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domingo, 4 de octubre de 2015

Cuando la política monetaria acaba con cabezas rodando por el suelo

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La historia quizás no se repite pero tiene un cierta tendencia a rimar. A algunos lo que ocurrió en política monetaria justo antes de la Revolución francesa quizás os empezará a resultar familiar con lo que está ocurriendo en algunos economías de hoy en día. Esta es la historia de lo que sucedió hace algo más de 200 años:

La Francia de 1.700

Durante el 1.700 Francia acumuló  deudas significativas bajo los reinados de Luis XV y Luis XVI. La combinación de guerras, un importante apoyo financiero a los Estados Unidos en la Guerra de la Independencia, y un  gasto público fastuoso fueron factores clave para generar un enorme déficit público. Durante la última  de ese siglo, numerosas reformas financieras fueron promulgadas para frenar el problema, pero ninguna tuvo éxito.

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Jacques Necker

En algunas ocasiones, los políticos que apoyaron la austeridad fiscal renunciaron o fueron despedidos debido a que apretarse el cinturón no era popular y el rey sin duda no quería una revolución. En 1776 el ministro de Finanzas recién ungido Jacques Necker creyó que para Francia era mucho mejor aumentar la deuda en lugar de aumentar los impuestos. Necker fue finalmente reemplazado siete  años más tarde, cuando se descubrió  que Francia tenía una deuda enorme y déficits públicos insostenibles y no contaba con medios para devolver las deudas que había contraído.
A finales de la década de 1780, la gravedad del déficit fiscal de Francia se convirtió en un problema evidente.  La preocupación que generó hizo que la Asamblea General Francesa introdujera  recortes de gastos y aumentos de impuestos. Las medidas pro austeridad empezaron a dar resultado pero el déficit no se reducía a la velocidad esperada.
El problema, sin embargo, era que los ciudadanos estaban cansados ??del estancamiento económico y de la política de apretarse el cinturón. La medicina de la austeridad funcionaba pero los dirigentes no tenían la paciencia para gobernar sobre una economía estancada durante mucho tiempo.
En 1.789, los plebeyos, políticos y la realeza por igual expresaban continuamente su impaciencia con la debilidad de la economía. Esto llevó a la idea de que imprimir dinero podría reactivar la economía. La idea fue ganando popularidad y ampliamente discutida en las reuniones públicas, clubes informales y hasta la Asamblea Nacional. A principios de 1790, las discusiones detalladas dentro de la Asamblea sobre la impresión de dinero se hacían cada vez más frecuentes. En pocos meses la charla y el rumor sobre la posibilidad de imprimir dinero se habían convertido en una bola de nieve cuesta abajo que derivó en un plan.
La propuesta que ganó aceptación pasaba confiscar las tierras de la iglesia, lo que representa más de una cuarta parte de la superficie de Francia. Era la forma que se ideó para poder garantizar el poder desvincular la moneda de la época, la Livre, de su patrón de oro y plata. Con la garantía de las tierras confiscadas se imprimirían los “Assignats” el nuevo papel moneda de Francia.
El debate en la Asamblea francesa fue muy animados con fuertes opiniones  opuestas sobre el tema. Los partidarios de la no impresión ilimitada sostenían que en el pasado todos los experimentos de intentar adoptar el dinero fiat habían acabado en desastre. De hecho , la última gran crisis que había sufrido  Francia en 1.720 tuvo su origen en un problema generado por el papel moneda.
Los partidarios de imprimir miraban al futuro y consideraban que la historia no se iba a repetir y que esta vez todo sería diferente. Creían que la cantidad de dinero que se podía imprimir podía ser limitada y controlada y finalmente retirada si así era necesario. Afirmaban que poner más dinero en circulación animaría a la gente a gastar y que la actividad económica despegaría, todo ello apoyado con la venta de las tierras confiscadas a la iglesia que ayudarían a pagar la deuda.
El debate fue ganado por los partidarios de la impresión. Como hemos visto muchas veces antes y después de este evento, la esperanza y la codicia se impuso a la lógica, al sentido común y a las lecciones que había dado la historia.

