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jueves, 17 de septiembre de 2015

¿Está dominado el monstruo de la inflación?





Tengo el placer de anunciar que el monstruo de la inflación ha sido capturado y metido en un tarro.
Este sorprendente anuncio, así como un vídeo de acompañamiento detallando lo más importante fue realizado por el Banco Central Europeo en cooperación con los bancos centrales de la zona euro. Junto con el anuncio, el BCE ha creado un kit de información sobre la inflación titulado “Estabilidad de precios: ¿Por qué es importante para ti?” Está dirigido a jóvenes adolescentes y maestros en todos los idiomas de la Unión Europea.
El vídeo de 8 minutos es realmente algo entretenido, así que recomiendo que todos hagan clic en el enlace superior y eche un vistazo. Aunque es divertido, sin duda falla como herramienta educativa, salvo que, por supuesto, el objetivo sea la autopromoción del BCE por el BCE.
Por desgracia, el vídeo no explica que el origen real de la inflación es la impresión de dinero por el propio banco central. Tampoco explica por qué un 2% es un objetivo de inflación tan bueno. Finalmente, no explica realmente cómo pueden contenerse los precios en todas partes con prácticas de brocha gorda como establecer tasas de interés a corto plazo.
Esas cosas no se explican sencillamente porque no pueden explicarse.
  • ¿Por qué debería la inflación tener un objetivo del 2% y no del 1% o el 3%?
  • ¿Por qué debería ninguna ser un objetivo en absoluto?
  • Incluso si fuera por alguna razón inteligente tener un objetivo de precios, ¿pueden realmente los precios ser medidos de forma precisa?
  • ¿Qué hacen los bancos centrales para superar los efectos demorados del reforzamiento y relajamiento monetario?
  • ¿Es esto solo una fe ciega “sabemos lo que es neutral cuando lo vemos”?
El problema por supuesto es en primer lugar poner objetivos de precios. A veces el dinero entra en viviendas y acciones y valores en lugar de bienes y servicios. A veces las mejoras en productividad ocultan la inflación. A veces las bajadas de precios de materias primas ocultan la inflación. Por supuesto, estoy hablando de la “inflación real”, medida por aumentos en la oferta monetaria, frente a la inflación de precios ajustada a placer que se ve a través de los ojos de los banqueros centrales.
El último párrafo es exactamente lo que hizo de Greenspan un chalado. De mediados a finales de la década de 1990, la “inflación real” (un aumento desbocado en la oferta monetaria) fue ocultada por mejoras de productividad, precios del petróleo a la baja y precios a la baja de bienes de Asia.
Greenspan lo llamó un “milagro de productividad”. Fue realmente un “milagro”. Los aumentos desbocados de la oferta monetaria alimentaron la burbuja de la bolsa de 2000 y engendraron comentarios sin sentido acerca de “nuevos paradigmas”. Luego en el puro pánico de los ajustes “después de que estalla la burbuja” que le gusta hacer, Greenspan rechazó permitir que una recesión siguiera su curso. Por el contrario, rebajó los tipos de interés al 1%, alimentando la mayor burbuja inmobiliaria que haya visto nunca el mundo. Aquí estamos tres escasos años después afrontando ahora un “nuevo paradigma” en vivienda, con niveles de deuda mucho peores tanto a nivel de consumidor como gubernamental.
Greenspan se irá pronto y Bernanke es el próximo en batear, esperando en el banquillo. Como el BCE. Bernanke quiere establecer objetivos de inflación del 2%. Tengo un consejo para él: Simplemente no puede funcionar.
Con todos los ajustes a placer, con todo el sinsentido acerca de la inflación subyacente frente a la inflación no subyacente, con toda la economía imputada. Con toda la comprensión de los costes médicos y con enormes discrepancias entre los costes de las rentas frente a los costes de la propiedad de la vivienda, no hay ninguna persona en este mundo que pueda saber que hay aumentos de precios del 2% ni aunque les pegaran en la cara.
Unido al problema de estos llamados “luchadores contra la inflación” son los costes de la energía. Una razón por la que están aumentando los costes de la energía es el pico del petróleo. Otra razón de los costes del petróleo son las tensiones geopolíticas. Una tercera razón de que los precios de la energía sean altos los las interrupciones en el suministro. Finalmente, las demandas de petróleo y gas natural son relativamente inelásticas. A medida que suben los precios, la gente tendrá que pagarlos más o menos. Para mantener un objetivo de precios del IPC del 2%, los bancos centrales tendrían que aumentar los tipos de interés a nivel irracionalmente altos si se incluyen los precios de la energía en sus mediciones. Eso está claro que sería una mala política. El problema básico, por supuesto, es suponer que es inteligente poner los precios como objetivo en lugar de la oferta monetaria en primer lugar.

