Los dirigentes de Podemos suelen quejarse de que la recaudación tributaria del Estado español se halla muy por debajo de la media europea. Por supuesto, al efectuar semejantes declaraciones pretenden dar a entender que los culpables de tan bajos ingresos fiscales son los privilegios impositivos de los “ricos”: dado que en España las grandes fortunas pagan mucho menos que en el resto del mundo desarrollado, el Estado cuenta con muchos menos recursos para desplegar sus políticas de gasto.
El relato con el que Podemos busca justificar una brutal subida de impuestos a todos los españoles se basa en un hecho cierto —la presión fiscal en España es inferior a la media de la Unión Europea—, en otro hecho falso —la menor presión fiscal de España se debe a que los ricos pagan menos impuestos— y en una hipótesis implícita —padecer una presión fiscal más alta es preferible a disfrutar de una presión fiscal más baja—.
Y es que, en efecto, la presión fiscal de España es seis puntos del PIB inferior a la media europea y entre diez y 14 puntos inferior a las socialdemocracias nórdicas. Sin embargo —y este es un dato que suele omitirse— la presión fiscal de España es prácticamente idéntica a la media de la OCDE: y la OCDE no sólo es un grupo de países más amplio que la Unión Europea, sino también con una renta per cápita superior. Por consiguiente, puede que España desentone un poco en el panorama fiscal europeo, pero no desentona en absoluto dentro del resto del mundo rico y desarrollado. De hecho, otro detalle que también suele omitirse es que dos de los países más ricos de la OCDE —Suiza e Irlanda— presentan una presión fiscalinferior a la española.
Fuente: OCDE
Si, además, procedemos a desagregar las rúbricas fiscales, es fácil comprobar que la gran diferencia de tributación entre España y las socialdemocracias nórdicas no reside en los gravámenes que soportan “los ricos”: España recauda el 4,25% del PIB por los impuestos sobre los beneficios empresariales y sobre el patrimonio; en cambio, Suecia y Finlandia recaudan alrededor del 3,5% y Dinamarca el 4,5%. No, la gran diferencia de recaudación se debe a los impuestos sobre las rentas del trabajo (IRPF, cotizaciones sociales e impuestos sobre nóminas) y a los impuestos sobre el consumo.
Los impuestos que gravan las rentas del trabajo proporcionan en España unos ingresos del 18,8% del PIB(por encima de la OCDE), frente al 26%-28% que rinden en los países nórdicos. A su vez, los impuestos sobre el consumo recaudan en nuestro país el equivalente al 9,4% del PIB, mientras que en los nórdicos arrojan entre el 12% y el 15%. Dicho de otro modo, en torno al 40% de nuestra diferencia de recaudación con las socialdemocracias nórdicas se explica por los menores ingresos por impuestos sobre el consumo, mientras que el 60% se debe a la menor recaudación por rentas del trabajo.
Que la diferencia de recaudación no se deban en absoluto a la fiscalidad sobre los beneficios empresariales y sobre el patrimonio, y que un 40% de esa diferencia sea explicable por la mayor fiscalidad sobre el consumo, ya debería hacernos dudar de que la clave para equipararnos fiscalmente con las socialdemocracias europeas más desarrolladas pase por aumentar los impuestos a “los ricos”, tal como señala Podemos.
Claro que tal vez los países nórdicos recauden tanto gravando las rentas del trabajo porque los salarios muy altos paguen mucho más que en España. Pero no: la cuña fiscal (el porcentaje de los salarios abonado en IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social) de España no sólo es más alta que la de Suiza, Irlanda o la media de la OCDE, sino también que la de Dinamarca.
Fuente: OCDE
Los tributos sobre los salarios sí son mayores en Suecia y Finlandia que en nuestro país, pero fijémonos en que son mayores tanto para los trabajadores que cobran por debajo de la media (el 67% del salario medio) como para aquellos que cobran por encima de la media (el 167% del salario medio).
¿Cómo es posible, entonces, que con tipos medios ligeramente mayores que en España (o incluso inferiores, en el caso de Dinamarca) los países nórdicos recauden mucho más con sus impuestos sobre el trabajo? Como ya explicamos para el caso de Dinamarca, por dos motivos esenciales: la población empleada en estos países es mayor y los impuestos medios que gravan las transferencias estatales (pensiones, becas, prestación de desempleo, ayudas a la dependencia, etc.) son mucho más elevados en los países nórdicos que en España.
En concreto, en España las prestaciones sociales solo pagan un 5% de impuestos, mientras que en Finlandia abonan el 10,19%, en Suecia el 11,79% y en Dinamarca el 15,93%. El efecto recaudatorio de esta mayor imposición sobre las transferencias estatales no es minúsculo: alrededor de un 30% de la mayor recaudación sobre las rentas del trabajo en Suecia y Finlandia se explican por este motivo, y en el caso de Dinamarca, el 45%.
En definitiva, para recaudar tanto como los países nórdicos deberíamos: a) disparar el IVA y el resto de impuestos especiales sobre el consumo; b) duplicar o triplicar los impuestos que gravan las transferencias estatales; c) aumentar el IRPF a todos los ciudadanos (no sólo a las rentas altas); y d) crear alrededor de nuevos millones de nuevos empleos. Los impuestos sobre beneficios empresariales o sobre el patrimonio deberían mantenerse en sus niveles actuales o incluso reducirse. Es evidente, pues, la enorme demagogia que está empleando Podemos al respecto: acercarnos a Europa no equivale a subirle los impuestos a los más ricos, sino a todo el mundo y, especialmente, a las rentas más bajas (aumentar impuestos al consumo y los tributos sobre las transferencias estatales).
Claro que lo que de verdad deberíamos disputar es esa tramposa preferencia por los altos impuestos: como si para prosperar y desarrollarnos tuviéramos que aumentar el peso del Estado sobre nuestras vidas. Y no es así: como ya dijimos antes, Suiza o Irlanda son países con impuestos bastante más bajos que los de Dinamarca, Finlandia o Suecia pero con una renta per cápita muy superior.
Fuente: OCDE
Acaso se pretenda alegar que las experiencias de Irlanda o Suiza no son significativas para España por tratarse de países pequeños: pero en tal caso tampoco nos servirían como referencia las socialdemocracias nórdicas. A la postre,Suiza posea 8,1 millones de habitantes frente a los 9,5 de Suecia, mientras que Irlanda acoge a 4,5 millones de personas frente a los 5,5 millones de Dinamarca o Finlandia.
Por consiguiente, no hay motivo para convertir a España en un infierno fiscal incluso mayor a aquel que nos ha legado Montoro: primero, España ya exhibe una presión fiscal similar a la de la OCDE; segundo, equipararnos a Europa implicaría subir los impuestos especialmente a las rentas bajas; y tercero, existen alternativas dentro de Occidente con impuestos más bajos que en España y con niveles de prosperidad no sólo mayores a los de nuestro país, sino a los de la Europa socialdemócrata. Cuando Podemos anuncia mayores sablazos tributarios para equipararnos al resto del Viejo Continente sólo está distorsionando la realidad para ocultar sus verdaderas intenciones: castigarnos a todos los españoles con impuestos mucho más elevados. Todo con el único propósito de cebar al Leviatán estatal. A su Leviatán.
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