Carrusel monetario: bienvenidos al parque de atracciones de los bancos centrales
Hubo un tiempo en el que fueron aburridos. Pero ese tiempo pasó. Los banqueros centrales se han convertido en las nuevas estrellas de los mercados financieros y el panorama económico mundial
PEDRO CALVO
"Un banco central exitoso debería ser aburrido", proclamó Mervyn King en el año 2000. Si se acepta como buena esta premisa planteada por la persona que luego gobernó el Banco de Inglaterra entre 2003 y 2013, casi ningún banco central del mundo puede presumir de tener éxito. Porque prácticamente todos han pasado a ser extremadamente divertidos en los últimos años. Unos, porque han situado los tipos de interés en mínimos históricos, hasta el punto de que hay varios que los tienen por debajo del 0%. Otros, porque, agotadas las rebajas del precio del dinero, se han inventado medidas monetarias sin precedentes con las que crear más dinero.
Esta realidad está quedando aún más patente cuando parecía que ya no había espacio para seguir ejecutando iniciativas alegres. Pero es que el mundo está contemplando un espectáculo sin precedentes en el arranque de 2015.
Más de 20 bancos centrales, representantes de países que suponen casi el 50% del Producto Interior Bruto (PIB) global, han rebajado los tipos de interés en los tres primeros meses de 2015. Este frenético carrusel monetario (ver el vídeo que encabeza esta información) causa impresión no solo por su velocidad y acumulación, sino porque se produce en un contexto en el que la economía mundial crece, con algunos de esos países creciendo incluso mucho.
Es decir, lo que distingue a este movimiento es que no se produce tras un hito o accidente financiero, como ocurrió después de la quiebra de Lehman Brothersen 2008, sino que acontece cuando, supuestmente, lo peor de la crisis ha quedado atrás. Y este matiz genera la sensación de que los banqueros centrales se están excediendo con sus últimas dosis de expansión monetaria.
¿Qué ha empujado a tantos bancos centrales a abaratar el precio del dinero? Primero, depreciar sus divisas; segundo, luchar contra la deflación
El más madrugador fue el Banco Central de Uzbekistán, que poco después de comerse las uvas rebajó los tipos el 1 de enero del 10 al 9%. A partir de ahí, la lista ha ido creciendo para incorporar a varios de los países con más peso en la economía mundial, como Australia, Suecia, Suiza, Canadá, India, Rusia oChina. Y aunque en su caso no ha recortado los intereses -porque ya los tiene en el 0,05% desde septiembre de 2014-, el Banco Central Europeo (BCE) se ha sumado a esta fiesta con el lanzamiento de un programa de expansión cuantitativa (QE) con el que inyectará 60.000 millones de euros al mes entre marzo de 2015 y septiembre de 2016.
¿Qué ha empujado a los bancos centrales de tantos países a abaratar el precio del dinero en tan poco tiempo? Dos causas fundamentales. La primera, inducir la depreciación de sus respectivas monedas, con lo que han azuzado la denominada guerra de las divisas. Y la segunda, luchar contra la deflación -o caída general y continuada de los precios-, con lo que unos tipos más bajos son usados como herramientas para fabricar inflación.
De incentivos y distorsiones
Pero las decisiones tienen consecuencias. Y estas se están traduciendo en una auténtica montaña rusa en los mercados y los activos financieros. El dinero fresco de los bancos centrales estimula el endeudamiento porque baja los costes para hacerlo y porque cada vez hay más bonos soberanos que muestran tipos negativos, provoca subidas vertiginosas en las bolsas y dispara la volatilidad en las divisas.
Y claro, todo este revuelo inquieta. "No es necesario que les diga la importanciaque tiene en estos momentos la política monetaria para todos, se trabaje en los mercados financieros o no", subraya José Luis Martínez, estratega de Citi en España. "Muchos hemos asumido que la vuelta a la normalidad previa a la crisis, en términos de la política monetaria, ya no será posible. Al menos no lo será en un futuro previsible", continúa.
Alude en primera persona a las dudas que la Reserva Federal estadounidense (Fed) tiene ahora, cuando la economía está creciendo, para subir unos tipos de interés que llevan en el mínimo histórico del 0-0,25% desde diciembre de 2008. "Nadie habla de tensionar la política monetaria como de iniciar su normalización cuando ahora las condiciones laxas pueden ser excesivas. O también que los beneficios a corto plazo no compensan los riesgos a medio y largo plazo", argumenta.
Hasta Yellen advirtió este viernes de los riesgos que entraña para la estabilidad financiera mantener los tipos demasiado bajos durante demasiado tiempo
Más que nada porque, al mismo tiempo, ese impacto en los mercados certifica lo poderosos que son los incentivos. Y estos son capaces tanto de cebar las cotizaciones -con el riesgo de inflar burbujas- como de modificar las pautas de inversión y financiación de las empresas o incluso la gestión de los gobiernos.
"Los políticos y los bancos centrales llevan demasiados años ganando tiempo a base de bombear los mercados de activos con tipos de interés cero y expansiones cuantitativas, forzando a los inversores a asumir más riesgos ante la falta de alternativas y permitiendo a las compañías que disparen los precios de las acciones con ingentes recompras, a menudo con préstamos baratos", denuncia Steen Jakobsen, economista jefe de Saxobank. "Y luego está el efecto, negativo, que puede tener fijar unas condiciones financieras excesivamente laxas en la gestión del resto de la política económica. No sólo de la fiscal. Estamos ante un escenario complejo desde el punto de vista social y político a corto plazo. Es francamente complejo obviarlo, lo que hace que el protagonismo de la política monetaria incluso sea aún mayor", remata Martínez Campuzano.
Los recelos que genera este festival monetario se abren paso ya entre los organismos internacionales. En las últimas semanas, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Internacional de Pagos (BIS) han advertido de la inestabilidad financiera y el incierto éxito que unas políticas monetarias tan divertidas pueden provocar.
Hasta la propia presidenta de la Fed, Janet Yellen, reconoció a última hora de este viernes que "mantener los tipos demasiado bajos durante demasiado tiempo podría incentivar una asunción de riesgos inapropiada por parte de los inversores, y minar potencialmente la estabilidad de los mercados financieros". Aunque se muestra convencida de que la Fed podrá subir los tipos este año, también manifiesta que "el momento apropiado aún no ha llegado", con lo que aún habrá que esperar -al menos, hasta junio- para ver la primera subida de los intereses en EEUU desde 2006.
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