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lunes, 30 de marzo de 2015

España se olvida de ahorrar y necesita dinero de fuera en cuanto vuelve a crecer

La recuperación se ha hecho esperar. Pero está en marcha. Ahora bien, en su retorno mantiene algunos de los problemas del pasado. Y entre ellos destaca el insuficiente ahorro interno
 

 
España ahorra poco. Tan poco que ha tenido que endeudarse con el exterior en 20 de los últimos 30 años porque con el ahorro interno no ha bastado para pagar sus inversiones. O lo que es lo mismo, desde 1985 ha incurrido en necesidades de financiación en dos de cada tres años. La situación contraria, aquella en la que cuenta con suficiente ahorro interno o capacidad de financiación, sólo se ha producido por tanto en 10 años. Y tres de ellos han sido los tres últimos: 2012, 2013 y 2014. Según detalló este lunes el Instituto Nacional de Estadística (INE), el pasado ejercicio se cerró con un saldo favorable de 10.938 millones de euros.
La economía española no encadenaba tres años consecutivos con capacidad de financiación propia desde los tiempos de la peseta. Pero es que, además, los tres últimos años han sido los únicos en los que ha aparcado su querencia natural hacia la necesidad de financiación desde el nacimiento del euro en 1999. De alguna forma, la llegada de la moneda única se había convertido en España en sinónimo de endeudamiento con el exterior. Por tanto, romper esa asociación resulta positivo porque certifica las ganancias de competitividad de la economía española sin poder recurrir al atajo de la devaluación competitiva de la divisa.
 
Ahora bien, los matices, siempre importantes, vuelven a revelarse claves. Y obligan a alejar cualquier atisbo de complacencia, puesto que si bien los datos de 2014 alargan ese giro positivo, también contienen los primeros síntomas de que el viraje se agota porque en cuanto el crecimiento vuelve de verdad a España, la capacidad de financiación mengua y la necesidad de endeudarse con el exterior vuelve a escena, como en esos 20 de los 30 últimos años. O lo que es lo mismo, España insiste en el error de olvidarse del ahorro y pasar a depender del crédito externo para financiar su crecimiento.

Menos 'hucha', más consumo

El principal síntoma de esta vuelta a las andadas lo delata el componente que debe ser clave para consolidar la recuperación y no depender del dinero exterior. Se trata del ahorro de las familias. En 2014, y pese a que la renta disponible de los hogares creció un 1,4%, la tasa de ahorro terminó 2014 en el 9,8%, por debajo del 10,4% de 2013. Esta caída se debió a que. en paralelo, el gasto en consumo final de las familias aumentó un 2,3%, por encima de ese 1,4%, con lo que tiraron de sus ahorros para afrontar ese consumo adicional.
El problema de este descenso es que, según las previsiones del Banco de España (BdE), se prolongará en el tiempo. En su último Boletín Económico menciona que el ahorro de las familias se situará este año en el 9,5%, frente al 9,9% que barajaba en diciembre, y que en 2016 caerá al 8,7%, por debajo del 9,3% que contemplaba a finales de 2014. Al mismo, pronostica que el consumo privado crecerá un 3,3% en 2015, con lo que se mantendrá lo visto en 2014. Esto es, que las familias financiarán parte de su mayor gasto consumiendo parte de sus ahorros.

El ahorro familiar queda en un segundo plano en la lista de reformas cuando desempeña un papel clave en la capacidad de financiación del país
Y un menor ahorro por parte de las familias priva a España de un resorte fundamental para financiar las necesidades inversoras del país. En este sentido, los expertos lamentan que el ahorro familiar merezca tan poca atención por parte de los gobernantes, a los que reclaman medidas centradas en promoverlo. Mejorar la protección de los ahorradores, incentivar el ahorro –sobre todo, fiscalmente–, vincularlo menos a la vivienda o reforzar la educación financiera figuran entre los campos en los que actuar.

