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lunes, 30 de marzo de 2015

Grecia todavía tiene muy lejos el dinero que necesita para evitar el 'corralito'

 
Syriza incumple los compromisos cerrados. Es muy probable que Atenas se plante en los primeros compases de abril con la cartera vacía y varios pagos acuciantes a los que hacer frente
 
Foto: Manifestación de 'buena cooperación griego alemana' en frente de la Cancillería en Berlín. REUTERS / Hannibal Hanschke
Manifestación de 'buena cooperación griego alemana' en frente de la Cancillería en Berlín. REUTERS / Hannibal Hanschke
 
 
Las negociaciones de Grecia con la Unión Europea permanecen, por el momento, en el nivel técnico. Esto quiere decir en lenguaje comunitario que Atenas sigue muy lejos del dinero que necesita. Y hay pocas esperanzas de que en las reuniones que se celebrarán hoy y en la teleconferencia programada para este miércoles las conversaciones vayan mucho más allá. Las instituciones internacionales que conforman el “Grupo de Bruselas” exigieron ayer al Ejecutivo de Syriza que detalle sus propuestas de reformas, que consideran “demasiado vagas” como para cerrar la lista definitiva que deberá aplicar para desbloquear los fondos pendientes del rescate.
 
El Gobierno de Tsipras ha incumplido en grado alto los compromisos de caballeros a los que llegó con el ejecutivo comunitario y con el mayor de sus socios, Alemania, todos ellos relacionados con el envío de una lista de medidas y reformas que el equipo del ministro Yanis Varufakis debía presentar para liberar los fondos del último tramo del rescate. El plazo culminaba este el lunes y, de nuevo, ha sido incumplido.
 
Aunque lo cierto es que el viernes se presentó una lista a la Comisión Europea, según el portavoz de la CE, Margaritis Schinas, hay “mucho trabajo técnico” por hacer, lo que significa en terminología de Bruselas que, como en las semanas anteriores, no satisface las exigencias del Eurogrupo.
 
Tan vaga o contraria a las condiciones debe ser esa lista que la sesión del Eurogrupo que debería discutir las medidas a tomar por Grecia –ya a nivel político– aún no tiene ni fecha. Schinas ha dicho, sin embargo, que hay “buenas intenciones” y que los contactos están siendo “fructíferos”. Los políticos encaran ahora las vacaciones de Semana Santa (los europeos esta semana, los griegos la semana que viene por el calendario ortodoxo), por lo que es muy probable que Grecia se plante en los primeros compases de abril con la cartera vacía y varios pagos acuciantes a los que hacer frente.
Tsipras y Merkel tras ofrecer una rueda de prensa en Berlín (Reuters).
Tsipras y Merkel tras ofrecer una rueda de prensa en Berlín (Reuters).

Necesidades de dinero y nuevas “líneas rojas”

