Hay un interesante artículo en el New York Times sobre la aparición de la moneda alternativa en papel. Se han producido apariciones esporádicas de dinero “artesanal” o “de “pequeñas tiradas” en la última década. Han sido emitidas por gobiernos municipales en Gran Bretaña, por una entidad privada sin fines de lucro en Amsterdam, y en Baviera por una red regional de empresas, organizaciones no lucrativas, y consumidores. Una de las más exitosas de estas monedas de “bajo volumen” es el BerkShare, emitida y aceptada por un consorcio de 400 empresas y bancos participantes en la zona de Berkshire, al oeste de Massachusetts. Existe en circulación actualmente un valor de $ 138.000 dólares en BerkShares y desde el año 2006 se ha imprimido un valor de valor $ 1.000.000.
Ahora bien, es cierto que estas monedas alternativas no son realmente dinero en el sentido técnico como medio de intercambio general, sino son más bien como “vales”. En el pasado, por ejemplo, en algunas zonas aisladas de EEUU, la minería y las empresas madereras empleaban vales para pagar a sus empleados. Durante la Gran Depresión, muchos municipios estadounidenses emitían vales como forma de pago de crédito a sus empleados. Hoy los ”Disney Dollars”, emitidos por la Walt Disney Company y aceptados en sus parques temáticos funcionan como una forma de vales corporativos. Los vales alcanzan su valor en virtud del compromiso del emisor (o red de emisores), a canjearlos por bienes y servicios o bien por el medio dominante de intercambio, inmediatamente o en algún momento del futuro.
Estas monedas alternativas modernas no van de ninguna manera en la línea del dinero contante y sonante, y sus promotores y defensores tienden a exagerar enormemente sus beneficios económicos y sociales, así como su potencial de crecimiento. Sin embargo, son un avance importante porque revelan una insatisfacción -todavía no articulada- pero muy real, en general con el dinero nacionalizado y en particular con el movimiento global orquestado por los gobiernos y sus bancos compinches hacia una sociedad “sin efectivo”. Esta difusión de las monedas artesanales como un reflejo del creciente sentimiento en favor de dinero en efectivo estaba muy bien representada por un pasaje en el artículo del NYT:
Estas . . . “monedas en pequeñas tiradas” son manejadas amorosamente a cargo de la generación del milenio, (Los “mileniales”, generación nacida entre los 80 y 90, n. del t.), que alcanzaron la mayoría de edad durante el auge de Internet, la crisis del mercado de valores y revelaciones de la Agencia de Seguridad Nacional de Edward Snowden, y se puede decir a favor de ellas que son un medio más precavido de las tarjetas de crédito y débito . Muchos están ya optando por el papel moneda estándar en preferencia sobre el plástico. . . . La frase “sólo efectivo“, (“cash only”), aunque en el pasado esto constituía un signo sospechoso de negocios con prácticas fiscales sospechosas, ha venido a significar empresariedad inconformista en lugares como el Café-Stumptown del Hotel Ace en Midtown Manhattan o la Emerson Bar en Brooklyn.
Publicado el 10 de agosto de 2015. Artículo original se encuentra aquí
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