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sábado, 28 de marzo de 2015

China, entre la desaceleración económica y la desigualdad


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La actividad reportada en las fábricas en China llegó a su nivel más bajo en 11 meses, lo que coincide con una menor perspectiva de crecimiento y más voces indicando la necesidad de estimular la economía, pero los problemas son más complejos.

La segunda mayor economía del mundo o quizás la primera, según como se mida, ha anunciado que desea crecer cerca del 7%, esto es inferior al crecimiento de 7,5% de los últimos años y representaría la menor tasa de expansión en los últimos 25 años. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) indica que con ello se busca alcanzar un crecimiento sostenible.

En dicho proceso China deberá a largo plazo depender menos de las exportaciones y soportarse más en su capacidad de consumo doméstico. El proceso en el más inmediato futuro no resulta fácil, el valor de la producción manufacturera de China que representa cerca del 25% del valor mundial pone de manifiesto una preocupante sobrecapacidad instalada, señalando alguna irracionalidad en aquellas industrias con más alta participación pública, frente a las consideraciones de rentabilidad y frente a su posible uso.

Para hacerse una idea de la complejidad de aumentar el uso, basta decir que en una nota reciente en The Economist, China representa cerca del 80% de los aires acondicionados y 70% de los equipos de telefonía móvil producidos en el mundo. No tomar pronto las medidas podría agravar el problema económico y social, pues entre otros aspectos el proceso de desarrollo industrial ha elevado en forma muy preocupante el nivel de contaminación y polución de las ciudades.

Para desplegar la capacidad de consumo doméstico resulta relevante considerar que China, con su expansión de las últimas décadas, logró sacar de la pobreza a cerca de 660 millones de personas. Sin embargo, un reciente informe del Fondo Monetario Internacional también resalta que en esas mismas décadas aumentó la desigualdad en el país.

Antes de impuestos, el coeficiente de Gini pasó de 0.28 en 1980 a 0.52 en 2013, lo que supone haber pasado de una sociedad relativamente igualitaria a ser uno de los países con mayor desigualdad del mundo. Mientras el 20% de las familias de más bajos ingresos se han beneficiado del crecimiento de la economía, un 331% -en términos reales-, el 20% de las familias de más altos ingresos lo han hecho en 1042%. Con ello las familias de más altos ingresos capturan el 47% de los ingresos totales del país.

Para la entidad multilateral el proceso de creciente desigualdad puede estar asociado con la fuerte orientación del crecimiento de China basado en exportaciones, si bien en el reporte no se especifica si la desigual distribución de los beneficios del crecimiento es en parte el resultado de un efecto no deseado de competir con el mundo a través de muy bajos costos laborales.

De otro lado, la Ocde resalta que la finca raíz también presenta una importante sobreoferta. Señala que si bien ha tendido a enfriarse el mercado inmobiliario en las ciudades más pequeñas por políticas encaminadas a disminuir el acceso a la compra de vivienda o al endeudamiento de los gobiernos locales que han buscado financiar proyectos de construcción y de infraestructura, será necesario mantener el esfuerzo por asegurarse una apropiada sostenibilidad del crecimiento en un país donde los activos de la banca –especialmente el crédito- representan el 266% del PIB.

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