Todo demanda interna, nada demanda externa

Pero el descenso del ahorro familiar no es el único flanco débil que muestran los datos de 2014. El aspecto que muestra la recuperación presenta otra vulnerabilidad. La capacidad de financiación de 10.938 millones equivale al 1% del PIB de 2014, situado en los 1,058 billones de euros. Esa proporción no solamente es inferior al 2,1% del PIB –22.246 millones– registrado en 2013, sino que también se encuentra por debajo del crecimiento que experimentó la economía, que el pasado ejercicio se expandió a una tasa del 1,4%.
O lo que es lo mismo, cuanto más crece el país, más le cuesta mantenerse a flote con el dinero de casa y mayor es la presión para pedirlo fuera. Y eso que en 2014 tuvo a su favor el notable descenso del petróleo, que abarata la factura energética, y la depreciación del euro, que aunque contrarresta en parte esa caída del crudo también favorece las exportaciones.
Esta dinámica se apoya precisamente en que el retorno del crecimiento pasa por el repunte del consumo y la inversión empresarial. Y el primero merma el ahorro y el segundo exige financiación. Con un agravante: la querencia de la economía española a crecer gracias a la demanda interna, mientras que la demanda exterior drena crecimiento. Y eso mismo es lo que espera de nuevo el BdE en 2015, puesto que el crecimiento del 2,8% que prevé para este año se nutre del 3% de la demanda interna y del -0,2% de la demanda exterior.
De hecho, el INE ya menciona la influencia de esta evolución, al afirmar explícitamente que una de las causas de la menor capacidad de financiación en 2014 radicó en la "reducción del saldo de intercambios exteriores de bienes y servicios con el resto del mundo". O lo que es lo mismo, un escenario en el que, de nuevo, las ganancias de productividad comienzan a diluirse en el sector exterior y se vuelve a las andadas de exportar menos e importar más.

El paso de los meses agiganta el riesgo de que el crecimiento venga acompañado del regreso del déficit por cuenta corriente
Esta evolución dejó al mismo tiempo una profunda huella en la balanza por cuenta corriente. Si bien en 2014 permaneció en positivo, el superávit se estrechó hasta los 1.200 millones de euros, frente a los 15.081 millones de 2013. Por tanto, la amenaza de acumular déficits por cuenta corriente se estira de nuevo. Y este peligro abona el terreno a tener que financiarse con crédito exterior. Como expone José Ignacio Conde Ruiz, de Fedea, "crecer con déficit por cuenta corriente significa que el país necesita del ahorro exterior y esto es un problema si tienes un endeudamiento neto con el exterior".

Una pesada losa de 1 billón de euros

Y España tiene ese problema. De hecho, su Posición de Inversión Internacional Neta o Deuda Exterior Neta superó el billón de euros por primera vez en la historia al cierre del tercer trimestre de 2014, el último dato disponible. Ese billón de euros -que en términos brutos alcanza los 1,7 billones- es la herencia de las necesidades de financiación consecutivas que España acumuló entre 1999 y 2011, con algunos años, como 2007 y 2008, con necesidades que rondaron los 100.000 millones de euros.
Por tanto, ni siquiera la capacidad de financiación de los últimos años aligera el peso de esta losa, que en términos brutos equivale al 170% del PIB y en netos, al 95%. Adelgazarlo requiere o una capacidad mayor o un crecimiento más intenso del PIB... aunque esta segunda posibilidad suele traer aparejada precisamente esa querencia al endeudamiento exterior. Por tanto, no aliviaría la carga salvo que España rompa esa asociación y consiga combinar un mayor crecimiento -por encima del 2,5%- con más ahorro y el sostenimiento en el tiempo de los efectos positivos de las ganancias de productividad. Es decir, algo que aún no ha sido capaz de lograr desde que existe el euro.
"Al comienzo de la crisis, en el año 2008, nuestra deuda externa era de alrededor de 170 puntos del PIB. Actualmente, sigue oscilando en torno a ese nivel", denunció hace tres semanas el presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, José Luis Escrivá. Y añadió: "La gran diferencia reside en que en 2008 el grueso de la deuda externa española era privada y ahora es mayoritariamente pública".
Y es que el sector público también se suma a esta fiesta. Mientras los tres componentes del sector privado –familias, empresas y bancos– generaron capacidad de financiación en 2014, las Administraciones Públicas tuvieron unas necesidades de financiación de 61.741 millones de euros. Es decir, una cifra equivalente al 5,8% del PIB. Y en 2015, un año electoral en el que España, como poco, tendrá que financiar un déficit público del 4,2%, el sector público volverá a necesitar dinero del exterior o, en su defecto, se quedará con una parte mayor del ahorro interno y será el sector privado el que tendrá que endeudarse con el exterior.

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