Abril de 1790

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Se pasó un decreto final por el que se emitieron 400 millones de Assignats respaldados por las propiedades confiscadas a la iglesia. Los billetes entraron rápidamente en circulación
Como era de esperar la iglesia condenó la acción, pero la gran mayoría de los franceses estaban a favor. La prensa y los asambleístas ensalzaban las virtudes del nuevo papel moneda escribiendo sobre la potencial  prosperidad futura y el fin de la opresión económica. Todos creían que habían dado con la cura para los males económicos.
Tras la emisión de la nueva moneda, la actividad económica se recuperó casi de inmediato. Como era de esperar, el nuevo dinero permitió además pagar una  porción de la deuda nacional. La confianza y la expansión del comercio florecieron y el verano de 1790 resultó ser un momento de gran auge económico para Francia.

Otoño 1790

Sin embargo los buenos tiempos no duraron mucho. En octubre, la actividad económica empezó a decaer y se empezó a solicitar una nueva emisión de papel moneda. En la mente de todos estaba que la impresión realizada en abril había funcionado a la perfección, así que el problema era que la emisión de 400 millones de Assignats se había quedado corta para poder impulsar la economía más allá del corto plazo.
Si una pequeña dosis de la medicina parecía funcionar sin efectos secundarios aparentes ¿Por qué no tomar un poco más? Esta vez el debate en la Asamblea francesa fue bastante más fácil que el anterior para los partidarios de la impresión. Entre los opositores destacan las palabras que pronunció Gabriel Riqueti, conde de Mirabeau, uno de los contrarios a la impresión:
 “Un vivero de la tiranía, la corrupción y el engaño; una verdadera orgía de la autoridad en el delirio “….”un préstamo a un ladrón armado”.
Pero incluso a pesar de que  Mirabeau entendía claramente los efectos negativos de la emisión de dinero, también empezaba a estar influido por los argumentos de una economía más fuerte. Finalmente hasta Mirabeau acabó pasándose a las filas de los partidarios de la impresión pensando que Francia podría controlar los efectos secundarios inflacionistas, en su opinión sólo había que asegurarse que mediante leyes, cuando aparecieran los primeros signos de inflación el Gobierno retiraría el exceso de papel de la circulación.
Los detractores advirtieron de los males de la segunda impresión propuesto. Entre los destacados opositores estaba Necker. Si , el mismo que había sido responsable de la acumulación de deuda. Necker “predijo terribles males”. Sus opiniones no eran populares y Necker fue “despreciado como un hombre del pasado” por la Asamblea y, en última instancia dejó Francia para siempre.
Un folleto, escrito por Du Pont de Nemours era popular entre los partidarios de no imprimir más dinero y se leyó a la Asamblea. Declaraba que la duplicación de la oferta de dinero servía:
“simplemente para aumentar los precios, disruptir las escalas de valores,  y  disminuye la demanda de productos y de mano de obra. Las únicas personas que se verían favorecidas por la impresión serían los ricos que tenían grandes deudas que pagar “.
Los argumentos de Neckar y Du Pont de Nemours cayeron en oídos sordos. Los partidarios de  imprimir más dinero esgrimían que imprimir era “el único medio para asegurar la felicidad, la gloria y la libertad de la nación francesa”. Por proponer pronían que se abandonara la moneda de las Livres ligada a reservas de oro y plata y que los Assignats fueran la única moneda de curso legal.
El 29 de septiembre de 1790, se aprobó un proyecto de ley que autoriza la emisión de 800 millones de Assignats. El proyecto de ley también decretó que cuando Assignats cambiados por las  tierras que los garantizaban el gobierno procedería a quemarlos. Esta medida adicional fue pensada como una manera de asegurar que el dinero recién impreso no sería inflacionario .
Al final, el dinero devuelto al gobierno no se quemó sino que se re emitió en denominaciones más pequeñas. Cerca de 160 millones de Assignats fueron pagados al gobierno a cambio de tierra pero volvieron a ser re impresos bajo las súplicas de la necesidad.