El calendario de Grecia para el mes de abril, sin posibilidad de salir a los mercados a un precio razonable, es bastante agobiante. Primero, antes del 8 de abril debería encontrar 1.400 millones de euros para pagar bonos a seis meses que caducan el 14 del mismo mes. A eso hay que sumar unos 450 millones que debe pagar al Fondo Monetario Internacional el día 9. Y el 17 debe abonar 1.000 millones más en bonos a tres meses. El problema para Atenas es que el paso del tiempo no es neutral. Ni corre a su favor. Todo lo contrario. Cada día que pasa sin presentar una lista de reformas convincente le acerca un poco más a una situación financiera extrema que cuenta con dos manifestaciones. La primera, la persistente fuga de depósitos, que no cesa. En los dos primeros meses de 2015 el volumen de depósitos menguó en 20.000 millones de euros, hasta los 148.000 millones. Y la segunda, los problemas para afrontar el pago de su deuda, con un exigente calendario de vencimientos por delante.
Esta doble presión es la que asfixia al Gobierno de Tsipras. Y la que hace más acuciante que sus reformas satisfagan al Eurogrupo. En caso de hacerlo, el país tendría vía libre para recibir 7.200 millones de euros procedentes de Europa y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero si esto no ocurre, Grecia se expondría a dos riesgos: por un lado, a la imposición de controles de capitales (corralito) y de límites a la retirada de efectivo para mitigar el impacto de la fuga de los depósitos; y por otro, al impago de su deuda o, en su defecto, al retraso en el pago de las nóminas de los funcionarios y los pensionistas para priorizar el pago de la deuda. En este sentido, si no media antes el acuerdo que libere la entrega de ese dinero a Grecia, el país lo pasará mal para afrontar los pagos de deuda más inminentes.
No es un secreto, además, a pesar de que el Gobierno lo niegue, que hay problemas de liquidez en la tesorería. A mediados de marzo se filtraba que el Ejecutivo quería unificar bajo su mando las cajas de los diversos servicios del Estado para poder acceder a financiación adicional, algo a lo que varios directores de área se negaron, alguno incluso presentando su dimisión. Al mismo tiempo, el Ministerio que lidera Yanis Varufakis ordenaba mantener los pagos en lo estrictamente imprescindible, a saber: pago de salarios y de pensiones. Ahora mismo, Syriza no está en condiciones de asegurar ni siquiera eso. Según estimaciones, Atenas necesita durante el mes de abril 1.000 millones para pagar a los empleados públicos y hasta 1.500 para abonar las pensiones. Sin los 7.000 millones que Bruselas podría dar a Atenas, la soga se estrecha sobre el cuello de las finanzas helenas.
Mientras, en Grecia el tiempo parece transcurrir a un ritmo distinto y los altos cargos dan la impresión de no estar inquietos en absoluto. No lo parecía Tsipras en la última sesión extraordinaria del Parlamento, en la que volvió a calmar a los suyos al dibujar (por enésima vez) otras líneas rojas que no va a cruzar. No habrá “recortes en salarios y pensiones” adelantó la Cámara, aunque sí está abierto a hablar de política fiscal.
Volvió sobre el argumento de que los ricos deberían pagar más, sin especificar a quién se considera rico, y dejó caer que la revisión del IVA era posible, algo que seguramente hizo revolverse en el asiento al ala más izquierdista: podría subir para el tabaco y el alcohol y en las islas, además de para los productos derivados del turismo. Tsipras aseguró que entre las medidas estarán los pasos para acabar con la evasión fiscal y que, para ello, se fijarán en ejemplos del sistema estadounidense. Grecia prevé recaudar con esto hasta 3.000 millones de euros. Entre estas manifestaciones, Tsipras también insinuó que las privatizaciones podrían volver a discutirse. No únicamente las ya firmadas, como la del puerto del Pireo, sino algunas más polémicas, como el paso a manos privadas de la compañía pública de electricidad.
Una mujer en una manifestación en Atenas a favor del Gobierno de Tsipras (Reuters).
Una mujer en una manifestación en Atenas a favor del Gobierno de Tsipras (Reuters).

La amenaza de un ‘default suave’

Su Ejecutivo debe tomarse muy en serio la amenaza de un default suave: algunos funcionarios de Bruselas han evocado la posibilidad de que Grecia se vea obligada en el mercado interno a utilizar una especie de moneda paralela (como un pagaré convertible en euros en el futuro) si no llega la liquidez de Bruselas. Este dracma paralelo sería una medida temporal hasta que se alcanzase un acuerdo con la troika, ahora convertida en cuarteto.
Mientras, el Gobierno de Syriza se encuentra en una guerra cada vez más cruenta entre los liberales dentro del Ejecutivo y la Plataforma de Izquierda, que se muestra intransigente, como desde el principio. Desde las declaraciones de Manolis Glezos pidiendo “perdón” por el acuerdo con Europa hasta el cese en sus responsabilidades de uno de los pesos pesados en economía de Syriza, Yanis Milios, las voces discordantes no han dejado de surgir a medida que la izquierda radical se modera. Para los más puristas, las líneas rojas que estableció el partido gobernante han sido totalmente transgredidas, y parte de la base así lo siente también. Sin embargo, el apoyo a Syriza entre la población griega sigue creciendo imparable.
Panagiotis Lazafanis, ministro de Energía y uno de los grandes representantes de esta plataforma, ha insistido en que el Gobierno sigue comprometido con su programa antiausteridad por el que fue elegido. Mientras la mano derecha de Tsipras y máximo responsable económico, Yanis Dragasakis, anunciaba que la venta del puerto más importante de Grecia seguía adelante y que los acuerdos con el gigante chino Cosco serian respetados, el ministro de Marina y el Egeo, también responsable –aunque en menor grado– de esas instalaciones, Theodoros Dritsas, lanzó un dardo al asegurar que “la posición de Syriza en el programa sobre las privatizaciones estaba clara”. La batalla interna está servida para Alexis Tsipras.

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