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sábado, 21 de mayo de 2016

Alberto Garzón, el comunista que vigila el Muro

ANTONIO JOSÉ CHINCHETRU


En una de las innumerables payasadas que cometen los partidos de todos los colores cuando se acercan elecciones, Izquierda Unida publicó un tuit que supera cualquier ridículo anterior. Muestra al supuesto líder de IU, Alberto Garzón, caracterizado como un personaje de la serie Juego de Tronos. A su lado aparece un texto, lema de uno de los grupos protagonistas de esa ficción literaria y televisiva. Arranca de la siguiente manera:
Soy la espada en la oscuridad, soy el vigilante del Muro.
La segunda parte de esa frase es algo en lo que nadie parece haberse fijado y, sin embargo, tiene mucho trasfondo. Un dirigente comunista se presenta a sí mismo como “el vigilante del Muro”.
Muchos no conocemos el muro de Juego de Tronos, pero sí podemos recordar otro que fue levantado y vigilado por comunistas: el de Berlín. Cerca de 150 personas fallecieron intentando cruzar esa construcción para escapar de la tiranía de la hoz y el martillo. Esos son sólo los que murieron asesinados por los vigilantes de la RDA y la URSS en la ahora capital de Alemania. Muchos más corrieron igual suerte intentando escapar por alguna otra frontera del bloque soviético.
Es posible que los encargados de redes sociales, o quien tuviera la idea, de IU no pensaran en eso. Y tampoco debió de hacerlo Alberto Garzón cuando le propusieron el tuit en cuestión. Es menos que probable que pretendieran presumir de ortodoxia comunista hasta el punto de expresar con orgullo que se identifican con quienes se encargaban de asesinar a todo aquel que tratara de cruzar el infame Muro de Berlín.
Pero es sintomático que nadie cayera en la cuenta de que el rostro de un dirigente comunista junto a la expresión “vigilante del Muro” podría hacer que alguien recordara al Berlín de la Guerra Fría. Les encanta hablar de memoria histórica, pero no les molesta dar pasos que retrotraen mentalmente a los crímenes cometidos por los regímenes basados en su propia ideología. Demuestran de esta manera un desprecio absoluto hacia las víctimas del totalitarismo de raíz marxista.
No es de extrañar. Aunque se proclamen demócratas, los comunistas modernos siguen odiando la libertad. Defienden las tiranías presentes con las que comparten ideología, como el castrismo cubano o el chavismo venezolano. No se muestran cercanos a la dictadura norcoreana de forma explícita, pero jamás les hemos oído criticarla. Aceptan la democracia tan sólo por el hecho de que no pueden derrocarla por medio de una revolución, nombre que ellos dan al golpe de estado y, si es necesario, la guerra civil. Pero es más que dudoso que la mantuvieran si llegaran al poder por las urnas. Todavía está por ver un país en el que el comunismo llegue al Gobierno y no signifique el fin de la democracia.
Garzón es, en efecto, el vigilante del Muro. De un muro mental que le impide ver más allá de sus prejuicios totalitarios y anula todo pensamiento que no sea comunista. Es uno de los actuales guardianes de las esencias totalitarias marxistas cuyo coste en vidas humanas se cuenta por cientos de millones en Europa, Asia y América. No es el único, su ahora socio Pablo Iglesias es otro. Lo dejó muy claro cuando, ante unos jóvenes comunistas, proclamó que “la dictadura del proletariado es la máxima expresión de la democracia”.
Esa es la democracia en la que creen Garzón e Iglesias: aquella que no es tal y que necesita de guardianes del Muro para asesinar a todo aquel que trate de escapar hacia países con mayores cuotas de libertad.

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