El monstruo de la deflación

Casi olvido mencionar que el BCE afirma tener también embotellado al “monstruo de la deflación”. Me imagino que lo veremos, pero creo que están irremediablemente equivocados. El BCE apunta problemas del “monstruo de la deflación”, cuando en realidad la deflación es al tiempo una bendición y el estado natural de las cosas.
Aumentar la productividad es “deflacionista de precios”: se producen más bienes más rápido por menos gente. Los precios bajan naturalmente en consecuencia. Fijaos en cómo pocos granjeros hoy producen más de 100 veces el grano que producían no hace mucho tiempo muchos más granjeros. Los precios del maíz cayeron a niveles de 1943 hace un par de semanas. ¿Es eso un problema? ¿Para quién? Solo es un problema porque EEUU y el BCE desperdician múltiples miles de millones de dólares cada año en apoyo a los precios de los cultivos.
Es un completo desperdicio de dinero. Tened en cuenta que China está actualmente perdiendo trabajos en el sector textil. La mente indagadora podría estar preguntándose: ¿ante quién? La respuesta podría ser sorprendente: ante nadie. Se necesitan menos trabajadores para producir la misma cantidad de bienes. Esa es una de las razones por las que esta palabrería proteccionista que oís ahora mismo en el Congreso es un completo sinsentido. Estos trabajos sencillamente nunca van a volver. Aumentar la oferta monetaria en un intento de crear trabajos perdidos por mejoras en productividad y externalización solo puede generar burbujas de activos o una mayor sobrecapacidad. Además, ¿a quién no le gustan precios más bajos en bienes y servicios?
¿Si la deflación es tan buena, por qué la temen los bancos centrales?
Una respuesta es porque la deflación es el mayor enemigo de la deuda.
Si caen los precios de los activos y los salarios, la gente no podrá devolver nunca lo que debe. A los bancos y las empresas de tarjetas de crédito no les parece gustar eso. ¿Es eso un problema de la deflación? No, eso es un problema creado por préstamos imprudentes, crédito fácil e inacabables alabanzas en la CNBC cada vez que aumenta el gasto en consumo y la gente se hunda más en la deuda.
La segunda respuesta es porque la inflación beneficia a los que reciben primero el dinero: el gobierno y los bancos. El primero mediante aumentos automáticos de impuestos no indexados a la inflación (especialmente los impuestos a la propiedad), los segundos simplemente porque los bancos son los primeros en la cola en recibir dinero de la Fed a tipos que no ve nadie más. Para cuando bajen los patrones de préstamo tanto como para que las masas tengan acceso al crédito, el auge hace tiempo que estará en marcha. Para cuando el crédito se conceda a alguien que se limite a sobrevivir, el auge estará a punto de acabar. Los que compren activos tarde en el juego acabarán siendo aplastados por los que vendan los activos que consiguieron pronto. Dicho sencillamente, la inflación se acaba convirtiendo en un riesgo moral.

