decida desafiar las preferencias del público comprador perderá dinero.
El sector del taxi del condado de Montgomery, Maryland, es un buen ejemplo que muestra cómo se recortan importantes derechos de propiedad y cómo se reprimen las fuerzas del mercado (la compra o abstención de compra). Me dicen que las regulaciones en el condado de Montgomery son representativas del sector del taxi en otras jurisdicciones en todo el país.
Veamos primero cómo se gobierna el sector. En lugar de que cada empresa gestione sus propios asuntos de acuerdo con los deseos de sus clientes, se crea un comité asesor del servicio de taxi. Los miembros son nombrados por el ejecutivo del condado y confirmados por el Consejo del Condado. De acuerdo con el Código del Condado de Montgomery, Capítulo 53, esté comité tiene encomendada la tarea de supervisar el sector, desarrollar regulaciones y evaluar “el rendimiento del sector del taxi a la hora de servir a distintos segmentos de la población con necesidades especiales de transporte, como los minusválidos y los ancianos”. Más importante que la voluntad general del público transportado, el sector va a ser evaluado con los patrones arbitrarios de los burócratas.
Más absurda es la composición del comité. El comité consta de nueve miembros, cinco de los cuales son “miembros públicos” y cuatro son representantes del “sector del taxi”. La regulación explica con detalle quiénes deben ser. De los miembros públicos, uno “acude nombrado por el ejecutivo del condado”. De los cuatro miembros del sector, dos deben representar a la dirección y dos deben ser conductores. Uno de los conductores debe ser autónomo. Por tanto, de los nueve posibles puestos ¡los “directores” o “propietarios” tienen tres!
Peor aún, el condado establece las tarifas que cobrarán las empresas del sector. También establece el número de taxis que podrán operar en su jurisdicción. El condado establece las horas en que deben estar abiertas estas empresas e incluso determina a quién puede vender o transferir el supuesto “dueño” sus intereses en su empresa. ¡Un ejecutivo del taxi me confesó que sus reguladores tienen más importancia para él que la gente a la que transporta!
Solo he rascado la superficie de la profundidad de estas regulaciones. Debería quedar claro, a partir de los derechos de propiedad explicados antes, que en el sector del taxi el propietario lo es solo en el nombre. Lo que tenemos es una propiedad pública de hecho del sector. En una palabra: socialismo. ¿Puede el sector afirmar realmente ser una empresa privada cuando no puede ni siquiera establecer sus propias tarifas o determinar el número de taxis que quiere tener? ¿Es realmente una empresa privada cuando los propietarios no pueden disponer de sus intereses con aprobación pública?
Económicamente, los incentivos de mercado son una fracción de los que debería tener. Los propietarios de taxis corren el riesgo de pérdidas, pero los precios ya no guían al capital en este sector. Aquí el propietario está menos inclinado a satisfacer los deseos de los usuarios. Tiene mayores incentivos para estar relacionado políticamente y para satisfacer a su electorado burocrático.
Naturalmente se plantea la pregunta: ¿por qué aguanta esto el sector? En realidad, lo aguanta bastante bien. Las nuevas licencias se entregan en la práctica a los transportistas existentes. Se excluye a nuevos participantes en este sector.
Si quieres empezar un negocio de taxi en el condado de Montgomery, tendrás que seguir un proceso caro y engorroso que está lejos de asegurarte el éxito. Algunos de los obstáculos son abiertamente caprichosos, especialmente cuando se te puede negar por tener un “mal carácter moral”.
Debido a las relaciones del sector con el gobierno, los participantes tienen un monopolio práctico del sector. Además, al sector se le conceden aumentos anuales constantes en las tarifas cada año. Es el perfecto ejemplo de estas cómodas alianzas público-privadas que los estadistas ven con tanto afecto. Los propietarios del sector del taxi son menos propietarios que administradores de una empresa pública.
Si el sector del taxi fuera libre, podrían entrar nuevos participantes en el mercado. Las tarifas fluctuarían basándose en la fuerzas de la oferta y demanda del servicio. Los propietarios podrían transferir libremente capital a donde creyeran que podría rendir el mayor beneficio. Tendrían que ganarse la vida atendiendo a la gente mejor que sus competidores o se verían obligados a abandonar el sector. El beneficio para los propietarios es, en la medida en que sus derechos de propiedad estén asegurados, que estarían protegidos frente a una autoridad arbitraria.
Como escribía Tom Bethell en s reciente editorial del Wall Street Journal, la propiedad privada es “la antagonista perenne del poder centralizado”. Añade que, sin propiedad privada, “la propia justicia sería algo casual y ocasional”.
Es probable que sea deseable cierta regulación, pero no hay razón por la que el sector público deba proporcionarla. Dada la naturaleza del servicio, es probable que los consumidores puedan querer alguna garantía de que el taxi al que van a entrar sea seguro y fiable. Esto podría lograrse con marcas. Las empresas bien gestionadas que sirven a sus consumidores desarrollan una marca confiable que preferirán los clientes. En segundo lugar, las organizaciones privadas pueden probar productos independientemente y vender la información a los consumidores. Son solo dos de las formas en las que el mercado puede corregir defectos de información que puedan existir entre el cliente y el proveedor del servicio.
No es fructífero especular demasiado acerca de cómo podría ser el mercado del taxi si fuera libre. No soy un planificador social. Como escribía Murray Rothbard en Por una nueva libertad: “Nadie puede predecir el número de empresas, el tamaño de cada una, las políticas de precios, etc. de ningún mercado futuro en ningún servicio o producto. Solo sabemos (por teoría económica y conocimiento histórico) que un mercado así libre funcionará infinitamente mejor que el monopolio obligatorio del gobierno burocrático”.
Pase lo que pase, pasará porque los consumidores estén dispuestos a pagar el precio para obtener el beneficio. Los servicios se ajustarán para atender la demanda del consumidor, no las demandas de algunos burócratas supuestamente desinteresados.
El sector del taxi es un sector que está esencialmente “socializado”. El que los políticos y otros defensores decidan llamar a eso una política, es todavía u paso adelante hacia ese desastroso estado de cosas llamado socialismo.
Publicado originalmente el 4 de enero de 2000. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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