Junio 1791

Nueve meses después de la segunda emisión de 800 millones de Assignats, y tras otro ciclo de buena actividad económica seguida por un nuevo deterioro de la situación, la presión para volver a imprimir más dinero creció. Ya casi sin debate se emitió una nueva emisión de 600 millones de dólares. La nueva emisión fue acompañada con promesas solemnes para mantener a la baja el importe de dinero  circulación si así fuera necesario. .
La nueva emisión, al igual que los dos anteriores, fue seguido por un breve período de optimismo que se desvaneció rápidamente. Silenciosamente con  cada impresión llegaba una depreciación de la moneda y unos precios más altos. A pesar de las creencias de las personas sobre las bondades de la impresión la realidad es que también empezó el acaparamiento de oro y monedas de plata . Los franceses estaban viendo cómo su dinero de papel iba perdiendo y cada vez más estaban más interesados en en preservar su riqueza.  En sus mentes, el oro y la plata les ofrecía la estabilidad que el papel moneda estaba perdiendo rápidamente.
Otro hecho preocupante comenzó a aflorar. Aunque el papel moneda había aumentado en cantidad, la prosperidad había disminuido de manera constante.
Con cada nueva impresión aumentaba el comercio y la economía parecía  más fuerte. El problema era que el aumento de la actividad no se basa en nada más que la aparición de dinero nuevo. Como tal, su impronta en la economía era efímera y los beneficios positivos que traía se erosionaban rápidamente.
Para las empresas les resultaba difícil tomar cualquier decisión de inversión ante el miedo de que la moneda seguiría cayendo en valor. Los precios siguieron subiendo. La especulación y el acaparamiento se estaban convirtiendo en los principales motores de la economía. Se elevaban los precios pero también los costos, los empleados empezaron a ser despedidos mientras los comerciantes luchaban para poder cubrir el aumento de los costos.
Los únicos que realmente se benefician eran los fabricantes que producían bienes para los países extranjeros y  los corredores de bolsa. El valor en rápido declive de su moneda atrajo pedidos de otros países que ahora eran capaces de comprar productos franceses a precios muy bajos. El resto de empresas y consumidores que dependían de los bienes importados de fuera del país fueron maltratadas por la inflación. Con el aumento de la oferta monetaria y la incertidumbre económica los motivos comunes para el ahorro y la gestión precavida habían disminuido.
La especulación aumentó significativamente. Mientras que algunos inversores en acciones en las regiones urbanas se estaban beneficiando de la situación los efectos negativos de la impresión cayeron sobre los trabajadores. La inflación, el debilitamiento de la moneda y la falta de puestos de trabajo perjudicaba a una gran mayoría de los franceses.
Las condiciones económicas también trajeron más delitos y casos de soborno de funcionarios públicos aumentaron. Se desintegraba  el verdadero sentido de orgullo nacional.

Diciembre 1791

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Al llegar al fin de año, se procedió e emitir una nueva emisión de Assignats de 300 millones de dólares. En esos momentos el valor de la moneda ya se había reducido a la mitad y la inflación era una realidad.

Abril 1792

Se imprimieron otros 600 millones Assignats. Tras esta emisión había un total de 3.500 millones de Assignats en circulación. Las nuevas emisiones continuaron durante 1792 y 1793.
El impacto de la impresión ilimitada empezó a ser   dolorosamente evidente para el pueblo en general. Artículos de consumo común se convirtieron en bienes de lujo  y los precios estaban en constante aumento. Los oradores en la Asamblea Legislativa, clubes, reuniones locales y en otros lugares ahora trataron de iluminar a la gente buscando explicaciones diferentes a las de la impresión ilimitada para explicar el desastre económico. Las causas apuntadas iban desde la corrupción en los ministerios, la falta de patriotismo entre los moderados, las intrigas de los nobles emigrados, la dureza de corazón de los ricos, el espíritu de acaparamiento de los comerciantes, la perversidad de los tenderos, y un largo etc.

La Revolución francesa

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A lo largo de 1792 y 1793 hubo casos de turbas  de gente exigiendo que se les cubrieran las necesidades básicas cómo el acceso a pan,  azúcar o café. Las manifestaciones pacíficas se tornaron violentas y el saqueo de las tiendas locales empezaron a ser era algo común. La Revolución Francesa había nacido.
La impresión de dinero no fue la única causa de la revolución francesa , pero sin duda ayudó a encender la mecha. Con toda justicia, el pueblo francés empezó a exigir la misma libertad por la que habían ayudado a luchar a los Americanos.  En el fondo la impresión de dinero fue el último intento desesperado de un sistema que se derrumbaba para intentar que la revolución no apareciera y sin embargo lo único que hizo fue acelerarla cuando la pobreza, el hambre y la desesperación se empezaron a extender por Francia.  En 1792 se proclamó la República y un año más tarde  el rey Luis XVI fue enviado a la guillotina.
vía ZeroHedge

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