El punto de inflexión

Ahora estamos cerca o en el punto de inflexión. El punto de inflexión es el punto en el que los consumidores no pueden asumir o no asumirán más deuda o las grandes empresas no estén dispuestas o sean incapaces de extender más crédito. He estado escribiendo sobre diversos puntos de inflexión durante algún tiempo y parece que estamos llegando a esos puntos de inflexión en muchas áreas: trabajo, vivienda, gasto de consumo y expansión del crédito.
Las malas inversiones de la sociedad de propietarios del yo-también-lo-quiero-ya están a punto de descubrirse. Estamos donde estamos porque los bancos centrales han imprimido cantidades siempre crecientes de dinero para impedir los ciclos económicos normales, para satisfacer a políticos que quieren gastar más dinero de los contribuyentes en proyectos absurdos y para luchar absurdamente contra la deflación. Lo único que han logrado los bancos centrales es eliminar la inevitable contracción deflacionista del crédito, empeorando las cosas por el camino.
Hay muchos que piensan que la verdadera deflación (disminución en la oferta monetaria) no puede producirse bajo un sistema fiduciario. Esto en desacuerdo, pero quizá esto sea irrelevante. La misma oferta monetaria en realidad nunca se contrajo en Japón. Por el contrario, creció muy lentamente durante cierto tiempo. Sin embargo, el crédito bancario pendiente se contrajo durante 60 meses seguidos. Está claro que fue una contracción del crédito. ¿Cómo consiguió seguir creciendo la oferta monetaria? Los déficits fiscales crecieron enormemente, se construyeron carreteras hacia ninguna parte y el Banco de Japón monetizó todo esto.
Además, se desplomó la velocidad del dinero. El efecto neto de la contracción del crédito sobre los precios fue claramente lo que hoy en día se llamaría “deflacionista”. Caen los precios en todos los activos y bienes y servicios. De hecho, prácticamente cae todo salvo los bonos públicos.
La gente se asombró ante la supuesta “burbuja de los bonos”, así como la política de tipos cero de interés del Banco de Japón. Sin embargo, un tipo de interés del 1% en un bono a 10 años tiene sentido cuando los precios caen un 2,5% anual. El rendimiento real es evidentemente mucho mayor que el 1%. Quizá una forma práctica de pensar en la deflación bajo un sistema fiduciario sea la destrucción de crédito/deuda que exceda el crecimiento en la oferta monetaria.
Independientemente de las diferencias sociales y económicas, espero totalmente que EEUU siga los pasos de Japón. Aunque un banco central podría ser capaz de sostener una cierta cantidad de inflación recurriendo a medidas extremas, no puede detener una contracción del crédito en el sector privado. Tampoco un banco central rescataría a los consumidores a costa de sí mismo y otros acreedores. La Fed, como el Banco de Japón, estarán lejos de destruirse a sí mismos y su poder.
En algún momento, probablemente ligado a la implosión de una burbuja de propiedad, los consumidores rechazarán tomar más crédito o los bancos rechazarán dar crédito a los consumidores al desplomarse el valor de los activos detrás de los préstamos. Las quiebras de los consumidores aumentarán al estallar diversas burbujas crediticias. Además, en un mundo inundado de de sobrecapacidad no habría ninguna razón para que las empresas tomen prestado. Por eso el Banco de Japón fracasó en derrotar a la deflación y por eso Bernanke también fracasará.
A su debido tiempo, sospecho que descubriremos que la Bankruptcy Abuse Prevention and Consumer Protection Act fracasará en su propósito.
Ya hemos visto solicitudes masivas de quiebra para entrar en el plazo de solicitudes de octubre. Esa es una de las consecuencias. Dado que ahora hay un “test de medios” basado en la renta familiar media, solo me pregunto si lo que rodea ese test es para algunos una forma de conseguir evitar perder su empleo. Si es así, solo aumentará el número y tamaño de los despidos durante los periodos establecidos de consejo y espera del crédito.
Una de las quejas de EEUU y otros contra Japón en su larga batalla con la deflación fue contra el rechazo de este de liquidar los malos préstamos del sector bancario. La “solución” de EEUU a ese problema fue aprobar legislación pensada para hacer a la gente eterna esclava de la deuda. Estoy convencido de que esa legislación resultará contraproducente en formas que aún no hemos empezado a entender.
El problema debería ser ahora evidente. Los bancos centrales están intentando hacer lo imposible al tiempo que lo estúpido. Probablemente los mejor que podría pasar sería que los bancos centrales se abolieran a sí mismos. Como eso no va a pasar por muchas razones, recurramos en su lugar a soluciones más prácticas para la “estabilidad”.
En lugar de tratar de lograr “estabilidad de precios”, que, como hemos advertido, es algo que nunca puede lograrse ni medirse, ¿qué tal disparar por el contrario a la “estabilidad de la oferta monetaria”?
  • Los bancos centrales deberían rechazar monetizar el gasto público y los déficits comerciales
  • Los bancos centrales deberían dejar que el mercado estableciera los tipos de interés.
  • Los bancos centrales deberían iniciar una campaña de reforzamiento de los requisitos de reserva a lo largo del tiempo para controla el préstamo en la reserva fraccionaria.
La vida sería mucho más sencilla si todos los bancos centrales dejaran de intentar microgestionar tanto precios como ciclos económicos. Sencillamente, están tratando de alcanzar el nirvana cuando no puede medirse el nirvana, ni puede lograrse en primer lugar con las políticas que tienen implantadas. Por supuesto, si dejaran de hacer estas cosas, dejarían de ser bancos centrales en el sentido moderno, así que quizá entiendan la pista y se limiten a cerrar la tienda.
Sí, seguiríamos teniendo ciclos económicos si los bancos centrales hicieran esas cosas, pero los picos y valles de los ciclos no serían tan exagerados como ahora. Parece como si no hubiésemos aprendido nada de la Gran Depresión o la más reciente experiencia de Japón. Me temo que tendremos una segunda oportunidad.

Publicado originalmente el 2 de enero de 2006. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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